Pérdida de líquido cefalorraquídeo: causas y consecuencias

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El líquido cefalorraquídeo (LCR) es un fluido transparente que rodea el cerebro y la médula espinal. Su función principal es actuar como un amortiguador, protegiendo al sistema nervioso central de golpes o lesiones. Además, ayuda a eliminar desechos metabólicos y a mantener el equilibrio de nutrientes alrededor del cerebro y la médula. El LCR circula continuamente a través de un sistema cerrado que incluye los ventrículos del cerebro, el canal central de la médula espinal y el espacio subaracnoideo.
La pérdida de LCR puede ocasionar una disminución de la presión dentro del cráneo, lo que genera diversos síntomas neurológicos que pueden afectar significativamente la calidad de vida de los pacientes.
Causas de la pérdida de LCR
La fuga de líquido cefalorraquídeo ocurre cuando hay una ruptura o desgarro en las membranas que rodean el cerebro (meninges) o la médula espinal, lo que permite que el LCR se escape. Esta pérdida puede tener varias causas, entre ellas:
- Traumatismos en la cabeza o el cuello: lesiones craneales, traumatismos faciales y fracturas en la base del cráneo.
- Cirugías neurológicas previas o intervenciones médicas como la punción lumbar.
Malformaciones congénitas como la malformación de Chiari. - Hiperpresión intracraneal idiopática o alteraciones en la presión del LCR.
- Espontánea cuando ocurre sin causa aparente.
¿Qué síntomas produce la pérdida de LCR?
El síntoma más común que describen los pacientes es un dolor de cabeza intenso, que a menudo empeora cuando se está de pie o sentado, y mejora al acostarse: cefalea ortostática. Este dolor se debe a la disminución de la presión del LCR que afecta el equilibrio de líquidos dentro del cerebro.
Otros síntomas que pueden aparecer son:
- Mareos o vértigo.
- Visión borrosa o doble.
- Zumbido en los oídos (tinnitus).
- Sensibilidad a la luz (fotofobia).
- Náuseas y vómitos.
En casos graves, puede causar dificultades cognitivas o problemas de memoria.
¿Cómo se diagnostica?
El diagnóstico de una fuga de LCR generalmente se basa en la combinación de síntomas y pruebas de imagen. Las técnicas más comunes incluyen:
- Resonancia magnética (RM) con contraste, que puede mostrar áreas de pérdida de LCR.
- Tomografía computarizada (TC) para evaluar fracturas óseas o anomalías estructurales.
- Cisternografía: es una prueba más específica que utiliza medios de contraste o radionúclidos para localizar el sitio exacto de la fuga.
¿Cuál es el tratamiento?
El tratamiento depende de la gravedad de la fuga. En casos leves, el reposo en cama y la hidratación pueden ser suficientes. Sin embargo, en situaciones más graves, pueden requerirse procedimientos médicos, como:
- Parche de sangre epidural, en el que se inyecta sangre del propio paciente en el espacio epidural para sellar la fuga.
- Cirugía para reparar el desgarro en las membranas, especialmente si la fuga es persistente o grave.
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Conclusión
La pérdida de LCR es un problema que puede aparecer de forma espontánea o por diferentes causas cuyo síntoma principal es la cefalea ortostática. Dependiendo de la gravedad, puede requerir desde tratamiento conservador hasta cirugía.
Lo que debes saber…
- La pérdida de LCR puede ocasionar una disminución de la presión dentro del cráneo, lo que genera diversos síntomas neurológicos que pueden afectar significativamente la calidad de vida de los pacientes.
- El síntoma más común que describen los pacientes es un dolor de cabeza intenso, que a menudo empeora cuando se está de pie o sentado, y mejora al acostarse: cefalea ortostática. Este dolor se debe a la reducción de la presión del LCR que afecta el equilibrio de líquidos dentro del cerebro.
- El tratamiento depende de la gravedad de la fuga. En casos leves, el reposo en cama y la hidratación pueden ser suficientes. Sin embargo, en situaciones más graves, pueden requerirse procedimientos médicos.
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