Cuando se forma un quiste Baker se produce la salida del líquido sinovial de la articulación. Este proceso puede desencadenar dolor por el exceso de fricción que se genera entre las superficies óseas articulares precisamente por la falta de líquido entre ellas (en condiciones normales actúa como lubricante). Normalmente aumenta de tamaño con el paso del tiempo hasta que llega el momento en que ocasiona síntomas

Se trata de una lesión fuertemente asociada a procesos degenerativos como artrosis y enfermedades reumáticas, pero también se asocia a procesos traumáticos sobre todo a lesiones meniscales.

Síntomas: dolor que empeora al movimiento

En la mayoría de los casos el quiste Baker es asintomático. Pero cuando ocasiona síntomas el paciente referirá dolor en la parte posterior de la rodilla que, frecuentemente, se irradia hacia la pierna.

El dolor empeora con el movimiento sobre todo al flexionar la rodilla o al caminar durante tiempo prolongado. Tras el reposo nocturno suele mejorar y presentar menor tamaño por la mañana.

Cómo se diagnostica

En primer lugar, se llevará a cabo una exploración física para detectar el mecanismo desencadenante del dolor. Esta exploración debe incluir una valoración de la rodilla para descartar otras posibles causas de dolor como por ejemplo un derrame articular, artritis, esguince, meniscopatía, condropatía…

Si tenemos una fuerte sospecha diagnóstica de la presencia de un quiste de Baker deberemos solicitar una prueba diagnóstica para valorar la parte blanda (no ósea) de la rodilla. Con la realización de una ecografía musculoesquelética o una resonancia magnética podremos confirmar el diagnóstico y descartar otras patologías.

Tratamiento del quiste Baker

El quiste de Baker puede desaparecer por sí solo, aunque puede reaparecer nuevamente. Si es secundario a otras patologías traumatológicas es necesario abordarlas para evitar la reaparición del quiste. Por supuesto, la intensidad de los síntomas va a marcar el tratamiento a seguir.

Tratamiento conservador

Normalmente y si los síntomas no son muy fuertes, el medio suele decantarse primero por un tratamiento más conservador y menos invasivo.

  • Inmovilización para mantener la extremidad en reposo y favorecer la reabsorción del quiste.
  • Aplicar de hielo local
  • Antiinflamatorio vía oral
  • Uso de rodillera elástica
  • Reposo deportivo.

Otros tratamientos

En caso de persistencia del quiste o síntomas severos de dolor deben valorarse otros tratamientos que actúen de forma directa sobre el quiste. Existen diferentes técnicas de tratamiento entre las que se pueden incluir:

  • Drenaje para vaciarlo de forma que disminuya su tamaño
  • Infiltración, normalmente se emplea el uso de corticoides con el objetivo de reducir la inflamación local.
  • Tratamiento rehabilitador, alternativa terapéutica con finalidad antiálgica
  • La cirugía es una opción terapéutica poco empleada y suele realizarse en el mismo acto quirúrgico empleado para solucionar otros problemas de rodilla.

Cuando se decide emplear agujas en el tratamiento (drenaje o infiltraicón) se debe tener en cuenta la localización del quiste y las estructuras que lo rodean para realizar un control dirigido con escopia.

 

Lo que debes saber…

  • Es un quiste de líquido articular o sinovial fuertemente asociada a procesos degenerativos (artrosis y enfermedades reumáticas) o traumáticos (sobre todo lesiones musculares).
  • Suele ser asintomático y hallarse de forma casual al realizar una resonancia magnética nuclear de rodilla o una ecografía o bien al palpar la parte posterior de la misma, durante una exploración.
  • Puede desaparecer por sí solo, aunque puede reaparecer nuevamente. Si es secundario a otras patologías traumatológicas es necesario abordarlas para evitar la reaparición del quiste.