La misofonía es una hipersensibilidad auditiva o una baja tolerancia ante un cierto tipo de estímulos auditivos, pero sin unas características concretas. Es decir, que no tienen por qué ser sonidos muy agudos, muy graves o muy fuertes.

El término misofonía es relativamente reciente y fue acuñado por los científicos estadounidenses Pawel y Margaret Jastreboff. Se trata, pues, de una afección sobre la que todavía no existen muchos estudios ni un tratamiento estandarizado.

¿Qué causas tiene la misofonía o sensibilidad al ruido?

No está clara la causa de este problema y existen hipótesis que defienden que se trata de una condición neurológica, según la cual la activación de neuronas asociadas a un estímulo auditivo está a la vez asociada a una experiencia molesta o estresante y a emociones negativas, siendo inmediata la reacción fisiológica a esos sonidos. También existen hipótesis en las que este problema se asocia al trastorno obsesivo-compulsivo o en las que se contempla la posible influencia de experiencias tempranas. De todas formas, a día de hoy, esta dolencia no está contemplada en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales.

La misofonía o sensibilidad al ruido se manifiesta cuando sonidos a los que la mayoría de personas se han habituado y a los que no prestan demasiada atención porque no son significativos desencadenan una intensa reacción en las personas que padecen misofonía, como si se tratase realmente de algo amenazante o peligroso.

Este problema suele iniciarse al final de la infancia o al principio de la adolescencia y tiende a agravarse con el paso de los años.

¿Cómo se manifiesta la misofonía o sensibilidad al ruido?

Existe una amplia variedad de sonidos susceptibles de ser altamente desagradables para las personas misofónicas.

  • En la mayoría de los casos estos individuos manifiestan incomodidad ante sonidos emitidos por otras personas como, por ejemplo, al masticar, sorber, carraspear, besar, silbar o bostezar, entre otros.
  • En otras ocasiones sucede ante estímulos repetitivos y también ante sonidos ambientales como relojes, alarmas, aires acondicionados o, por ejemplo, el sonido que se produce al pasar páginas en un periódico o al presionar las teclas de un ordenador.
  • Otras circunstancias en las que la persona misofónica puede sentirse irritada es ante los sonidos que emiten algunos electrodomésticos como hornos, neveras, televisores, radios, lavadoras o ventiladores. Estos estímulos producen en las personas misofónicas un estado de irritabilidad y agitación, desencadenando, en muchas ocasiones, también reacciones de ira o mal humor. Pueden alterar significativamente el bienestar y la calidad de vida de las personas y suelen, a su vez, llevarlas a evitar determinadas situaciones y a desarrollar problemas en las relaciones sociales. La elevada incomodidad para la persona con esta afectación puede desencadenar discusiones y agresividad hacia los demás e inducirlas, en el caso extremo, a un aislamiento social.
  • Otras reacciones habituales son hacer uso de tapones, audífonos o auriculares, cambiar los horarios y los hábitos diarios con el objetivo de no tener que exponerse a esos molestos sonidos desencadenantes.

En todo caso, hay que tener en cuenta que todos los intentos de solución mencionados anteriormente tratan de no escuchar los sonidos que producen malestar, pero no de resolver el problema.

Tratamiento de la misofonía

A día de hoy no existe un tratamiento que cure la misofonía. Sin embargo, los tratamientos psicológicos pueden ayudar a la persona a sobrellevar el problema y mejorar la situación. Algunos objetivos abordables mediante el trabajo psicoterapéutico son:

  • Hablar del problema, aceptarlo y aprender a convivir con él.
  • Manejar la ansiedad que conlleva esta afectación, trabajando sobre las preocupaciones y la obsesión que se suele desencadenar entorno a los sonidos molestos.
  • Flexibilizar la interpretación de situaciones concretas para tratar de que deje de percibirse como algo tan intolerable o amenazante.
  • Un aspecto importante a tener en cuenta será tratar de preservar las relaciones de convivencia familiar y las relaciones personales, que en muchos casos quedan seriamente perjudicadas, y en las que además la persona misofónica puede sentirse incomprendida e injustamente tratada, debido a sus exageradas reacciones.

El objetivo se debe centrar en poder afrontar las situaciones en las que se producen este tipo de sonidos y conseguir que la dinámica diaria de la persona misofónica sea lo más satisfactoria posible.

Lo que debes saber:

  • Sonidos a los que la mayoría de personas se han habituado y a los que no prestan demasiada atención desencadenan una intensa reacción en las personas que padecen misofonía, como si fuese algo amenazante o peligroso.
  • La persona misofónica puede sentirse incómoda, irritada o agobiada frente al sonido de un ventilador, reloj, cuando alguien teclea en el ordenador, mastica o bosteza…
  • A día de hoy no existe un tratamiento que cure la misofonía. Sin embargo, los tratamientos psicológicos pueden ayudar a la persona a sobrellevar el problema y mejorar la situación.

 

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