Según un informe de la OMS del año 2002, la inactividad física es uno de los factores de riesgo y causa de muerte más frecuentes en países industrializados. Es evidente que la actividad física es saludable y, por tanto, la recomendación de hacer ejercicio tiene un carácter universal, pero las indicaciones no son las mismas para todos ni se debe practicar de igual manera.

Deporte adaptado a tus características físicas

Cada persona tiene características propias, empezando por algo tan básico como el sexo y la edad o las innumerables patologías que que existen hoy en día. Por estas razones, la actividad que cada uno practique debe de estar adaptada e individualizada. Son muchos los factores a tener en cuenta y a valorar, porque hoy en día cualquiera se calza unas zapatillas y hace ejercicio.

Ponerse en manos de un profesional será siempre el primer paso. Para poder establecer unas pautas es básico realizar una revisión previa a la actividad que queramos llevar a cabo, porque más de uno pretende realizar un tipo de ejercicio que, finalmente, resulta que no es la más adecuada para sus necesidades.

Empieza por una revisión médica

En la actualidad se realizan revisiones previas a la práctica de actividad física en centros médicos de clubes y gimnasios donde se evalúa el estado de salud de los socios. Sin embargo, también se pueden llevar a cabo estos procedimientos en clínicas, hospitales o centro privados.

La recomendación es que, a ser posible, la revisión médica la realice un Médico del Deporte, ya que es el profesional que se ha formado para ello. Será el encargado de recabar información para, a posteriori, determinar qué es lo mejor y más adecuado para cada individuo.

Historia clínica

Antes de realizar cualquier prueba o exploración es básico hacer un interrogatorio o historia clínica enfocada a conocer los antecedentes, tanto familiares como personales, de la persona en cuestión.

  • Antecedentes familiares: existen patologías que si previamente han existido en la familia pueden aparecer también a posteriori. Además, algunos de ellos pueden convertirse en factores de riesgo a la hora de la práctica deportiva. Es el caso de cardiopatías, diabetes, asma
  • Antecedentes personales: también son fundamentales y no debe centrarse únicamente en el aparato cardiovascular, ya que si bien es uno de los más importantes no es el único. Se trata de averiguar si se ha sufrido alguna lesión, si se presenta alguna enfermedad ocular, si se toman fármacos y porque…

Muchas veces es el propio paciente quien no da importancia a según que problema de salud porque convive a diario con él. Pero cuando se realiza actividad física las condiciones cambian y aquello a lo que estamos acostumbrados puede requerir adaptaciones. Por ejemplo, para una persona sana la hidratación durante la actividad es muy importante pero para un diabético lo es todavía más, ya que su alteración metabólica requiere de un mayor control de la ingesta de agua.

Exploración física

  • Constantes basales: las que se tienen sin realizar ningún esfuerzo previo, como la frecuencia cardiaca, la saturación de oxígeno… De este modo, se podrán conocer inicialmente las condiciones que presenta cada individuo.
  • Talla y el peso: dos datos que permiten conocer el IMC (Índice de Masa Corporal=peso/talla) que nos dirá si estamos dentro de los parámetros de un peso normal, si tenemos sobrepeso u obesidad.
    • Por debajo de 18 se considera bajo peso
    • Entre 18-25 de normopeso
    • Sobrepeso de 25 a 30
    • Por encima de 30  hablamos de obesidad
  • Tensión arterial en reposo: los valores normales son de  140/90 mmHg. A veces en la consulta del médico puede aparecer el “síndrome de la bata blanca” donde una persona con la tensión arterial normal, registra valores elevados debido al estrés del momento. Por ello, para que se considere a alguien hipertenso, debe tomarse la tensión en varias ocasiones y que ésta siempre de valores elevados.
  • Aparato locomotor: se realiza la visualización de la postura natural y se valora si hay alteraciones o asimetrías (como una cadera más alta que la otra), así como limitaciones a la hora de hacer movimientos.
  • Auscultación y Electrocardiograma (ECG): son dos pruebas que permiten obtener una información que a simple vista no da síntomas y que no es perceptible por el paciente. El ECG es una prueba básica, no invasiva  y rápida, que proporciona información preciada del estado de salud del corazón.

Prueba de esfuerzo

Consiste en realizar un estudio de la adaptación cardiaca al esfuerzo, para valorar esta adaptación a nivel de la frecuencia cardiaca y la tensión arterial.

Hábitos de vida

Los hábitos que conforman el estilo de vida de la persona también se deben tener en cuenta. Las horas a las que se practica deporte, por ejemplo, son un punto a valorar a la hora de hacer la correcta prescripción del ejercicio. También la distribución de las comidas, el tipo de alimentación o el terreno por el que se hace deporte (aire libre gimnasio, en el agua…).

Las variables son infinitas y es por ello que también hay que conocer los hábitos y preferencias, de este modo la práctica será más agradable y la “fidelización” mayor.

¿A quién se recomienda?

A todo aquel que quiere iniciar una práctica deportiva sea a nivel amateur o evidentemente profesional. Sobre todo en el caso de hombres de más de 45 años y de mujeres de más de 55, ya que a partir de esas edades aumentan los riesgos cardiovasculares.

En el caso de deportistas o personas habituadas a hacer ejercicio que nunca se han realizado una revisión médica la recomendación es aún más relevante. Hay que pensar que este tipo de personas someten a su cuerpo a constantes cambios fisiológicos. Por ello hay que valorar de manera exhaustiva y por un profesional su estado de salud.  En todos los casos, se recomienda repetir la revisión una vez al año.

Lo que debes saber:

  • El chequeo previo a la práctica de ejercicio nos permitirá conocer mejor nuestro estado de salud y adaptar la actividad según el resultado y los beneficios que deseamos obtener.
  • Para prescribir el ejercicio adecuado, se tienen en cuenta los antecedentes familiares (patologías) y personales (lesiones, enfermedades, fármacos) y nuestros hábitos.
  • Se recomienda una “prueba de esfuerzo” a todo el que se inicia en la práctica deportiva, especialmente hombres de más de 45 años y mujeres de más de 55, por el aumento del riesgo cardiovascular.


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