Resumen del contenido
Se trata de un tipo de prueba atlética muy distinta a las demás ya que implica factores físicos y mentales específicos. Hay que valorar que al ser tres disciplinas diferentes (natación en aguas abiertas, bicicleta y carrera que se realizan por este orden) no todos los cuerpos están preparados para realizar un trabajo físico en terrenos variados, que las condiciones de adaptación son totalmente distintas y que el material necesario también tiene características específicas.
- La moda del triatlón consta de dos periodos de transición: uno entre el agua y la bicicleta, y otro entre la bicicleta y la carrera. Una buena transición ayuda a disminuir el consumo de energía y el control del tiempo, básico en este tipo de pruebas.
- Quien se dedica a este tipo de competición suelen ser personas con grandes cualidades físicas y una fortaleza mental importante.
- Entrenamiento cardiovascular y enfocado a desarrollar una musculatura firme: piernas, por el ciclismo y la carrera a pie, así como brazos, pecho y espalda, debido a la natación.
Todo un reto
Quienes optan por dedicar sus esfuerzos a este tipo de competición suelen ser personas con grandes cualidades físicas y una fortaleza mental importante, ya que cuando las fuerzas fallan el elemento mental debe tomar el relevo.
El atleta que decide dedicar parte de su tiempo a la preparación debe tener claro que no es un entreno “superficial y sencillo”. En este caso implica tiempo, esfuerzo y cambio de hábitos.
Inicialmente debe ser consciente de cuáles son sus límites individuales así como conocer su estado de salud. Por ello se recomienda hacer un estudio médico previo con prueba de esfuerzo.
De esta manera se obtendrán valores reales y precisos del nivel al que se empieza la preparación. Este mismo estudio, incluyendo parámetros como el consumo de oxígeno o el lactacto, es útil para poder hacer un seguimiento del entrenamiento realizado.
La importancia del entrenamiento en el triatlón
Es básico seguir un programa de entrenamiento estructurado en el que no sólo debe tenerse en cuenta la preparación física adecuada sino también mental. Hay que considerar que se trata sobre todo de un entrenamiento cardiovascular y que el triatleta desarrolla una musculatura firme tanto en las piernas, por el ciclismo y la carrera a pie, como en la parte superior, es decir, brazos, pecho y espalda, debido a la natación. También es un deporte que no cae en la monotonía, ya que se realizan tres tipos de ejercicios, que además incluyen la resistencia mental.
Cada persona es diferente y cada plan de entrenamiento debería ser personalizado y supervisado por un técnico. El trabajo previo debería contemplar un seguimiento y control de la evolución del atleta, lo que incluye anotar la frecuencia cardíaca, sensaciones subjetivas… Teniendo en cuenta estos parámetros por cada sesión se obtendrá información de la mejora y de la adaptación al esfuerzo. Durante el tiempo de entreno hay que escuchar todas las sensaciones y señales que manda nuestro organismo y no llegar a límites poco beneficiosos.
Uno de los parámetros más usados para valorar la evolución de la adaptación y mejora de manera sencilla es la frecuencia cardíaca. El pulsómetro es el elemento que nos ofrecerá esta información. Para los triatletas se aconseja utilizar uno subacuático que indique, mediante voz, el ritmo cardíaco al nadador. Funcionan mediante un sensor de infrarrojos sujeto al lóbulo de la oreja que percibe los latidos. Así pues, se puede obtener y controlar dicho parámetro en las tres disciplinas del triatlón y con ello trabajar con datos reales.
La impotancia de las transiciones
La mayoría de triatletas centran su entrenamiento en la mejora de las tres disciplinas pero hay que valorar también lo que se conoce como “tiempo de transición”. ¿A qué nos referimos con ello? Todo triatlón consta de dos periodos de transición, el que transcurre entre el agua y la bicicleta y el segundo, que sería el que hay entre la bicicleta y la carrera. Una buena transición puede ayudar a disminuir el consumo de energía y además el control del tiempo, que es básico en este tipo de pruebas.
Al subirse a la bicicleta conviene empezar suave para que el cuerpo entre en calor y se acostumbre progresivamente a la nueva actividad. Después ya se puede aumentar el ritmo y, en el último kilómetro también conviene reducirlo un poco para prepararse de cara a la segunda transición hacia la carrera. Ésta es la parte más dura de la prueba: al principio las piernas parece que no respondan pero enseguida se ponen a funcionar. Lo ideal es marcarnos nuestro propio ritmo y no obsesionarnos por los demás. Se trata de llegar a la línea de meta, de ser un finisher.
Para que las transiciones resulten sencillas es importante reducir el número de tareas como, por ejemplo, dejarse las cosas ordenadas, colocar el calzado fijo en los pedales o llevar una única pieza de ropa para nadar.
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