¿Hasta qué punto decidimos algo exclusivamente por nosotros mismos o nos influye lo que opinen los demás? Nos guste o no, somos menos libres de lo que pensamos, ya que estamos condicionados de forma más o menos consciente por nuestro entorno. El ser humano vive a menudo en un dilema, por un lado, quiere ser diferente a los demás, pero a la vez pertenecer al grupo. Nos da miedo ser rechazados debido a nuestra individualidad y desencadenado por la envidia.

El síndrome de Solomon se caracteriza por el miedo a destacar. La persona evita ser exitosa o sobresalir para seguir perteneciendo a la mayoría. Este síndrome toma el nombre del psicólogo Solomon Asch, que en 1951 hizo un importante experimento en psicología social que pretendía estudiar cómo la conducta humana está influida por el entorno y la presión social.

El experimento de Solomon Asch

Solomon Asch reclutó un total de 123 personas para realizar un supuesto estudio oftalmológico. Hizo varios grupos de ocho personas y les mostró una sucesión de cartulinas con tres líneas de diferente longitud.
Los participantes tenían que decir cuál era la línea más larga de cada cartulina. Los siete primeros en responder estaban compinchados previamente con Asch y elegían todos la misma opción, aunque era claramente incorrecta. El octavo (el sujeto experimental), que no sabía que el resto de los participantes estaban compinchados, se sorprendía al ver que todos al unísono eligieran una opción tan disparatada. De las 18 veces que repitió el experimento, sólo el 25% de los sujetos experimentales respondió correctamente todas las veces. El 75% restante confesó que se había dejado influir por las respuestas de los otros, incluso sabiendo a ciencia cierta que no era la correcta. Entre las razones que alegaron apareció el miedo al ridículo.
Solomon Asch concluyó que “la conformidad es el proceso por medio del cual los miembros de un grupo social cambian sus pensamientos, decisiones y comportamientos para encajar con la opinión de la mayoría”.

Consejos para evitar el síndrome de Solomon

Si bien todas las personas podemos vernos influidas por la mayoría o tener miedo al qué dirán, hay un perfil especialmente susceptible a experimentar el efecto Solomon. Suelen ser personas con baja autoestima o problemas de confianza personal, que necesitan la aprobación exterior continuada para funcionar en el día a día.

  • Valora tus propias cualidades y las de otras personas. Piensa qué parte de las capacidades ajenas puedes incorporar en ti y entrénate para conseguirlo.
  • Reivindica la diferencia. Tolera y potencia la diversidad de formas de hacer, en vez de censurarla o sentirte atacado.
  • No escondas tus virtudes, utilízalas y sácales partido cuando corresponda. Todas las personas pueden destacar en algo, todos tenemos habilidades específicas y capacidades extraordinarias.
  • Relativiza las opiniones, buenas y malas. Haz valer tu propio criterio.
  • Potencia tu sentido de pertenencia al grupo desde tu singularidad. Refuerza la cooperatividad.
  • Sé asertivo. Defiéndete desde el respeto de forma efectiva si te sientes atacado.
  • Muéstrate, da tu opinión. No temas los errores, tómalos como formas de aprendizaje.
  • Recuerda: Un error sólo es un error si se comete dos veces. Si se comete una, es aprendizaje.

Síndrome de Procusto: la envidia

En el ángulo opuesto del síndrome de Solomon encontramos el denominado síndrome de Procusto, que adopta su nombre por la mitología griega. Procusto era un posadero que mientras los huéspedes dormían, les cortaba las partes del cuerpo que sobresalían de la cama. Así pues, el síndrome de Procusto define a personas que no permiten que los demás sobresalgan. Les afecta que otros sean más brillantes o que tengan razón, y se esfuerzan en limitar las capacidades ajenas y en deslegitimar al otro. La envidia es su motor. La otra cara de la moneda.

Podría decirse que la envidia es una enfermedad social ya que inhibe que las personas despunten por miedo a ser censuradas, por lo que se paraliza el progreso y la evolución personal y, por tanto, a mayor escala, también a nivel social. La envidia aparece en la interacción. Uno se compara con otra persona y ve que tiene cosas que le gustaría tener, es decir, remarca sus propias carencias. Ver las propias carencias crea sentimiento de inferioridad. Esa inferioridad ofende, y como dice el dicho “la mejor defensa es un buen ataque”.

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Lo que debes saber…

  • El síndrome de Solomon se caracteriza por el miedo a destacar. La persona evita ser exitosa o sobresalir para seguir perteneciendo a la mayoría.
  • Suelen sufrirlo personas con baja autoestima o problemas de confianza personal, que necesitan la aprobación exterior continuada para funcionar en el día a día.
  • No esconder las propias virtudes, sino intentar sacarles partido cuando corresponda; hacer valer el propio criterio, no temer dar nuestra opinión ni cometer errores… son algunas de las herramientas que nos pueden ayudar a eludirlo.