Resumen del contenido
El ajo es un vegetal que pertenece al género Allium, como la cebolla, la cebolleta, el cebollino y el puerro. Sin embargo, destaca frente a sus similares por el alto aporte calórico que proporciona a causa de su alto contenido en proteínas e hidratos de carbono, debido a que posee menos agua que otros alimentos parecidos. De todas formas, esto no debe alarmarnos ya que la cantidad de ajo que consumimos habitualmente es muy pequeña por lo que su uso no supone un aporte relevante de calorías.
Además, el ajo también destaca frente a otros bulbos por su mayor contenido mineral: contiene, sobre todo, potasio pero también fósforo, magnesio, zinc… En cuanto a vitaminas, proporciona vitaminas del grupo B y vitamina C, como otras hortalizas similares.
¿Cómo tomarlo?
El ajo se utiliza principalmente como condimento pues goza de uno de los sabores más intensos que podamos encontrar en la gastronomía. Este fuerte sabor se debe a su componente más característico y activo, la alicina que, además de proporcionarle su olor y sabor, le confiere buena parte de sus propiedades beneficiosas.
Generalmente, el ajo forma parte de aderezos como:
- La provenzal: pan rallado, perejil y ajo. Se utiliza para empanar filetes de carne o pescado, para ligar masas de carne en hamburguesas,
- albóndigas o pasteles de carne…
- All-i-oli: utilizado para dar sabor a platos como la fideuà, el arroz negro, aperitivos o platos de pescado.
- Ajo y perejil, todo bien picadito en el mortero: se puede usar para saltear unas setas u otros vegetales y también para condimentar carnes.
- Pesto: salsa italiana para la pasta que se compone de albahaca, aceite de oliva, piñones, queso (Parmesano o Grana padano y Pecorino), ajo y sal.
Otras preparaciones con ajo pueden ser: crema de aguacate y ajo, pan tostado con ajo, queso con ajo y finas hierbas, gazpacho, salmorejo, ajoarriero, sopa de ajo, ajoblanco…
Abusar nunca es bueno
El ajo es un alimento de fuerte sabor rechazado por muchas personas. A pesar de las atribuciones medicinales que se le otorgan y como sucede con cualquier otro alimento, no conviene abusar de él.
¿A quién conviene y a quién no?
Se aconseja para
- Prevención cardiovascular: con el paso de los años las paredes de los vasos sanguíneos van perdiendo su elasticidad y, en ocasiones, este endurecimiento acaba provocando arteriosclerosis. Parece ser que el consumo de ajo reduciría este problema.
- La presión arterial alta: hay investigaciones que afirman que el ajo provoca una disminución de la tensión arterial por lo que se aconseja su consumo a todas aquellas personas que padezcan hipertensión arterial.
- Prevención de cáncer de estómago, colon y recto: existen estudios que afirman que el ajo evita la formación de productos cancerosos en el estómago, en el colon y en el recto.
- Infecciones de la piel: el ajoene, una sustancia química del ajo, resulta eficaz para el tratamiento de afecciones cutáneas como el pie de atleta, por ejemplo. En este caso no se trata de consumir ajo sino de aplicar un gel con dicho componente.
- Dietas hiposódicas: el ajo, gracias a su fuerte sabor, adereza los platos de aquellas personas que deben comer sin sal, además de ser beneficioso para la hipertensión arterial.
- Dietas bajas en calorías: aunque sea una hortaliza más energética que otras se puede utilizar para dar sabor a platos con menor aporte calórico que muchas salsas y aceites.
No resultan adecuadas
- Hipoclorhidria o sensibilidad estomacal: el consumo de ajo estimula la mucosa gastrointestinal y las secreciones digestivas, hecho perjudicial para personas con escasez de ácido gástrico ya que pueden padecer una digestión pesada, sufrir ardores y causar irritación.
- La presión arterial alta: el ajo tiene la propiedad de disminuir la tensión arterial. En personas con la tensión baja, no se aconseja un consumo abundante ya que puede generar una bajada excesiva de la tensión arterial.
- En mujeres embarazadas, lactantes y niños: se desaconseja su uso en cantidades medicinales. No hay ningún problema por consumirlo formando parte de un plato como se hace habitualmente.
- Problemas de coagulación sanguínea y previamente a cirugía: el ajo, especialmente el ajo fresco, puede incrementar el sangrado. Es aconsejable evitar su consumo un par de semanas antes de someterse a una operación quirúrgica.
Consejos de compra y conservación
Al comprar ajos debemos elegir bulbos firmes y sin brotes, o zonas con coloraciones verdosas, amarillentas o parduzcas que pueden ser signos de envejecimiento. Deben ser cabezas compactas y pesadas pues, a medida que pasa el tiempo, el ajo va perdiendo agua y pesará menos o incluso podremos sentir los dientes huecos. Los ajos más envejecidos habrán empezado a germinar desarrollándose el tallo en su interior.
Los ajos son productos de larga duración. Por lo general, pueden conservarse hasta un año y los blancos suelen ser los más perecederos. Lo ideal es guardarlos en un lugar fresco, seco, ventilado y protegido del sol. Podemos depositarlos en un recipiente de barro con agujeros o los podemos colgar en la trenza o ristra. Otra opción es pelarlos y conservarlos en un bote de vidrio lleno de aceite que, preferentemente, guardaremos en la nevera. En este último caso, además de conservar los ajos, conseguiremos aromatizar el aceite.
Recuerda que..
El ajo contiene aliina, un compuesto volátil que, aunque es el responsable de su olor, por sí mismo es un producto inodoro e inactivo que se transformará en alicina al cortar o triturar el ajo.
Lo que debes saber…
- Beneficios: previene patologías cardiovasculares y determinados cánceres.
- Ideal en: dietas bajas en sal y de adelgazamiento.
- En la cocina: permite muchas preparaciones y, sobre todo, forma parte de conocidos aderezos.