Cáncer intestino delgado
Resumen del contenido
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¿Qué es?
El intestino delgado es la parte del aparato digestivo que une el estómago con el intestino grueso. Su interior está tapizado por diversas células que se encargan tanto de la secreción de sustancias necesarias para la digestión como de la absorción de nutrientes. Cuando algunas de estas células se vuelven malignas, es decir, pierden los mecanismos de control que permiten que se reproduzcan y mueran con normalidad, se produce una neoplasia o cáncer de de intestino delgado.
Cabe decir, sin embargo, que la mayoría de tumores que se producen en el intestino delgado, entre un 75% y un 90%, son benignos. La mayoría de las veces estos tumores no producen síntomas y si los dan suelen ser por obstrucción intestinal o sangrado crónico. En general no se tratan a menos que produzcan un sangrado importante que pueda llevar a un estado de anemia, en cuyo caso se extirparán quirúrgicamente.
¿Cómo se produce?
Los tumores malignos de intestino delgado pueden ser de diferentes clases en función del tipo de células a partir del cual se produzcan.
Los adenocarcinomas, derivados de células intestinales con capacidad de segregar sustancias, son los tumores malignos de intestino delgado mas frecuentes. Se dan sobre todo a nivel de la parte final del duodeno y la parte inicial del yeyuno y con mayor frecuencia en personas que presentan pólipos intestinales.
Los linfomas intestinales suelen ser de tipo no Hodgkin. Normalmente son localizados, de ubicación única, pero en ocasiones se presentan como tumoraciones difusas a lo largo del intestino delgado, principalmente del íleon. Suele ser tumores agresivos que invaden con facilidad estructuras adyacentes al intestino. Su incidencia es mayor en personas afectas de celiaquía.
Los sarcomas son tumores poco frecuentes del intestino delgado y aparecen principalmente en yeyuno e íleon.
Cabe destacar un tipo de tumores intestinales que son los tumores carcinoides. Estos tumores se originan a partir de unas células con capacidad de secreción hormonal que existen en la pared intestinal, por lo que no solo producen síntomas digestivos sino también otros derivados de la producción hormonal, principalmente de serotonina. Se pueden ver en el apéndice y en el recto, pero los que se producen en el intestino delgado, con mayor frecuencia en íleon que en yeyuno o duodeno, son más agresivos y tienden a dar metástasis hepáticas.
Síntomas
La mayoría de los tumores de intestino delgado dan síntomas por la obstrucción del tubo digestivo que provocan, de manera que pueden causar dolores intestinales crónicos de difícil control, alteraciones en el transito intestinal y en algunas ocasiones oclusión intestinal. Pueden ulcerarse y sangrar, con lo cual puede darse una anemia por sangrado crónico. En ocasiones pueden producir náuseas y vómitos.
Los linfomas intestinales difusos pueden dar episodios de fiebre, alteración de la absorción intestinal, pérdida de peso y astenia severa.
Los tumores carcinoides, además de la posible obstrucción intestinal que pueden causar en función de su tamaño, se caracterizan por una astenia muy marcada y por los síntomas derivados de la secreción hormonal. La serotonina que producen estos tumores causa un aumento de la secreción intestinal, un aumento del peristaltismo, una disminución de la absorción y un aumento de la fibrosis. Esta fibrosis suele afectar al intestino y sobre todo a las válvulas cardíacas derechas (pulmonar y tricúspide), cosa que puede dar lugar a insuficiencia cardíaca, episodios súbitos de hipotensión arterial (que suelen desencadenarse con el estrés, el alcohol o ciertos alimentos), telangiectasias y sibilancias. El síndrome carcinoide se caracteriza por presentar rubor facial intenso, diarrea y afectación cardíaca, aunque cabe decir que existen tumores carcinoides que no causan estos síntomas al tener una producción hormonal mínima.
Diagnóstico
Un tumor intestinal debe sospecharse en un paciente que presente síntomas de larga evolución de obstrucción intestinal, dolores intestinales, astenia o heces oscuras. Además de una exploración física, en la analítica de sangre se determinará si existe anemia. Se puede realizar asimismo un test para detectar sangre oculta en heces.
La dificultad para diagnosticar estos tumores radica en que su localización no es accesible con facilidad. Pruebas de imagen como la radiografía con contraste de bario o la tomografía axial computadorizada (TAC) pueden no dar siempre buen resultado. La endoscopia permitirá ver los tumores siempre y cuando se hallen en una zona accesible del intestino delgado. Hoy en día, gracias a la cápsula endoscópica, es más sencillo obtener imágenes de zonas poco accesibles.
Se sospechará de un tumor carcinoide cuando el paciente presente síntomas de clínica digestiva compatible con un tumor de intestino delgado y exista rubor facial o síntomas derivados de la afectación valvular cardíaca como los descritos anteriormente. Se puede determinar en orina un derivado de la serotonina que en caso de existir un tumor carcinoide estará muy elevado. Asimismo, los niveles de serotonina en plasma pueden estar elevados también.
El 80% de los tumores carcinoides tienen en sus células unos receptores para una sustancia, la somatostatina. Si se realiza una gammagrafía en la cual se use un análogo de la somatostatina marcado radiactivamente, se podrá observar como estos tumores captan dicha sustancia.
Cabe decir que en ocasiones solamente existe clínica digestiva, con lo cual hasta que no se interviene y se analiza el tumor no se puede discernir de qué tipo de cáncer de intestino delgado se trata.
Tratamiento
La principal opción terapéutica de los tumores de intestino delgado es la cirugía. En general se intenta realizar una resección amplia y extirpar en la misma intervención los ganglios linfáticos de la zona afectada.
Si el tumor no se puede extirpar o se ha diseminado, se puede optar por realizar cirugías paliativas, como derivaciones intestinales y aislamientos del segmento intestinal afectado para evitar los episodios recurrentes de oclusión intestinal.
En el caso de los linfomas se suele asociar quimioterapia o radioterapia a la resección quirúrgica.
Los tumores carcinoides que presentan síntomas derivados de la secreción hormonal suelen haber dado ya metástasis, principalmente hepáticas, con lo que no se recomienda la resección quirúrgica de las mismas a menos que éstas sean únicas o muy localizadas. Se suele asociar quimioterapia al tratamiento, aunque no son muy sensibles a ella.
En caso de no poder operarse, se controlarán los síntomas producidos por los tumores carcinoides mediante octreotida, loperamida, antihistamínicos, broncodilatadores o corticoides.
Medidas preventivas
No existen medidas preventivas específicas para los tumores de intestino delgado. A lo sumo, en caso de presentar síntomas digestivos crónicos, es recomendable acudir lo antes posible al digestólogo.
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