Cuando en un hospital, dotado del personal y medios, se produce una muerte «cerebral» (isquemia cortical irreversible) y la familia consiente la donación, se procede a mantener artificialmente la circulación y oxigenación del cadáver, y rápidamente se evalúa la viabilidad de los diferentes órganos. El siguiente paso es comprobar si existen demandas urgentes de corazón e hígado para atenderlas y, si las hay, se localiza a los equipos de trasplante de estos pacientes para que efectúen la extracción in situ.
Este proceso requiere:
- El desplazamiento urgente de estos equipos de profesionales.
- Coordinar el orden de extracción.
- Asegurarse del transporte de cada uno de los órganos para su trasplante en el hospital del receptor.
Si no hay una situación urgente preferente, se elige al paciente HLA más compatible con el órgano del cadáver. En ocasiones, es necesario solicitar permiso judicial (en aquellos casos en los que el fallecimiento guarda relación con accidentes, traumatismos etc.).
Qué ocurre si no hay un receptor adecuado en España
En caso de no existir ningún receptor HLA adecuado en España, se contacta con otras organizaciones europeas de trasplantes hasta encontrar el receptor idóneo. Se trata de no perder nunca un órgano porque sabemos que cada uno de ellos (corazón, hígado, pulmón, páncreas, etc.) puede significar prolongar en salud una vida de un paciente hasta entonces en estado grave.
El proceso concluye con el trasplante de cada uno de los órganos en los diferentes centros y con una nueva esperanza de vida para los receptores.
Cuando se trasplantan todos los órganos, el número de años de vida ganados sin enfermedad sumándose entre todos los receptores, puede llegar a alcanzar los 56.
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