Claves para vivir más y, sobre todo, mejor
Resumen del contenido
Licenciada en Medicina y Cirugía (Universitat Autònoma de Barcelona)
Especialista en Medicina Interna (Hospital Universitari de Bellvitge)
Máster en Comunicación Científica, Médica y Ambiental (Universitat Pompeu Fabra)
El paso de los años afecta a todos
El proceso de envejecimiento es universal para todos los seres vivos y no puede ser revertido, al menos por ahora. Pese a lo que algunos nos quieren hacer creer, no es una enfermedad en sí mismo sino que se trata del proceso normal del paso de los años, al igual que el proceso de desarrollo en la pubertad tampoco es una enfermedad.
Los cambios que se producen en nuestro organismo con el paso de los años afectan a todos los órganos y tejidos del organismo, tanto a los que “se ven desde fuera” como a los que quedan ocultos en el interior. Se trata de cambios normales, consecuencia del paso de los años, pero son más intensos si durante la juventud y la edad adulta no se ha llevado un estilo de vida sano y equilibrado: todos aquellos hábitos no saludables mantenidos durante nuestra vida podrán tener repercusión en el futuro, y las consecuencias de esos hábitos nocivos realizados durante años podrán acumular sus consecuencias y hacer de nuestra vejez un período menos confortable de lo que podría haber sido.
Healthy aging vs medicina antiaging
La llamada “medicina antiaging” (concepto controvertido que implica una posición “contraria a la vejez”) intenta convencer de que el proceso de envejecimiento es patológico, reversible y de que se puede conseguir una especie de “juventud eterna”.
Es un concepto discutido y que incita a algunos profesionales y a sus pacientes a interpretar los datos científicos (a menudo carentes de fiabilidad), dando la esperanza de que es posible incrementar la cantidad y la calidad de la vida a través de ciertas acciones no demostradas, siempre innovadoras, exclusivas, originales o incluso folclóricas y a menudo económicamente onerosas para el paciente.
Desde las instituciones de salud internacionales con base científica se suele preferir el concepto de “healthy aging”, que implica el estudio científico y el conocimiento de cuáles son las medidas que se pueden tomar para llegar a la vejez con mayor salud, y que básicamente son las que se recogen en el recuadro.
Cumplir años con salud
La Medicina Preventiva, la Geriatría y la Gerontología pretenden conocer los mecanismos normales implicados en el envejecimiento y educar en salud a todas las personas para que sigan un estilo de vida sano, a través de las únicas medidas que se han mostrado eficaces para mantener la salud.
Entendemos como principales hábitos saludables: seguir una dieta equilibrada, realizar ejercicio físico a diario, mantener un peso correcto, disfrutar de un buen descanso nocturno, evitar el alcohol y el tabaco, y mantenerse activo socialmente. En el fondo, todos estos hábitos están relacionados entre sí: si comemos de manera sana y hacemos ejercicio mantendremos un peso adecuado; si evitamos el alcohol y el sobrepeso dormiremos mejor, etc.
Dieta equilibrada
Una dieta saludable supone realizar una ingesta equilibrada de proteínas, grasas e hidratos de carbono. La dieta debería basarse principalmente en frutas, verduras, cereales, legumbres, carnes magras y pescado. Se aconseja limitar el consumo grasas saturadas, carnes rojas, sal, bebidas azucaradas y comida preparada. El aporte de fibra también es importante (cereales integrales, legumbres y frutas).
Ejercicio físico
La actividad física es una de las claves para alargar la expectativa de vida activa, es decir, sin enfermedades ni discapacidades. A cualquier edad, las personas se benefician de realizar actividad física de manera regular. En general, se recomienda un mínimo de 150 minutos semanales de actividad aeróbica moderada (caminar rápido, correr, nadar, ir en bicicleta, bailar, etc.) repartidos en varios días, y 90 minutos a la semana de ejercicios de fortalecimiento muscular y estiramientos (tipo Pilates).
Control del peso
El sobrepeso y la obesidad incrementan el riesgo de enfermedades cardiovasculares y de cáncer y, por lo tanto, disminuyen la esperanza de vida.
Una herramienta para saber si tenemos el peso adecuado es calcular el Índice de Masa Corporal (IMC) con la siguiente fórmula: IMC=peso (kg) / [estatura (m)]2:
- Peso inferior al normal: IMC <18.5
- Peso normal: IMC 18.5-24.9
- Sobrepeso: IMC 25-29.9
- Obesidad: IMC >30
La dieta y el ejercicio físico son los factores clave para mantenerse dentro de un peso normal.
Sueño
El descanso nocturno de calidad es un factor protector de la salud. Las horas de sueño varían en función de la edad; los niños y jóvenes necesitan dormir más que las personas adultas. Para poder descansar bien por la noche se recomienda cenar pronto y evitar el alcohol por la noche. Es importante disminuir los estímulos externos como las pantallas digitales un par de horas antes de irnos a la cama.
