Resumen del contenido
Empezamos a tener múltiples compromisos laborales, familiares… relacionados con la comida, y estas comidas se pueden clasificar de muchas formas, pero lo más común no es la moderación. Y para acabarlo de arreglar, nos llega una cesta de Navidad que ni más ni menos viene cargadita de dulces, embutidos, licores y otros tipos de alcohol. Muy poco recomendable, vaya.
De entrada, procuraremos recurrir a alimentos que no sean muy perecederos, pues las cestas de navidad por definición no se transportan ni conservan en refrigeración y pueden pasar varios días desde que se prepara la cesta hasta que llega a casa de quien la va a consumir. En función de cuánto tiempo se demore la entrega podremos incluir algún producto fresco o no.
Por otra parte, podemos pensar en alimentos que tengan un punto exótico y que por ello puedan ser atractivos para consumir durante las fiestas. O bien productos que no son exóticos, al contrario, que son muy nuestros, pero tienen un valor añadido que va a ser muy interesante para ofrecer como obsequio. Sería, por ejemplo, el caso de alimentos con denominación de origen.
Y, además, deberíamos tener en consideración si estamos ofreciendo esta cesta a una persona que, por motivos médicos, religiosos o de convicción, tiene algún tipo de limitación en el consumo de alimentos. Estaríamos hablando de personas que padezcan alguna alergia o intolerancia u otros problemas de salud, o de individuos que sigan un tipo de alimentación halal, kosher, vegetariana o vegana o con cualquier tipo de restricción.
Empecemos a llenar la cesta con productos saludables
En términos generales, pensando en alimentos poco perecederos y que permitan cumplir con los mensajes de salud que comentábamos al inicio (moderar el consumo de azúcar, limitar la ingesta de productos cárnicos, evitar el alcohol…) podríamos incluir: frutos secos, aceite de oliva, olivada, espárragos, pescados y mariscos en conserva, aceitunas, alcaparras, café, té, cacao puro en polvo, frutas desecadas, arroz o pasta de alguna especialidad, legumbres con denominación de origen, crema de frutos secos sin otros ingredientes añadidos, dátiles o alguna fruta fresca poco perecedera…
Proporcionando un toque exótico
Si los tiempos de distribución lo permiten, podemos preparar una cesta de Navidad con un toque de frescura y exotismo añadiendo algún alimento fresco a la composición. Este toque fresco y exótico nos lo puede proporcionar una fruta que no sea muy perecedera, como el coco o la piña. Estaremos añadiendo un alimento saludable, que puede resultar interesante para utilizar durante las comidas navideñas como postre, aperitivo o acompañamiento de una receta y que va a dar un estilo diferente a la cesta de navidad.
Aportando un punto dulce
En lugar de escoger productos dulces que son procesados y que contienen grandes cantidades de azúcar, podemos obtener dulces bocaditos con alimentos naturalmente dulces como los dátiles o las frutas desecadas. En realidad, los dátiles son un particular fruto que aunque se considera nutricionalmente que forma parte de las frutas desecadas, no es una fruta que se someta a un proceso de secado sino que maduran y se secan en el propio árbol. Hay muchas variedades diferentes, como el barhi, el deglet noor, el halawy, etc., entre las cuales el dátil medjoul es muy apreciado por su jugosidad y su dulzor. Así que, si queremos ofrecer un dulce, mucho mejor incluir este tipo de productos.
Pensando en la diferencia
Muchas cestas de Navidad ofrecen gran cantidad de embutidos, patés y diferentes productos cárnicos procesados, pero sabemos que se debe limitar su ingesta por su vinculación con diferentes tipos de enfermedades. Por ello, es conveniente buscar alternativas. Como productos para untar en unas tostaditas, como hacemos con un paté, existen diferentes tipos de “patés” o cremas vegetales (si nos fijamos en los ingredientes, hay variedades muy interesantes). Algunos ejemplos son la olivada, el tahini (crema de sésamo), cremas de frutos secos, etc.
Apostando por la bebida sin alcohol
La bebida por excelencia sabemos que siempre debe ser el agua, pero puestos a acabar una comida con una bebida diferente o simplemente tomar un refrigerio entre horas, podemos escoger una buena infusión o buen té o café. Aunque sabemos que el consumo de alcohol a nivel social está muy extendido en nuestra sociedad, también sabemos que no es un producto saludable, por ello, si no queremos contribuir a su consumo podemos optar por ofrecer bebidas mucho más recomendables. Si escogemos variedades interesantes también son muy bien valoradas.
Incluyendo productos de la tierra
En función de la región en la que estemos podemos escoger los productos más valorados de la zona para ofrecer en nuestras cestas de navidad. Estaremos favoreciendo el comercio local, la publicidad del propio producto autóctono y, si además escogemos bien, estamos promoviendo salud. Estos productos pueden ser un buen aceite de oliva de una determinada variedad que sea bien apreciado, unos espárragos de Tudela, unas legumbres con denominación de origen como “els fesols de Santa Pau”, o cereales como el arroz de Valencia, etc.
Lo que debes saber…
- Si los tiempos de distribución lo permiten, podemos preparar una cesta con un toque de frescura y exotismo añadiendo algún alimento fresco a la composición.
- En lugar de dulces procesados y que contienen grandes cantidades de azúcar, podemos obtener dulces bocaditos con alimentos que lo son de forma natural como dátiles o frutas desecadas.
- En lugar de patés, embutidos… podemos optar por la olivada, cremas vegetales, el tahini (crema de sésamo)…