Resumen del contenido
Capítulo este muy extenso, sobre todo, por lo difícil de acotar, según uno considere desde una navegación costera de horas hasta una regata profesional oceánica. En estos apuntes nos centraremos en el modelo de la actual Volvo Ocean Race que ahora nos ocupa.
Lo que sí es claro es que se ven involucradas varias modalidades de la Medicina, tanto de atención primaria como preventiva o especializada (deportiva, dermatología, traumatología, rehabilitación o nutrición).
Lesiones más frecuentes
En regatas oceánicas es evidente que las lesiones más frecuentes son las osteomusculares, a la orden del día por el mero hecho de tripular un barco grande, muy rápido, muy nervioso en su manejo, corto de tripulación…., y buscando las olas más grandes y los vientos más fuertes!
Pero no sólo debemos considerar el riesgo de tripular un barco de este tipo en tales condiciones. No es casual que el mayor riesgo de sufrir un traumatismo se produce cuando uno está «descansando», bajo cubierta, donde no puede ver las olas (aunque sí sentirlas) y hay todo tipo de trampas posibles para recibir un buen golpe. Como anécdota comentaré que en la edición anterior de la regata, el mayor traumatismo lo sufrió un muy experimentado tripulante inglés, mientras estaba en el baño….!! Según sus propias palabras, el barco saltó una ola y el baño desapareció de debajo de sus posaderas, con el resultado de salir disparado contra la otra banda del barco, a 4m de distancia.
Además, y aún considerando barcos grandes, no debemos olvidar que el esfuerzo físico que exigen a sus tripulaciones es enorme. Por tanto, son individuos que ya trabajan intensamente tanto sesiones de fuerza como de agilidad y movilidad, de manera que también están sometidos a las lesiones deportivas comunes: tendinitis, roturas de fibras, esguinces, fracturas, etc.
Enfermedades más frecuentes
Siguiendo con nuestro marco referido a la VOR, la respuesta a este apartado es una que suele sorprender al periodista: las enfermedades cutáneas son las más frecuentes, de largo. Pero resulta obvio, a nada que nos diéramos cuenta del hecho de que la piel, al fin y al cabo, es la primera y única barrera entre nuestro propio organismo y el medio que lo rodea. Hablamos de viento constante, altas y bajas temperaturas, radiación, salitre, humedad constante, erosiones por parte de cabos y velas…, un sin fin de agresiones que van a poner a nuestra piel a prueba desde el mismo momento en que uno sube a bordo.
Otro aspecto que participa notablemente en este aspecto es el hecho de que los barcos son ya tan rápidos que consiguen que el viento aparente (el resultado de sumar el viento real y el derivado del propio movimiento del barco) se desplace al través. Resultado: los barcos son muy mojados, mucho más que antes. Y este hecho se agudiza cuando, por la misma alta velocidad de la nave, se alcanzan las olas anteriores y las «pinchan». Resultado: agua en cubierta a raudales. Por uno y otro, el caso es que el traje de agua es una constante en este tipo de navegación, independientemente de si hiciera mejor o peor tiempo meteorológico. Y de la mano de esto, la sudoración, la mala ventilación, la deshidratación, la humedad constante…, aumentan la agresión sobre la piel del regatista VOR.
En el mismo sentido, si realmente quisiéramos hacer las cosas bien, deberíamos considerar que el tripulante de esta regata es un individuo inmunodeprimido; por tanto, debería aprovechar al máximo los períodos de descanso entre etapas, comiendo y descansando correctamente; y previniendo el contacto con fuentes de alta probabilidad de virus y bacterias, como aviones, niños, etc. Como anécdota comentaré que, antes de las llegadas de algunas etapas especialmente duras, incluso llegamos a recordar a las familias lo importante de identificar a aquellos niños afectados por cualquiera de sus muchas enfermedades, con el objeto de intentar minimizar el impacto sobre el tripulante y evitar comprometer su recuperación.
Botiquín a bordo
Como podemos fácilmente imaginar, el botiquín que llevan estos barcos es muy completo, tanto por el hecho de las muchas vicisitudes que pueden surgir como por la necesidad de, quizá, tener que ser autosuficientes durante días (bien es verdad que este hecho se ha reducido considerablemente).
Aún y todo, tales botiquines están sujetos a regla. Es decir, son todos iguales, pesan lo mismo y están dispuestos de idéntica manera. Y la razón fundamental para ello es…., tener la seguridad de que el barco está dotado de todo lo necesario para que un profesional médico a distancia pueda asesorar en el tratamiento de cualquier lesión o enfermedad que pudiera surgir. Si no lo hiciéramos así es muy probable que los botiquines fueran lo primero que nuestros tripulantes sacrificaran en aras de ser más ligeros y arañar unas décimas de nudo de velocidad. Al fin y al cabo, nadie cuenta con que va a necesitarlo….!
Eso sí, vía satélite o vía mail, nos tienen a su disposición 24h al día, 7d a la semana, para consultar el diagnóstico, aplicar el tratamiento y hacer el seguimiento del enfermo pertinente. Al fin y al cabo, siempre viene bien que, por claras que tenga uno las cosas, un profesional del tema le confirme que está en el buen camino.
Lo que sí está claro es que la idea de llevar un médico a bordo (por si acaso…) ha desaparecido. Ya lo tengo a distancia de una llamada de teléfono o de un correo electrónico, o incluso de videoconferencia…!, de modo que le doy preferencia a un tripulante especialista.
Para todos estos imprevistos es imprescindible contar con un Seguro Médico dirigido a las necesidades de los deportistas.