Enfermedad de Pompe: Consejos y recomendaciones.
Resumen del contenido
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Se estima que la padece uno de cada 138.000 niños nacidos vivos y en su forma adulta presenta una incidencia de una de cada 57.000 personas.
¿Cómo se produce?
Los lisosomas son unas partes de las células que acumulan en su interior una serie de enzimas que digieren las sustancias externas a la célula para obtener beneficio de ellas o degradarlas, como por ejemplo la glucosa. Una de las enzimas que se halla en el interior de estos orgánulos es la alfa-1,4-glucosidasa ácida, que se encarga de romper el glucógeno, una cadena de múltiples moléculas de glucosa, en unidades sueltas aprovechables para la célula que se acumulan en el lisosoma.
En la enfermedad de Pompe se da una alteración genética que conlleva un déficit de esta enzima. El gen que codifica esta enzima es el gen GAA y se encuentra localizado en el cromosoma 17, concretamente en la región 17q23. Esta alteración genética se hereda de manera autosómica recesiva, es decir, se necesita que las dos copias del gen GAA estén alteradas par que se manifieste la enfermedad.
Al haber escasa o nula presencia de esta enzima el glucógeno se acumula en los lisosomas sin ser degradado, los lisosomas crecen y alteran el funcionamiento normal de las células y consecuentemente del tejido y los órganos donde se encuentran.
La enfermedad de Pompe tiene dos formas, una infantil, en la que prácticamente la presencia de la enzima es inferior a un 1%, y la forma adulta, que se presenta más tardíamente y con algo de presencia de la enzima, alrededor de un 40% de lo que sería normal en individuos sanos.
Síntomas
En la forma infantil de la enfermedad de Pompe los síntomas se manifiestan antes de los tres meses de edad y existe un riesgo elevado de muerte durante los dos primeros años de vida. El 96% de los niños afectados presentan un bajo tono muscular (hipotonía), parecen muñecas de trapo que no logran sostener la cabeza erguida o mantener una posición erecta. Los músculos faciales de estos niños son flácidos, de manera que sus rostros son poco expresivos.
Tienen dificultades para la succión, con frecuencia las lenguas son grandes (en un 62% de los casos), debido a la acumulación de glucógeno en las células musculares de la lengua, lo que puede conllevar que no ganen peso al no poder alimentarse correctamente. Asimismo estos niños suelen tener problemas respiratorios por afectación de la musculatura intercostal, un aumento del tamaño hepático en un 82% de los casos y unos reflejos osteotendinosos disminuidos o abolidos por completo.
A causa del acúmulo excesivo de glucógeno en los lisosomas de las células cardíacas las paredes musculares del corazón crecen de tamaño excesivamente, dificultando que el órgano pueda llevar a cabo su función de bombeo de la sangre correctamente: es lo que se denomina cardiomegalia, un corazón grande. Este hecho se da en el 95% de los pacientes con la enfermedad de Pompe infantil y es el que más limita su buen pronóstico.
Cuando la enfermedad se manifiesta en la edad adulta es porque existe algo de actividad de la enzima alfa-1,4-glucosidasa ácida, de manera que los síntomas no aparecen hasta que esta se agota. Cuanta más actividad enzimática haya, más tarde comenzarán los síntomas y, por el contrario, cuanto antes se den los síntomas, peor será el pronóstico.
En los adultos la clínica suele comenzar como una dificultad para caminar, para subir escaleras y para ponerse en pie. La debilidad que notan es sobre todo a nivel de las extremidades inferiores y del tronco, respetando en general los brazos y el cuello. Estos pacientes, al igual que en la forma infantil, tiene un tono muscular bajo, así como unos reflejos también disminuidos.
La afectación de la musculatura de la espalda conlleva alteraciones de la columna en forma de lordosis o escoliosis, lo que suele causar lumbalgia o dorsalgia.
La afectación de la musculatura respiratoria hace que estos pacientes adquieran progresivamente una dificultad para respirar (disnea), llegando a ser necesario a la larga el aporte artificial de oxígeno. Estos pacientes presentan ortopnea, un aumento de la dificultad respiratoria al estar tumbados, y deben dormir con varias almohadas o incluso incorporados. La dificultad respiratoria hace que no puedan expulsar como es debido las secreciones bronquiales, que se acumulan y con frecuencia pueden infectarse, dando lugar a bronquitis o neumonías graves.
A la larga estos pacientes pueden tener también dificultad para masticar los alimentos y tragar, lo que aún los debilita más. Igual que los niños, pueden presentar hepatomegalia, un aumento del tamaño del hígado.
En ninguno de los casos, ni en niños ni en adultos, existe afectación de las capacidades intelectuales.
Diagnóstico
El diagnóstico en la infancia se iniciará con la clínica antes explicada, viendo niños que no son capaces de succionar correctamente, no ganan peso y sobre todo con un bajo tono muscular y ausencia parcial o total de reflejos.
En las analíticas de sangre se puede observar que una enzima cardíaca, la creatininquinasa (CK), está elevada hasta 10 veces por encima de los valores normales, con el resto de la analítica normal, sin afectación de la función hepática pese al aumento del tamaño del hígado.
Es conveniente realizar una radiografía de tórax donde en general ya se puede apreciar el aumento del tamaño del corazón. Para completar el estudio se debe realizar un electrocardiograma, así como un ecocardiograma, una ecografía del corazón que aportará más información sobre su tamaño y funcionamiento. Asimismo una ecografía abdominal permitirá valorar el aumento del tamaño hepático.
El diagnóstico definitivo lo dará la determinación de los niveles de alfa-1,4-glucosidasa ácida en una biopsia bien de fibroblastos de la piel, bien de células musculares, o bien de glóbulos blancos sanguíneos.
En la forma adulta se realizarán las mismas pruebas, a sabiendas que la CK puede no estar elevada. Pueden realizarse estudios electrofisiológicos para valorar el funcionamiento muscular y nervioso de las zonas afectadas.
Tratamiento
El tratamiento esencial de esta enfermedad es el del control de los síntomas que pueden acarrear las alteraciones cardíacas, musculares y respiratorias, siendo preciso en ocasiones el uso de oxigenoterapia o en los adultos ayudas para la movilidad.
Existe una enzima sintética, la alglucosidasa alfa, comercializada con el nombre de Myozyme®, que suple la falta de alfa-1,4-glucosidasa ácida. Este fármaco se debe administrar cada dos semanas y ajustado al peso, a razón de 20 mg por cada kilo de peso. El máximo problema que tiene esta medicación, más allá de tener que administrarla cada dos semanas y de por vida, es su elevado coste, pues un vial de unos 50 mg de la enzima cuesta casi 600 euros.
Medidas preventivas
La enfermedad de Pompe es una enfermedad congénita y por lo tanto no existen medidas preventivas contra ella. En caso de sospecharla es esencial ponerse cuanto antes en manos del especialista.
- Esta enfermedad afecta principalmente a los músculos y el corazón, afectando a su funcionamiento.
- Tiene una forma infantil (aparece antes de los tres años) y otra adulta (el primer síntoma es dificultad para caminar y ponerse de pie).
- El tratamiento esencial se basa en el control de los síntomas.
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