Resumen del contenido
Es frecuente notar la espalda cargada tras la práctica deportiva y lo achacamos a la sobrecarga mecánica o a las agujetas, pero si estos síntomas se prolongan en el tiempo debemos descartar otras posibles causas. Los socios de Club MAPFRE, cuentan de manera gratuita, con un equipo de expertos en medicina deportiva. Un entrenador personal podrá asesorarte personalmente por chat y evitarás riesgos, lesiones o dolencias que pueden impedirse fácilmente con la atención precisa.
¿Cómo reconocer los síntomas?
Es una premisa conocer nuestro límite musculoesquelético. Sabemos cuándo nuestra musculatura comienza a agotarse y debemos conocer cuándo debemos parar. Es sólo cuestión de autocontrol. Si no conocemos nuestro límite corremos el riesgo de lesionarnos. Asimismo, debemos tener unos conocimientos que nos ayuden a entender mejor nuestros síntomas en cuanto empiezan a manifestarse. El esquema mental no es difícil, pero debe seguirse. Un dolor lumbar puede deberse a muy diferentes causas entre las que debemos mencionar algunas totalmente ajenas a un problema deportivo como puede ser:
En función de las características del dolor y del cortejo de síntomas que acompañan podremos sospechar su posible origen. Por supuesto, si tenemos escalofríos o estamos destemplados no debemos forzar la máquina. Como premisa, un dolor lumbar localizado a nivel de cintura y que se modifica con el movimiento lo achacaremos a un dolor de origen musculoesquelético, pudiendo tratarse de un esguince lumbar, un lumbago, un síndrome del psoas, una ciatalgia, etc.
¿Qué debemos hacer?
En todos los casos, la actividad deportiva empeorará nuestros síntomas por lo que la mejor opción sería interrumpirla y realizar un tratamiento sintomático. Acudiremos a una visita médica presencial si los síntomas no mejoran tras haber iniciado una pausa deportiva y un tratamiento analgésico. Es posible que se trate de una sobrecarga mecánica autolimitada, pero puede tratarse de un problema traumatológico más serio. Por ello, nuestra recomendación es:
- Acudir a una visita médica si el cuadro, lejos de resolverse en dos o tres días, persiste o, peor aún, empeora.
- Realizarse una exploración física y un buen interrogatorio permitirá al médico orientar los síntomas y emitir una orientación diagnóstica.
- Muy probablemente sea necesaria la realización de alguna prueba diagnóstica que nos permita filiar el caso con más profundidad. Inicialmente se realiza una radiografía en la que podemos valorar los discos vertebrales, los espacios intervertebrales, la alineación del eje, posibles dismetrías, signos artrósicos, calcificaciones, malformaciones….
Cuando en la radiografía se detecta alguna lesión que precisa profundizar el estudio suele recurrirse a una resonancia o una tomografía computarizada, en función del objeto de estudio (suele solicitarse una resonancia para el estudio de las partes blandas y una tomografía para el estudio óseo). Pueden requerirse otras pruebas para confirmar el diagnóstico (ecografía musculoesquelética, electromiografía…).
Conocer y trabajar el core
Tras esta exposición global de la trascendencia que puede albergar un dolor lumbar es importante que el deportista, especialmente el corredor, tenga algunos conocimientos ineludibles. El primer concepto que se debe interiorizar es el de la musculatura del core. Se trata de los grupos musculares que soportan la columna (músculos de la pelvis, la baja espalda baja, la cadera y el abdomen). Debe haber un equilibrio armónico entre esos diferentes grupos musculares para distribuir la fuerza transmitida en el eje durante la carrera. Cualquier mala postura que altere el equilibrio y estabilidad muscular conducirá a sobrecarga del resto de componentes musculares. Los músculos del core abarcan tres subgrupos anatómicos:
- Abdominales: son los músculos situados en la pared abdominal. Soportan los órganos digestivos contenidos en la cavidad abdominal, participan en la respiración y confieren el equilibrio anterior al eje de la columna. Se potencian realizando abdominales.
- Los músculos de la cadera estabilizan la postura pélvica y confieren estabilidad y sujeción durante la marcha. Se potencian con movimientos de rotación
- Los músculos de la espalda baja (glúteos, piramidal y paravertebral) aportan la estabilidad posterior al eje de la columna. Se potencian con estiramientos y forzando la elongación de la columna
Una musculatura laxa o débil genera una distribución incorrecta de cargas que se traduce en posturas viciosas, sobrecargas musculares e incluso rupturas fibrilares. En el corredor no puede desestimarse este equilibrio. Para mantener la postura erguida debe contarse con una musculatura abdominal y paravertebral potente. Para mantener una deambulación prolongada debemos contar con un suelo pélvico y una musculatura glútea entrenados. Si se detecta un desequilibrio de estas cargas musculares debe abordarse por el experto que corresponda:
- El traumatólogo corregirá los problemas de balance de fuerzas entre columna y pelvis.
- El podólogo corregirá el eje axial y la carga trasmitida a la superficie del suelo durante la marcha. Un estudio biomecánico puede ayudarnos a estudiar una alteración en el equilibrio y carga mecánicos. Los seguros de MAPFRE Salud tienen acceso a esta técnica bajo prescripción médica a través de los servicios concertados del cuadro médico En el caso de adultos se incluye un estudio cada 5 años, en el caso de niños 1 estudio cada 2 años.