Resumen del contenido
Existen diferentes tipos de dolor en función de su origen y sintomatología. Podemos tener dolor físico, provocado por un golpe, dolor emocional por la pérdida de un ser querido, o dolor psicológico, que está en la mente sin una causa tangible.
El dolor psicológico es un tipo de malestar, incomodidad o sufrimiento en general que no tiene una causa física, es decir, que no nace en los estímulos captados por los nervios que mandan señales de nuestro organismo hacia nuestro encéfalo, sino que tiene una naturaleza difusa y que proviene de nuestra mente; lo provoca la ansiedad. La persona que lo padece no puede definir de forma exacta cómo se siente ni puede atribuir el malestar a una parte del cuerpo en concreto.
¿Cómo detectar el dolor psicológico?
- Dolor que empieza de repente y crece con el tiempo.
- Presenta una alta intensidad, es cualitativamente variable, no se modifica con posturas, movimiento, ni variabilidad circadiana.
- No responde, o responde transitoriamente a los analgésicos.
- Difícil de situar en partes concretas del cuerpo.
- Produce una discapacidad desproporcionada a la objetividad clínica del problema.
- No se encuentra un diagnóstico que dé explicación al dolor experimentado, o hay una desproporción/incoherencia entre la evidencia de patología y el cuadro clínico que presenta la persona.
¿Cómo se manifiesta?
Acostumbra a aparecer en forma de dolores de cabeza, de malestar general, o incluso de inseguridad con uno mismo o atacando la autoestima. Cada persona lo refiere de formas distintas, en función de diversas intensidades, y de si existen otras patología en ese momento. Pero en general, lo habitual es encontrarse con personas que no saben situar anatómicamente el dolor sentido, y que desconocen el origen y la causa del malestar.
¿Cómo son las personas que lo sufren?
- Están convencidos de tener una patología orgánica y rechazan posibles interpretaciones psicológicas o psiquiátricas.
- Con actitud defensiva, enfadados y críticos a los antecedentes de su historia personal.
- Omiten los documentos e información médica que apoyan el origen psíquico del dolor.
- Especialmente emocionales a la hora de describir la discapacidad o síntomas.
- Expresan de forma exagerada el dolor en presencia de personas sensibles (trabajadores sanitarios, cónyuge y familiares, etc.)
- Buscan compulsivamente un nuevo especialista que pueda finalmente comprender su dolor para resolverlo.
- Suelen estar desempleados y sin motivación para volver al trabajo.
¿Es lo mismo que dolor emocional?
El dolor psicológico puede parecer lo mismo que el dolor emocional, pero no lo es. El dolor psicológico es el que tiene como base una alteración de la rama simpática del sistema nervioso autónomo, es decir, sufrir ansiedad. En cambio, el dolor emocional es una experiencia subjetiva de dolor, procedente de una herida psíquica que nadie ve y que, prolongado en el tiempo puede generar alteraciones físicas reales, es decir, se puede somatizar.
Cuando somatizamos, tenemos una causa o un origen que podemos encontrar y tratar directamente. La persona que somatiza convierte el sufrimiento originado a nivel psicológico en una lesión física real y tangible. Por ejemplo, una persona que no gestiona bien sus estados nerviosos puede generar dolores de espalda, musculares, problemas en la piel, alopecia, vómitos, diarreas, cefaleas, mareos, etc. En cambio, el dolor psicológico resulta difícil de situar en una parte concreta del cuerpo.
Aunque el dolor psicológico puede ser tan intenso como el dolor emocional, su abordaje terapéutico es más sencillo ya que responde muy bien a los fármacos ansiolíticos y a la terapia psicológica.
¿Cómo puede tratarse el dolor psicológico?
El dolor psicológico no es algo que la persona esté imaginando, o algo que este creyendo que siente, por tanto, se puede tratar:
- Intervenciones psicológicas: Como la terapia cognitivo-conductual, las técnicas de relajación o la hipnosis. Todas ellas enfocadas a regular la percepción del dolor.
- Terapias físicas: Como la acupuntura, magnetoterapia, electro analgesia, etc.
- Terapia farmacológicas: realizadas con analgésicos, neuromoduladores o psicofármacos, especialmente para los aspectos psicosociales del dolor.
- El manejo del dolor psicológico puede ser similar al del dolor crónico, pero hay que tener especialmente cuidado con el uso de medicamentos y evitar aquellos que tienen un alto potencial de abuso, como los opiáceos y las benzodiacepinas, ya que pueden provocar adicción.
- El uso simultaneo de varias técnicas resulta fundamental para una gestión multidimensional eficaz.
Consejos para enfrentar el dolor psicológico
- Los ejercicios de relajación ayudan a aliviar la tensión provocada por el dolor, a paliar los efectos de la ansiedad, y son útiles para disminuir la actividad adrenérgica y aumentar la actividad parasimpática.
- La terapia de aceptación ayuda a tomar consciencia de la situación actual para dejar de luchar y evitar las emociones y pensamientos negativos que generan más frustración. Aceptar es siempre el primer paso para producir un cambio.
- El mindfulness favorece la construcción de una mente presente que acepta sus emociones, y se relaciona consigo misma desde la amabilidad y la comprensión. Quienes practican mindfulness ven reducida su ansiedad, su estrés y su dolor psicológico.
- La escritura terapéutica ayuda a expresar aquellos pensamientos que no logramos decir en voz alta. Es una técnica que sirve para organizar y dar sentido a la experiencia que vivimos. Además, facilita la comunicación con uno mismo y con el entorno social.
Lo que debes saber…
- El dolor psicológico puede parecer lo mismo que el dolor emocional, pero no lo es. El dolor psicológico es el que tiene como base una alteración de la rama simpática del sistema nervioso autónomo, es decir, sufrir ansiedad.
- Aunque el dolor psicológico puede ser tan intenso como el dolor emocional, su abordaje terapéutico es más sencillo ya que responde muy bien a los fármacos ansiolíticos y a la terapia psicológica.
- El dolor psicológico no es algo que la persona esté imaginando, o algo que este creyendo que siente, por tanto, se puede tratar.