Alcohol
El consumo de alcohol aumenta del riesgo de padecer algunos tipos de cáncer y supone un aporte de calorías vacías que está relacionado con el incremento de peso y la obesidad. Por lo tanto, se aconseja evitar su consumo o, al menos, limitarlo al máximo.
Tabaco
El tabaco es un factor de riesgo cardiovascular, pero también está relacionado directamente con diferentes tipos de cáncer (no sólo el pulmonar) y con la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), que suponen una disminución en la calidad y la esperanza de vida de las personas afectadas. Nunca es tarde para dejar de fumar, pues en el momento que se deja de fumar ya hay beneficios para la salud.
Las personas que tienen una buena red de apoyo social y que se mantienen activas socialmente tiene mejor calidad de vida y menos estrés. Esto es especialmente importante para que las personas mayores vivan con plenitud su vejez.
Antioxidantes y terapia hormonal
Se ha implicado en la “medicina contra el envejecimiento” a numerosas moléculas antioxidantes, como la vitamina E, la vitamina D, los carotenoides, la acetil-cisteína o el selenio dentro de la llamada “terapia antioxidante antiedad”.
Cada cierto tiempo aparecen nuevas moléculas, elementos o compuestos “milagrosos”. Incluso se ha llegado a proponer la terapia con ozono (O3), una sustancia inestable “superoxidante” como terapia antiaging, como ejemplo de las contradicciones en este campo.
Si bien sus efectos sobre la salud han sido estudiados durante más de cincuenta años, en ningún estudio se ha podido demostrar la influencia de los antioxidantes sobre el proceso del envejecimiento ni sobre la esperanza de vida.
Especialmente destacable es el leve aumento de mortalidad en algunos estudios entre las personas que tomaban altas dosis de vitamina E como terapia antioxidante.
Aunque los niveles en sangre de muchas hormonas descienden de manera fisiológica con la edad, no se ha podido probar que este descenso sea patológico ni que produzca ninguna patología. Y mucho menos está probado que al suplementar con hormonas (análogas o las llamadas “bioidénticas”) reviertan los cambios producidos por la edad, disminuyan patologías o aumente la longevidad.
Las hormonas más implicadas y utilizadas como “medicamentos antiedad” han sido la testosterona y dehidroepiandosterona (DHEA), estrógenos, progestágenos, la hormona del crecimiento y la vitamina D. Estas hormonas parece que pueden modificar la composición muscular y de grasas del cuerpo y de la densidad mineral ósea, pero la influencia de estos hechos, aun siendo ciertos, no se ha correlacionado con cambios en el proceso de envejecimiento ni con la esperanza de vida.
Los datos sobre los presuntos beneficios de la suplementación hormonal son discutibles, e incluso en algunos casos también han sido perjudiciales para la salud, aumentando la mortalidad cardiovascular y algunos tipos de cáncer.
En concusión… En teoría, las intervenciones llamadas “antiaging” (“antiedad”) podrían modificar los mecanismos bioquímicos y moleculares que causan los cambios normales y los signos del paso de los años sobre nuestro organismo, o incluso reducir la propensión a padecer determinadas enfermedades de la vejez. Sin embargo, no se han encontrado evidencias científicas de que esto sea así: ninguna terapia “antiedad” ha revertido nunca realmente el proceso de la vejez ni ha incrementado la longevidad, aunque en animales de experimentación esos cambios parezcan haber existido.
Por lo tanto, nos guste o no, las únicas medidas que sí se han mostrado efectivas para reducir el impacto de las enfermedades en la vejez son seguir las pautas ya conocidas de estilo de vida y nutrición saludables: mantener el peso adecuado, realizar ejercicio físico, seguir una alimentación rica y variada, evitar los hábitos de fumar o beber alcohol, mantener unas relaciones sociales satisfactorias y controlar las enfermedades que pudieran aparecer desde su diagnóstico más temprano.
A través de estos correctos hábitos de vida sí podremos reducir la influencia de los cambios que en nuestro organismo produce el tiempo, aumentar la esperanza de vida y, lo que es más importante, los años que vivamos gozaremos de un mejor estado de salud físico, psicológico y social.
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Lo que debes saber…
- La “medicina antiaging” intenta convencer de que el proceso de envejecimiento es patológico, reversible y de que se puede conseguir una especie de “juventud eterna”.
- Ninguna terapia “antiedad” ha revertido nunca realmente el proceso de la vejez ni ha incrementado la longevidad, aunque en animales de experimentación esos cambios parezcan haber existido.
- Realizar ejercicio, seguir una dieta equilibrada o evitar hábitos nocivos para la salud, son las únicas medidas eficaces que ayudarán a mantener la salud.
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