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Se conoce como gerascofobia el intenso y persistente miedo de una persona al propio proceso de envejecimiento. Este temor afecta la dinámica diaria del individuo y altera su calidad de vida y su satisfacción personal. Sin embargo, hay que diferenciarlo del deseo de “no envejecer” y de la inquietud que sienten la mayoría de personas ante la perspectiva de hacerse mayores.
Habitualmente, la actual tendencia al consumismo, al ocio y al placer enmascara otros aspectos también inherentes a la vida como la enfermedad, la muerte o la vejez. Por ejemplo, no se debe subestimar el gran impacto de los medios de comunicación y los anuncios, que sobrevaloran la belleza y la juventud en detrimento de todo aquello que parezca envejecer o deteriorarse. De la misma manera, la sociedad también ejerce una presión que conlleva a juzgar, en muchas ocasiones y sobre todo en determinados ámbitos, a las personas más por su aspecto físico que por su capacidad o por sus cualidades personales e intelectuales.
De esta forma, y bajo este prisma, aspectos tan propios e irremediables del ciclo vital como el proceso de envejecer o la muerte son, muchas veces, vividos como tabúes o como aspectos a negar y evitar.
¿Quiénes están más predispuestos a sufrir este miedo a envejecer?
Las personas que padecen gerascofobia o miedo a envejecer asocian la vejez con el hecho de dejar de ser personas
- Personas que, por su profesión o experiencias, han vivido muy focalizadas en algunas características propias de la juventud como, por ejemplo, modelos, actores, etc. O, también, personas muy expuestas a la crítica social y el juicio ajeno, como famosos, presentadores, etc.
- Personas que, por determinadas circunstancias, han estado muy dedicadas a lo largo de su vida a cuidar su aspecto físico y la apariencia ante los demás.
- Personas que, en algún momento de su vida, se han visto expuestas a algún acontecimiento difícil o traumático, que les haya llevado a relacionar la vejez con alguna experiencia desagradable.
- Tras la gerascofobia también puede esconderse una insatisfacción vital por no haber podido conseguir determinados objetivos o proyectos vitales significativos, junto a la sensación de haber perdido los años “más productivos o mejores” de la vida.
- Otro facilitador que puede desencadenar el miedo a envejecer se puede dar al entrar en contacto con personas mayores y percibir los aspectos más negativos o vulnerables de ese momento vital.
- Todo ello, unido a características de personalidad como la inseguridad, una pobre autoestima, la fragilidad o la dependencia, puede también facilitar el desarrollo de esta patología.
¿Cómo se manifiesta el miedo a envejecer?
Ello puede llevar a la persona a tratar de esconder esas incipientes señales o intentar apaciguarlas mediante cremas, maquillajes, operaciones de cirugía estética u otros sistemas. En ocasiones, este miedo a envejecer también puede provocar que una persona trate de vestirse con ropa extremadamente juvenil o que adopte actitudes y comportamientos impropios para su edad, entre otras conductas.
Las manifestaciones más habituales cuando se padece esta patología son:
- Tener pensamientos negativos y recurrentes sobre el futuro y el hecho de envejecer.
- Preocuparse por ello y sentir una ansiedad intensa ante este tipo de pensamientos o al detectar evidencias de madurez.
- Sentimientos de inseguridad y tristeza ante la falta de control sobre un cuerpo que antes se percibía como más atractivo o modelable.
- Impotencia por no poder parar el proceso natural de envejecimiento.
- Habitualmente, estas manifestaciones suelen ir asociadas a otros miedos como el miedo a la fragilidad, a sentirse vulnerable, al empeoramiento del estado de salud, a la dependencia de otras personas, a la soledad o a no sentirse útil o capaz, entre otras muchas consecuencias.
- Estos individuos también suelen tener problemas interpersonales por entrar en comparaciones con otras personas más jóvenes, querer competir con ellas en aspectos vitales o sentir envidia hacia ellas por tener un aspecto más juvenil.
- En ocasiones, suelen entrar en dinámicas obsesivas, como examinar insistentemente el propio aspecto ante el espejo o pasar mucho tiempo tratando de disimular las señales de madurez.
¿Qué hacer ante estas manifestaciones?
Aunque sería necesario realizar un estudio personalizado de cada individuo para comprender cómo ha llegado a desencadenar este temor, a grandes rasgos se puede proponer:
- Realizar un trabajo introspectivo en busca de cualidades y valores en la persona, quizás no tan visibles externamente pero muy gratificantes y valiosos; es decir, mirar en el interior de cada uno para conocerse y valorarse por lo que se es.
- No tratar de tapar señales inevitables de madurez. Al contrario, aceptarlas con naturalidad y convivir con ellas.
- Seguir cuidando el aspecto físico, sin pasar al extremo opuesto del abandono.
- Hacer balance de la propia vida, de las etapas y experiencias vividas, aceptando el ciclo vital tal como es y las peculiaridades y posibilidades de cada momento.
- Tratar de utilizar el sentido del humor y el optimismo. La actitud positiva y las ganas de vivir, de disfrutar y de aprender no deberían de perderse con el paso de los años.
- No tomar decisiones impulsivas sobre aspectos significativos que podrían tener importantes consecuencias como, por ejemplo, sobre someterse a determinados tratamientos no probados o a cirugías estéticas con resultados dudosos.
- Relativizar, dando la justa importancia a las cosas y ver las señales de madurez como aspectos concretos y limitados.
- Cuidar los hábitos básicos de alimentación, ejercicio físico y sueño facilitarán un buen punto de partida para encajar mejor cualquier desafío que se plantee.
- Mantener la mente ocupada, realizar ejercicios cognitivos que estimulen y mejoren la atención, la concentración y la memoria.
- Cuidar y mantener las costumbres y las aficiones de la persona. Asimismo, es importante tener una satisfactoria vida social, ya que el contacto y la comunicación con personas de confianza pueden ayudar a relativizar y contrastar opiniones, inseguridades y miedos.
- Buscar la ayuda de un profesional de la psicología si uno mismo, por los propios medios, no es capaz de superar este miedo y, sobre todo, cuando interfiere en la vida de la persona de una forma significativa. Los seguros de MAPFRE Salud disponen de un amplio cuadro médico de especialistas en psicología que te orientaran de manera personalizada ante cualquier problema.
Lo que debes saber…
- No hay confundir esta patología caracterizada por el intenso y persistente miedo a envejecer, del deseo de no envejecer y de la inquietud por el paso del tiempo que tenemos casi todos.
- Las personas que padecen gerascofobia asocian la vejez con el hecho de dejar de ser personas dinámicas o atractivas, entre otras muchas cualidades.
- Se debe tratar cada caso individualmente, pero conviene realizar un trabajo introspectivo en busca de las propias cualidades y valores, quizás no tan visibles externamente pero muy gratificantes y valiosos.