La transparencia de la córnea suele verse amenazada por procesos cicatriciales que desestructuran el interior de la cornea (estroma). Otro factor básico para la transparencia es la deshidratación relativa de la cornea, que se consigue por la acción de «bombeo» de las células de la capa más interna (células endoteliales), que se caracterizan por no reproducirse. Cualquier trauma o degeneración que comporte una perdida sensible del número de estas células puede provocar una hinchazón de la cornea (edema) que enturbie su transparencia.
Es lógico intuir que por sus características eminentemente ópticas, la patología grave corneal afectará a la visión. Así mismo la cornea se caracteriza por una rica inervación de ramas del Nervio Trigémino, por lo que es una estructura que puede producir al dañarse una sensación de cuerpo extraño (broza) o un intenso dolor.
Patología de la cornea
La patología de la cornea más importante es la traumática, siendo frecuentes las erosiones cornéales y los cuerpos extraños enclavados, ligados a accidentes laborales o bricolaje. El síntoma principal en estos casos es la sensación de cuerpo extraño (dolor al parpadeo) y dolor debido a la inflamación de la pupila que suele reflejarse a la zona de la ceja. El tratamiento consiste en la extracción del cuerpo extraño y oxido si lo hay y la oclusión del ojo con pomada antibiótica para facilitar la cicatrización al evitar el roce por el parpadeo.
Otro capitulo importante, especialmente en portadores de lentillas, es la Patología Infecciosa. El epitelio de la cornea actúa como barrera de protección frente a patógenos externos. El deterioro de esta barrera puede favorecer la invasión de capas más profundas de la cornea por bacterias que pueden pertenecer a la flora conjuntival o contaminar lentes de contacto o líquidos conservantes de éstas. La presencia de una Ulcera Cornial Bacteriana, compromete la visión dependiendo de su localización respecto al eje visual. El grado más grave de esta entidad se produce cuando el germen logra acceder al interior del globo produciéndose una gravísima infección denominada Endoftalmitis, de consecuencias nefastas.
Además de bacterias, pueden afectar a la cornea otros patógenos como hongos, amebas o especialmente el Virus del Herpes Simplex que produce ulceras de repetición al quedar acantonado el un ganglio del Nervio Trigémino de por vida.
Tratamiento de los trastornos de la cornea
En cuanto al tratamiento de las ulceras cornéales, precisan dosis muy concentradas y frecuentes de antibióticos en colirio. El Herpes corneal se trata con Aciclovir asociado o no a corticoides tópicos. El tratamiento de las opacidades cicatriciales que comprometen la visión pasan por los Trasplantes de Cornea para restablecer la transparencia.
Dentro de la patología «crónica» de la cornea, destacan las Queratitis Punteadas Superficiales. Son múltiples y pequeñas heriditas en la superficie corneal (epitelio), que se asocian a estados de insuficiencia de lagrima (Síndrome del Ojo Seco) o agresiones continuadas de la cornea, por ejemplo, por el cloro de las piscinas, por los conservantes o principios activos de los colirios en tratamientos prolongados, por la toxicidad de los gérmenes de la conjuntiva o parpados, por la exposición a radiación ultravioleta, etc.. La clínica consiste en la sensación de «arenilla» y la menor o mayor afectación visual dependiendo de su extensión y localización. El tratamiento consiste en evitar el agente toxico y lubricar con lagrimas artificiales.