La principal causa de la obesidad es el desequilibrio que se produce entre la ingesta de calorías, con un mayor consumo de alimentos hipercalóricos, es decir, con un elevado contenido en grasas e hidratos de carbono, y el consumo de dichas calorías, en mayor parte a causa de una menor actividad física, tanto a nivel laboral como social. De todos modos, como en muchas otras patologías, la obesidad tiene un origen multifactorial, entrando en juego, además de los ya mencionados, factores genéticos, metabólicos, hormonales, psicológicos, nerviosos y ambientales que predisponen a ella.
Múltiples estudios han estimado que la influencia genética sobre el IMC de las personas oscila entre el 40% y el 70%, cifras nada desestimables. Desde un punto de vista genético, no hay un único gen o un conjunto concreto de genes que determinen que una persona sea obesa o no, pero sí es cierto que existen una serie de genes que regulan la saciedad y el consumo de energía en los procesos metabólicos que pueden presentar variaciones dentro de la normalidad que predispongan al sobrepeso y la obesidad.
Estas variaciones normales de la estructura de un mismo gen es lo que en genética se denominan polimorfismos, pequeños matices que hacen que, de estar presentes, se establezca de forma natural una tendencia a la ganancia o pérdida de peso. Se han detectado más de 30 marcadores genéticos (variaciones normales de ciertos genes) que predisponen genéticamente a la obesidad.
Cómo se realiza el estudio genético de la obesidad
Realizar un perfil genético de la obesidad (PGO) es bastante sencillo. Se puede llevar a cabo mediante la simple toma de una muestra de sangre y con ella se realiza un estudio genético donde se valora la presencia de 5 o 6 de dichos genes con variaciones que predisponen a la obesidad. Se ha observado que un 86% de las mujeres y un 64% de los hombres con obesidad a los que se les ha realizado un PGO presentaban un o más de dichos polimorfismos. Otra forma de obtención de células para realizar el PGO es mediante un raspado de la mucosa oral (la cara interna de la mejilla) mediante una torunda de algodón.
El PGO valora una serie de genes que controlan el apetito y la saciedad, la formación del tejido graso, la regulación de la temperatura corporal o de los niveles de insulina en sangre, entre otros factores. Algunos de estos genes estudiados son:
- MC4R, que codifica al receptor 4 de la melanocortina. Dicha sustancia actúa a nivel del hipotálamo, una parte del cerebro, y controla el apetito disminuyendo la ingesta. El polimorfismo estudiado se ha visto que no realiza su efecto, con lo que se come más y mediante cambios metabólicos se disminuye el consumo de energía.
- NPY, que crea el neuropéptido Y, un neurotransmisor que actúa también a nivel del hipotálamo y se encarga de estimular la ingesta y actuar sobre el tejido graso, de manera que se elevan los niveles de triglicéridos en sangre y aumenta el apetito.
- LEPR, que codifica la leptina, una sustancia producida por las células del tejido graso y que se encarga de disminuir la sensación de apetito a nivel cerebral; el polimorfismo estudiado de este gen hace que la leptina no haga su efecto y por lo tanto cueste más saciar el apetito.
- PPARG, que se encarga de regular la sensibilidad a la insulina, de manera que una variación en este gen hace que aumente la resistencia a la insulina y por lo tanto parte de los hidratos de carbono ingeridos se transformen en grasas y se acumulen en el tejido adiposo.
- ADRB2 y ADRB3, dos genes que codifican los tipos beta 2 y 3 de receptores adrenérgicos, sobre todo a nivel del tejido graso, lo que permite el consumo de grasas cuando se realiza una actividad física; un tipo de polimorfismo de estos genes no propicia que las grasas “se quemen” durante la actividad física.
- FTO, codifica otra proteína que en el hipotálamo regula la ingesta disminuyéndola, de manera que quienes presentan una variación concreta de este gen ven aumentada su necesidad de consumir alimentos.
- UCP2, gen que regula el peso y la temperatura corporal permitiendo que se consuman grasa y se libere energía en forma de calor; su variación de la normalidad hace que esto no se produzca de manera que al no haber consumo de grasa se da un mayor riesgo de que se acumule.
- INSIG2, un gen que de presentar determinado polimorfismo favorece la formación de colesterol.
- GNB3, regulador de la formación de los adipocitos, las células del tejido graso, de manera que si presenta un determinado polimorfismo su actividad se ve incrementada y aumenta el número de adipocitos y, consecuentemente, de tejido graso.
Así pues, el PGO permite determinar la existencia de algunas de estas formas de ciertos genes que predisponen a la obesidad y, en función de cuáles sean, adaptar el tratamiento de la obesidad a cada paciente en particular, valorando si los polimorfismos presentes tienen relación con el metabolismo de los hidratos de carbono, de las grasas o la respuesta a la actividad física o a la restricción de calorías. Una persona con modificaciones en genes que regulan los hidratos de carbono se beneficiará de una dieta baja en ellos, mientras que si los polimorfismos presentes tiene relación con el metabolismo lipídico el paciente responderá mejor a una dieta de restricción de grasas.
Asimismo, el PGO y el conocimiento de la presencia de estas alteraciones genéticas ayuda a desmentir la idea de las “dietas milagrosas” que prometen perder peso apenas sin esfuerzo, así como predecir la respuesta al tratamiento farmacológico de la obesidad en caso de que este fuese preciso.
La pérdida de peso en caso de sobrepeso u obesidad siempre debe asentarse en los dos pilares esenciales para lograrlo, las modificaciones dietéticas y la práctica de ejercicio físico. Sin embargo, realizando un PGO y conociendo los “puntos flacos” del paciente, se podrían ajustar dichas intervenciones para obtener de ellas una efectividad óptima.
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- Realizar un Perfil Genético de la Obesidad (PGO) y conocer los “puntos flacos” del paciente en cuanto a estilo de vida, permite ajustar la dieta y el ejercicio para obtener una efectividad óptima.
- Es bastante sencillo y se puede llevar a cabo mediante la simple toma de una muestra de sangre para valorar la presencia de genes con variaciones que predisponen a la obesidad.
- Otra forma de obtención de células para realizar el PGO es mediante un raspado de la mucosa oral (la cara interna de la mejilla) con una torunda de algodón.