La próstata es una glándula del aparato reproductor masculino ubicada entre el recto y la vejiga urinaria que se encarga de producir la secreción prostática, que forma parte de la composición del líquido seminal y al que aporta enzimas y nutrientes para los espermatozoides, entre otros componentes.

La próstata consta de dos zonas, una periférica llamada cápsula y una más interna que se organiza alrededor de la uretra. Cuando en esta zona central las células proliferan, la próstata aumenta de tamaño y comprime la uretra, con lo cual se dificulta la salida de la orina. Este hecho es lo que se conoce como hiperplasia benigna de próstata o adenoma prostático.

¿Cómo se produce?

La hiperplasia benigna de próstata afecta en mayor o menor grado a la mayoría de los hombres a lo largo de su vida. Entre el 80% y el 95% de los hombres mayores de 80 años la padecen.

Se considera que el estímulo de los andrógenos es el que hace que el tejido prostático prolifere y por lo tanto haga crecer el tamaño de la próstata. La próstata empieza a aumentar de tamaño hacia la cuarta década de la vida y con el paso del tiempo este aumento de tamaño y la proliferación del tejido se aceleran. El equilibrio entre los niveles de estrógenos y testosterona también parecen influir en el desarrollo de la hiperplasia benigna de próstata.

Síntomas

Cuando la próstata empieza a aumentar de tamaño el paciente no presenta ningún tipo de síntomas. Al crecer el tejido prostático que rodea la uretra, la presión que se ejerce sobre ésta aumenta, de manera que el músculo detrusor, encargado de contraer la vejiga urinaria para facilitar la salida de la orina durante la micción, debe hacer más fuerza para vencer la presión de la uretra y permitir que la orina salga.

A medida que la próstata crece y la uretra se ve sometida a más presión, el detrusor tiene que hacer más fuerza, con lo cual a la larga las fibras musculares pierden su capacidad contráctil y se dificulta la emisión de la orina. Es en ese momento cuando se instaura la clínica propia de la hiperplasia benigna de próstata.

El paciente refiere un retraso para iniciar la micción pese a tener ganas de orinar. Al disminuir la capacidad de vaciado de la vejiga el chorro de la orina sale con menos fuerza y su calibre también disminuye. El tiempo de micción se alarga, al acabar se da un goteo y en ocasiones el paciente se queda con la sensación que no ha vaciado del todo la vejiga. El conjunto de estos síntomas es lo que se conoce como síndrome prostático y es consecuencia de esta dificultad para vencer la presión que la próstata aumentada de tamaño ejerce sobre la uretra.

Si no se pone remedio, la próstata continua creciendo y la vejiga no puede vaciarse, con lo cual los síntomas descritos anteriormente van agravándose. Además, aparecen síntomas de irritación vesical, como polaquiuria, nicturia, tenesmo vesical o urgencia para orinar.

Si el conducto de la uretra se va estrechando por la compresión externa, puede llegar un momento en que el detrusor no pueda vencer la presión y no pueda vaciar la vejiga, de manera que la orina se acumule en ella, dando lugar a una retención aguda de orina.

Si la obstrucción se mantiene, el hecho de no poder vaciar correctamente la vejiga puede conducir a una afectación retrógrada de los uréteres y llegar hasta el riñón, produciendo una insuficiencia renal obstructiva.

Diagnóstico

La hiperplasia benigna de próstata debe sospecharse en toda persona que presente los síntomas descritos anteriormente: retraso en el inicio de la micción, disminución del calibre y la fuerza del chorro de la orina, sensación de vaciado incompleto, goteo tras la micción y síntomas de irritación vesical.

Es esencial para el diagnóstico realizar una correcta exploración del paciente que incluya el tacto rectal. Esta sencilla maniobra permitirá apreciar el tamaño, la consistencia y el relieve de la próstata y diferenciarla de un posible carcinoma de próstata. En la hiperplasia benigna de próstata ésta se aprecia aumentada de tamaño homogéneamente, no es dolorosa al tacto y su consistencia es gomosa, sin zonas induradas (cosa que haría pensar en un posible foco de cáncer de próstata).

La ecografía permitirá valorar el tamaño de la próstata, cosa que permitirá programar mejor el abordaje quirúrgico si es que tiene que llevarse a cabo.

En la analítica de sangren no aparecen alteraciones específicas de la hiperplasia benigna de próstata. El antígeno prostático específico (PSA) no suele superar los 4 ng/litro y no existe correlación entre el tamaño prostático y los niveles de PSA. Si éste se halla elevado es más factible pensar en un posible cáncer de próstata, sobre todo si los niveles superan los 10 ng/litro.

Es conveniente realizar un estudio de urodinamia para valorar la magnitud de la obstrucción de la vía urinaria, cosa que permitirá disponer de más elementos de juicio para decantarse por un tratamiento conservador o quirúrgico, así como realizar un seguimiento del tratamiento.

Tratamiento

El tratamiento de la hiperplasia benigna de próstata puede ser médico o quirúrgico en función de la gravedad de los síntomas. Cuando éstos no sean muy limitantes se iniciará tratamiento farmacológico.

La fitoterapia, fármacos que contienen extractos de plantas como remedio natural para la próstata parecen funcionar con los síntomas leves, aunque no se sabe exactamente por qué mecanismo.

Los alfabloqueantes (doxazosina, alfuzosina, tamsulosina,…) actúan relajando la musculatura tanto de la próstata como del cuello de la vejiga, disminuyendo la resistencia a la salida de la orina. No alteran los niveles de PSA, pero pueden producir hipotensión arterial.

La hormonoterapia permite disminuir la producción de una forma de la testosterona que es necesaria para el crecimiento prostático. Mejora los síntomas pero alteran los niveles de PSA (con lo cual pueden enmascarar un posible cáncer de próstata) y puede disminuir la libido y alterar la función eréctil.

La cirugía es la mejor opción en caso de pacientes que no hayan respondido al tratamiento médico o con síntomas severos, como hematuria, infecciones de repetición, episodios de retención de orina o afectación renal. El abordaje quirúrgico puede ser mediante una resección transuretral, a través de la uretra, o bien con cirugía abierta, en función del tamaño de la próstata que se tenga que extirpar. Cabe decir que en estos actos quirúrgicos no se extrae la cápsula prostática, la zona externa de la próstata en la cual suele darse el cáncer de próstata, con lo que el paciente puede padecer en un futuro esta enfermedad.

Existen hoy en día otras técnicas de resección basadas en el uso del láser o de la radiofrecuencia que se aplican a través de la uretra y que presentan buenos resultados. Estas técnicas pueden ser aconsejables para pacientes jóvenes, por el menor riesgo de impotencia o incontinencia que conllevan, o para pacientes que tomen anticoagulantes, pues el riesgo de hematuria con estas técnicas es menor que con la cirugía abierta o la resección transuretral de próstata.

Medidas preventivas

Existen pocas medidas preventivas con respecto a la hiperplasia benigna de próstata. Sin embargo, mantener un hábito de micción adecuado, es decir, procurar no retener innecesariamente la orina, permite mantener el detrusor en forma, cosa que facilitará la micción y retrasará la aparición de síntomas en caso de padecer la hiperplasia prostática.

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