Los fundamentos de la homeopatía nacieron en el contexto universitario de la medicina modernista de la Escuela de Viena (XVIII), cuando investigadores como el Dr. Stoerck abordaron la experimentación de las sustancias medicinales y la posibilidad de aplicarlas en dosis mínimas (Los orígenes de la Homeopatía; A. Giordan, D. Raichvarg, C. Mure; 2010).
En 1796 e influido por estos y otros trabajos (Jenner y su vacuna, Cullen y la quinina para la malaria), el Dr. Samuel Hahnemann publicó en una de las revistas médicas más prestigiosas de Centroeuropa una sistematización de estos principios, que se denominó “Homeopatía” (homeos=similar, porque existe similitud o relación entre los efectos tóxicas y terapéuticos de los medicamentos).
Aunque la homeopatía se popularizó rápidamente en los medios científicos y médicos, posteriormente quedó relegada debido al auge de la química molecular (el aislamiento de las moléculas más activas para su uso farmacológico) y de otras corrientes médicas (microbiana, fisiopatológica y anatomopatológica).
Actualmente, el resurgimiento de la homeopatía se debe a la necesidad de recuperar una visión global e integral del paciente, de utilizar medicamentos menos agresivos para el organismo y de abordar con mayor eficacia el tratamiento de problemas funcionales (sin causa aparente) así como de problemas crónicos y recidivantes (con recaídas frecuentes).
- En España el 30% de la población ha utilizado medicamentos homeopáticos alguna vez.
- La homeopatía tiene muy baja aparición de efectos secundarios, reacciones adversas o interacciones.
- Los medicamentos homeopáticos pueden formar un buen tándem con los convencionales para tratar algunas enfermedades.
Definición
Clásicamente, homeopatía se ha definido como un “método terapéutico que consiste en administrar al paciente pequeñas dosis de una sustancia que, en dosis elevadas, provocaría en una persona sana la aparición de manifestaciones patológicas; pero en el enfermo que presenta manifestaciones similares, en dosis infinitesimales, es curativa.”
Una definición moderna, acorde con la consideración de los productos homeopáticos como medicamentos y con el ejercicio de la homeopatía por parte de profesionales sanitarios, sería la de “técnica terapéutica basada en una observación clínica completa y rigurosa que conduce a la prescripción de medicamentos homeopáticos cuyas indicaciones proceden de una farmacología fundamentada por una constatación experimental que es la similitud”. En la definición se distinguen dos aspectos:
- Un método terapéutico que aborda a los pacientes de forma integral, seleccionando los medicamentos según una exploración del paciente característica y complementaria a la convencional. Así se decide a qué medicamentos el paciente responderá mejor tanto para aliviar sus síntomas como para equilibrar su organismo.
- Una farmacología específica, la de los medicamentos homeopáticos, descrita en farmacopeas homeopáticas y regulada en las mismas leyes que el resto de medicamentos. Por eso, a diferencia de los productos “naturales” de herboristería, sólo se dispensan en farmacias y están sometidos a controles de calidad específicos.
Realidad científica, académica y social Para situar en datos y cifras el auge de la homeopatía en España, se puede señalar que actualmente un 30% de la población ha utilizado medicamentos homeopáticos en alguna ocasión, bien por prescripción médica o por consejo en una de las 13.000 farmacias que trabajan de forma habitual con estos medicamentos.
Unos 10.000 médicos de diversas especialidades (sobre todo pediatras y médicos generales) utilizan medicamentos homeopáticos tanto en el sector público como en el privado. Además, podemos encontrar algo más de 1.000 consultas de médicos especialistas en homeopatía, aunque son muchos más los médicos que se han formado para ello.
El médico que lo desea puede acreditar su condición de homeópata solicitando su inscripción como tal en su Colegio de Médicos, que se hará efectiva cuando se compruebe que sus méritos superan el baremo establecido por la Organización Médica Colegial.
Los profesionales sanitarios pueden acceder a numerosos cursos breves de homeopatía en forma de seminarios para conocerla mejor y poder aplicarla en determinadas áreas terapéuticas.
No obstante, la formación que permite a un profesional especializarse en homeopatía requiere de uno a tres años y se realiza tanto en escuelas privadas como en Colegios Profesionales y en diferentes Universidades (entre otras Salamanca, Navarra, Alcalá y Zaragoza, pudiendo encontrar en esta última una cátedra de homeopatía).
La aceptación de la homeopatía en los medios científicos, aunque acompañada de polémica, se produce también al admitir las revistas biomédicas numerosos artículos de investigación sobre el tema, tanto en investigación de laboratorio como humana y animal.
Medicamentos seguros La gran ventaja es la seguridad, entendida como la baja aparición de efectos secundarios, reacciones adversas o interacciones. Así se constata mediante los estudios científicos publicados (ver el capítulo de evidencias científicas), que confirman la impresión clínica de los homeópatas: sus pacientes normalmente no experimentan ninguna clase de efecto secundario, ni siquiera en el tratamiento de mujeres embarazadas o en lactancia, de niños, de pacientes que toman otros medicamentos o de aquellos cuyos sistemas hepático o renal están dañados.
Aún así, es preceptivo declarar a las autoridades sanitarias todos los efectos secundarios que se produzcan al usar este tipo de medicamentos para poder estudiarlos, y es necesario tener en cuenta los excipientes de los medicamentos y otras sustancias que en ocasiones pueden acompañar a los principios activos homeopáticos.
Una opción más en el botiquín Los medicamentos homeopáticos no sólo se pueden complementar con los convencionales, sino que a menudo forman un buen tándem.
Por ejemplo, un médico que administra antibióticos ante una infección de oído, puede usar los medicamentos homeopáticos para que ésta no se repita; en caso de alergia o de fiebre alta, si el tratamiento homeopático o el convencional no consiguen aliviar por sí solos todos los síntomas, pueden asociarse para conseguirlo; en ocasiones no existe tratamiento farmacológico convencional y la homeopatía es la única opción antes de optar por la cirugía, como en los moluscos de la piel de los niños; a menudo en enfermedades crónicas como psoriasis, asma o ansiedad, el tratamiento homeopático puede ayudar a reducir la medicación convencional evitando así algunos de sus riesgos.
Motivos frecuentes de consulta Los problemas que más frecuentemente se ven en la consulta del homeópata dependen del tipo de paciente: en niños, las infecciones de repetición (faringitis, amigdalitis, vegetaciones, otitis), los problemas de alimentación y sueño y las alergias; en hombres, los problemas digestivos y urológicos (próstata, piedras); en mujeres, los problemas menstruales, varices, sofocos, ayuda al parto, infecciones genitales y urinarias de repetición; de forma general, los problemas de la piel, las migrañas, los dolores reumáticos (artrosis, fibromialgia, espondilitis anquilosante, etc.) y las alteraciones del ánimo (ansiedad y depresión); en las enfermedades graves y terminales, y en particular el cáncer, suele utilizarse para aliviar los efectos secundarios de la quimioterapia y de la radioterapia (nauseas, quemaduras, fatiga, estado de ánimo).
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