¿Qué es la enfermedad de Parkinson?

Es una enfermedad crónica degenerativa en la que se produce la destrucción de unas células situadas en la sustancia negra de la región cerebral encargada de la síntesis de la dopamina.

La enfermedad de Parkinson afecta principalmente a individuos mayores de 65 años con una prevalencia del 1% en esta edad y del 2% en mayores de 85 años. Existen algunos casos de enfermedad de Parkinson en edades más jóvenes (4ª década de la vida). Afecta ligeramente más a los varones.

¿Cómo se produce?

Se trata de una enfermedad de causa desconocida en la que probablemente actúan varios factores, desde genéticos, infecciosos y sobre todo ambientales, unidos a la degeneración propia de la edad.

A nivel anatomo-patológico se observa la despigmentación de la sustancia negra, pérdida neuronal importante e inclusión de cuerpos de Levy en la sustancia negra. Esto conlleva a un déficit de dopamina, neurotransmisor encargado del control de los movimientos principalmente.

Sintomatología de la enfermedad de Parkinson

Inicialmente los síntomas son muy variados y comprenden desde dolor en el cuello, espalda o extremidades hasta la aparición de los síntomas principales de la enfermedad de Parkinson que son el temblor, la bradicinesia (enlentecimiento de los movimientos) y la rigidez muscular.

El temblor es la manifestación clínica más característica y es el primer síntoma en el 70% de los casos. Suele iniciarse en una mano (unilateral) hasta alcanzar otros territorios como la cabeza y extremidades inferiores. Es un temblor de reposo, que disminuye con el movimiento y con el sueño y aumenta ante situaciones estresantes. Recuerda a la acción de contar monedas.

La bradicinesia es la lentificación del movimiento (la acinesia es la dificultad para iniciar un movimiento), provocando la pérdida de capacidad para realizar movimientos voluntarios con la facies amímica característica, además de la pérdida del balanceo de las extremidades superiores durante la marcha, alteraciones del lenguaje con un discurso monótono y una voz débil, dificultad para realizar actividades de la vida diaria cotidiana como vestirse, afeitarse, etc.., escribir con letra pequeña (micrografía) y dificultad para levantarse de una silla, siendo el síntoma más invalidante de la enfermedad de Parkinson.

La rigidez muscular se produce ante una resistencia de la movilidad pasiva de una extremidad. Afecta tanto a la musculatura cervical como a las extremidades produciendo la característica «rigidez en rueda dentada». Es causa de dolor, dificulta la marcha y provoca contracturas musculares en estadios avanzados de la enfermedad.

La inestabilidad o pérdida de reflejos posturales ocasiona la dificultad a la marcha y al mantenimiento del equilibrio. El paciente adopta una postura característica que consiste en la flexión de cabeza y tronco inicialmente y a medida de avanza la enfermedad, con flexión de extremidades superiores e inferiores. En bipedestación se desplaza el cuerpo hacia delante y al iniciar la marcha, el paciente lo hace con el cuerpo doblado, con pasos cortos y arrastrando los pies.

Otros síntomas habituales son: demencia (hasta en un 10%), depresión (40%), salivación excesiva, hipotensión postural, disminución del parpadeo y trastornos del sueño.

La enfermedad de Parkinson es progresiva , existiendo diferencias entre los pacientes en cuanto a la respuesta al tratamiento. En pacientes con buena respuesta al tratamiento la esperanza de vida puede ser de 20 a 30 años, aunque se estima que aproximadamente el 25% tendrá graves discapacidades a los 5 años a pesar del tratamiento.

Diagnóstico

En un diagnóstico clínico. Es básico realizar una buena historia clínica del paciente con ayuda de la familia, quien nos guiará sobre el tiempo de evolución y el inicio de los diferentes signos y síntomas, así como una exploración neurológica completa.

De forma universal se considera la enfermedad cuando se cumplen los siguientes criterios:

Presencia de al menos dos de los síntomas cardinales: temblor, rigidez y bradicenesia durante al menos un año.

Respuesta al tratamiento con L-dopa (precursor de dopamina) considerable y con un efecto de al menos un año (la falta de respuesta a L-dopa debe hacer reconsiderar el diagnóstico)

No existen datos de laboratorio ni pruebas de imagen que orienten a la enfermedad de Parkinson. El único dato de certeza de la enfermedad, es un dato neuropatolológico, es decir tras realización de una autopsia en donde se demuestra la disminución de neuronas dopaminérgicas y de dopamina en la sustancia negra, así como los cuerpos de Levy.

Tratamiento

El tratamiento de la enfermedad de Parkinson no es sencillo. De hecho no hay acuerdo en cuál es la mejor estrategia al inicio de la enfermedad. Se acostumbra a retrasar lo máximo posible, si puede ser, cuando la enfermedad empieza a interferir en la vida diaria, sobretodo en pacientes con una esperanza de vida larga. Esto se debe a la pérdida de eficacia de la L-dopa (a los 5 años su eficacia disminuye alrededor de un 50%) y por la aparición de los efectos secundarios de la aparición que obligaría a retirar o cambiar la medicación.

La L-dopa es el tratamiento de elección de la enfermedad de Parkinson. Produce una mejoría en el 80% de los pacientes durante los primeros años. Mejora principalmente la bradicinesia y la rigidez, y en algunos pacientes, el temblor. Sus efectos secundarios principales son: hipotensión, náuseas, discinesias, fluctuaciones motoras y psicosis.

Los anticolinérgicos pueden tener efecto aditivo a la L-dopa y actúan principalmente sobre el temblor en las fases precoces de la enfermedad. Tienen sin embargo, efectos secundarios especialmente en personas mayores como sequedad de boca, sequedad ocular, retención urinaria, alteración cognitiva y otros que hace difícil su uso en este grupo de pacientes.

Los agonistas dopaminérgicos (bromocriptina, pergolida, lisurida, ropinirol, selegilina), pueden ser útiles como monoterapia o asociados a L-dopa, especialmente en formas más benignas de la enfermedad. Su utilidad se observa sobre la rigidez y la bradicinesia, con mejoría de estos síntomas.

La amantadina (sustancia antivírica con propiedades anticolinérgicas y dopaminérgicas) aumenta los receptores dopaminérgicos pero tiene el inconveniente de pérdida de eficacia a los 3-6 meses de tratamiento, que se recupera al dejarlo durante 2-3 semanas.

Otros fármacos de utilidad son los inhibidores de la enzima COMT (entacapona), que reduce las fluctuaciones del paciente y disminuye las necesidades de L-dopa.

La cirugía en la enfermedad de Parkinson está indicada en pacientes menores de 70 años, con síntomas muy incapacitantes con importantes efectos secundarios de la medicación junto al fracaso del tratamiento farmacológico disponible. Las técnicas quirúrgicas utilizadas son la palidotomía o estimulación palidal.

La fisioterapia es muy beneficiosa para los pacientes en los que predomina la rigidez, para la mejoría de la movilidad y de la actividad diaria.

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