Trabajo en equipo
El deporte de la vela, en cualquiera de sus modalidades (incluso en las individuales, aunque parezca un sinsentido), es un deporte de equipo en esencia. La interdependencia de unos tripulantes con otros es absoluta, y sólo aquellas tripulaciones coordinadas acaban por dominar el arte de navegar un velero de manera eficaz.
Lo curioso de este aspecto, en mi caso, es que yo me diera cuenta de ello no navegando sino cuando entré en el mercado laboral convencional. Cuando, aún en prácticas de «Urgencias» le pedí ayuda a un compañero médico para que me orientara en el diagnóstico de una paciente y, tras mirarme con extrañeza, me mostró las muchas carpetas apiladas que tenía pendientes, sin siquiera valorar si mi caso fuera mucho más grave que los suyos.
En varias ocasiones más he podido comprobar cómo distintos colectivos empresariales no son sino meros grupos: las tareas son repartidas de manera tabicada e independiente y uno acaba cuando las saca adelante. El sumatorio de todas estas tareas nos dará el rendimiento final de ese grupo.
Sin embargo, en un barco a vela esta táctica no cabe; no es mejor ni peor pero sí diferente; todas las tareas a bordo, en todas y cada una de las maniobras, están interrelacionadas, involucrando a todos (o casi todos) los tripulantes; por tanto, resulta imprescindible la colaboración de todos y el trabajo coordinado y seriado de todos para llegar a culminar la maniobra perfecta. Bastará con que uno sólo de los eslabones de la cadena falle para comprometer el éxito de la maniobra. Esto se llama «equipo» y permite alcanzar horizontes mucho mayores o más lejanos que cuando nos quedamos en meros «grupos».
Cierto es que el equipo es, por tanto, un castillo de naipes: si las cosas no salen bien, ¡el resultado será el desastre! Claro, ahí entra el entrenamiento, las reuniones para discutir el caso, las grabaciones en video para estudiar los fallos y cómo corregirlos, los ajustes de los tripulantes para colocar a cada uno en su mejor puesto, en el que resultara más eficaz. De ahí que Eddie Owen, nuestro entrenador en el equipo español de Copa América, nos insistiera en que «la Copa América se gana en tierra y es todo un tema de reuniones y reuniones».
Ciertamente, las horas que pasamos visionando los videos del día (vídeos que otro eslabón de la cadena ha tenido que grabar, claro), a veces a cámara lenta, a veces rebobinando, estudiando una y otra vez las maniobras para descubrir cómo mejorarlas, fueron muchas y muy largas. Pero la ayuda que aportaron fue inmensa, y pudimos objetivar nuestra mejora de forma rotunda y sin lugar a la menor duda.
El resultado: un barco exitoso en sus maniobras, con un alto rendimiento en su regata o su crucero, y con una mayor seguridad a la hora de afrontar condiciones adversas de viento y Mar, cuando las cosas se tuercen. Estos serán los barcos que ganen las regatas, ya fueran costeras, oceánicas o simples travesías de media o larga distancias.
Pero aún más: serán las tripulaciones más unidas, las de mayor camaradería, las más sólidas, las de mayor calado; serán los compañeros que uno querrá tener al lado cuando surjan nuevos proyectos.
El «grupo» es matemática: 1 + 1 = 2
El «equipo» es confianza: 1 + 1 = 2 + un plus.
Y será ese plus, creciente además de manera exponencial, el que nos permita llegar un poco más lejos cada vez.
¿Es mi empresa un «equipo»? ¿O es un «grupo»?
Esta pregunta es muy fácil de contestar: los empleados de esa empresa… ¿conocen bien cuál es el trabajo de su compañero? ¿Podrían desarrollarlo en un momento dado sin que se resintiera el rendimiento?
Si las respuestas a estas preguntas fueran «no», tenemos mucho trabajo por hacer, muchas reuniones por delante, muchas revisiones que hacer.
No es infrecuente en el barco el intercambiar todos los puestos a bordo, incluso sin previo aviso. Ésta es una muy buena manera de estimular la empatía, fundamental en el rendimiento personal y del equipo. Por supuesto, las primeras maniobras saldrán mal ¡claro, como deber ser! pero nos servirán, desde la primera de ellas, para darnos cuenta de cuáles son los problemas que nuestro compañero afronta en su puesto, lo que seguro nos llevará a entender mejor la tarea y ser más comprensivos con su parte, que es la nuestra, al fin y al cabo.
Cuando un armador de renombre, empresario de éxito, fue preguntado acerca de las razones para invertir su dinero en un equipo de regatas, su contestación fue «porque en ningún otro sitio he visto un trabajo en equipo igual; y yo admiro, y también necesito, el trabajo en equipo!»
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