Resumen del contenido
Una vez captadas las imágenes por una serie de células especializadas para ello, denominadas fotoreceptores, son enviadas a través de las fibras nerviosas hacia el nervio óptico, que contiene un millón de ellas aproximadamente, y finalmente hacia las áreas del cerebro destinadas a gestionar la visión.
Por sus características, puede considerarse a la retina como parte del cerebro, y por ello participa en toda una serie de patologías neurológicas de todo orden: congénitas, degenerativas, metabólicas, etc.
Nos centraremos en las patologías quizás más comunes que afectan a la retina, aunque existen algunas exclusivas de ciertos grupos de edad como el retinoblastoma.
Desprendimiento de Retina
El tipo más común es el que se produce por la aparición de un desgarro en la retina periférica, por donde puede penetrar fluido y , despegar una bolsa de retina ,que puede progresar hasta afectar a la zona más rica en fotoreceptores, denominada mácula, o incluso producir el desprendimiento de toda la retina.
El origen de estos desgarros pueden ser de tipo traumático, por la tracción en el «colapso» del humor vítreo, (frecuente a partir de los 50 a con la aparición de las llamadas «moscas volantes») o a partir de degeneraciones debilitantes de la retina, generalmente en miopes de más de tres dioptrías.
El desprendimiento de retina puede o no verse precedido de la visualización de flashes y/o «moscas volantes», apareciendo finalmente un área sin visión (visión en telón) que puede ir haciéndose mayor.
El tratamiento es una urgencia relativa y consiste en líneas generales en obturar el desgarro causante, drenar el fluido y una serie de métodos encaminados a aplicar la retina desprendida a las capas subyacentes.
Es importante si se aprecian flashes o moscas volantes de aparición brusca, acudir al oftalmólogo, porque si se detecta el desgarro antes de producir el desprendimiento, puede «soldarse» con láser y evitarlo. En el miope alto es también muy importante la revisión periódica de la retina periférica aunque esté asintomático.
Retinopatía diabética
En la evolución de la Diabetes, tanto tipo 1 como2, se producen una serie de cambios en los vasos del organismo. Este deterioro, en los vasos de la retina, puede suponer un grave daño de la función visual si no se realiza un diagnostico precoz y se instaura un tratamiento adecuado.
Así, inicialmente se producen fenómenos de «herniación» en los capilares denominados microaneurismas, así como aumento de la permeabilidad de estos con acumulo de sales de colesterol de aspecto blanco-amarillento y brillante (exudados duros).
La rotura de los microaneurismas puede también producir una serie de microhemorragias de diversas formas y magnitud. A este estadio se denomina Retinopatía Diabética de Fondo.
En la evolución de la enfermedad, se producen fenómenos de oclusión de capilares, verdaderos microinfartos, cuya representación consiste en la aparición en la retina de manchas blanquecinas menos brillantes que las anteriormente descritas, denominadas exudados blandos. A este estadio se le denomina Retinopatía Diabética Pre-Proliferativa.
Estos microinfartos presagian mayores complicaciones , ya que producen áreas de no perfusión en la retina, que estimulan la formación de factores humorales como el denominado VEGF, que intenta estimular la formación de nuevos vasos (neovasos), que aporten flujo sanguíneo hacia las áreas isquémicas.
Este intento, lejos de mejorar la situación, la empeora, ya que estos neovasos son frágiles y sangran profusamente con facilidad, o bien se retraen y fibrosan produciendo hemorragias, que pueden llenar la cavidad posterior del ojo de sangre e impedir la visión durante meses, e incluso desprender la retina por la retracción. A esta fase se la denomina Retinopatía Diabética Proliferativa, por la proliferación de estos neovasos.
En cuanto al diagnóstico de la retinopatía diabética, es de vital importancia el diagnóstico precoz, por lo que se aconseja una valoración anual del fondo de ojo para detectar las lesiones iníciales. En caso de aparecer ya lesiones, es de utilidad una prueba denominada Angiofluoresceingrafía, que consiste en la observación del comportamiento de un contraste inyectado en vena , realizándose una serie de fotografías seriadas , que nos indicarán áreas de fuga o bien áreas de retina mal perfundida (isquémica).
El tratamiento consiste, inicialmente en la aplicación de Láser que nos cicatrizará los puntos de fuga (microaneurisma) y/o nos eliminará las áreas isquémicas que sacrificaremos para evitar la secreción de factores proliferativos vasculares y la aparición de los devastadores neovasos.
Existen también técnicas quirúrgicas complejas para tratar las complicaciones mayores como las hemorragias de la cavidad vítrea y los desprendimientos de retina traccionales. (vitrectomía).
Degeneración Macular
Asociada a la Edad (DMAE): En un porcentaje importante de la población de más de 60 años, se observan cambios degenerativos en la zona central de la retina. Esta zona, denominada Mácula, («mancha», por el acumulo de pigmentos amarillentos) es la responsable del 90% de la visión que utilizamos (central), así como la visión de los colores, por la presencia de los «conos», fotoreceptores especializados en la visión del color.
El origen de la DMAE suele ser multifactorial, además de la edad, inciden factores como la dieta pobre en carotenos y antioxidantes, el tabaco, la exposición solar, etc.
Las lesiones que se aprecian son de dos tipos, básicamente: Áreas de atrofia que caracterizan el tipo de DMAE más frecuente, llamada «DMAE Seca». Se produce una pérdida progresiva y lenta de visión central. Este tipo de degeneración no tiene, en la actualidad, tratamiento, aunque puede ralentizarse el avance con suplementos de antioxidantes.
Otro tipo de DMAE es la llamada Húmeda, que consiste en la formación de lesiones blanquecinas y globulosas compuestas de materiales de «desecho» de la retina, denominadas «Drusas».
Estas lesiones acaban por producir, en ocasiones, una rotura de una capa de la retina, que estimula la formación de membranas de neovasos que ascienden desde las capas inferiores (coroides), hacia la retina. Como en la retinopatía diabética, estos neovasos pueden exudar o incluso sangrar, produciendo disminución de agudeza visual brusca, con la presencia de deformaciones de los objetos (metamorfopsias) que reproducen los «abultamientos» de la retina edematizada o manchas negras en el campo visual denominadas escotomas.
En cuanto al diagnóstico, utilizamos también la Angiofluoresceingrafía y, desde hace unos años la llamada Tomografía de Coherencia Óptica, que nos ofrece unas imágenes de cortes de retina similares a un escáner.
El tratamiento consiste en la inyección repetida en el interior del globo ocular de substancias que inhiben el VEGF causante, como en la diabetes, de las formaciones neovasculares.