Test de Sensibilidad Alimentaria
Resumen del contenido
Diplomada en Nutrición Humana y Dietética, especializada en nutrición pediátrica y deportiva. Con más de 15 años de experiencia profesional en hospitales, clínicas y empresas de salud. Redactora de contenidos y coautora de diferentes libros de divulgación sobre alimentación.
En los últimos años, el interés en la salud digestiva y los trastornos relacionados con la alimentación han incrementado considerablemente, lo que ha llevado al desarrollo de múltiples enfoques para identificar sensibilidades y alergias alimentarias.
Sin embargo, la prueba de sensibilidad alimentaria ha sido tema de debate dentro de la comunidad médica y científica por su su uso y fiabilidad
¿En qué consiste la prueba de sensibilidad alimentaria?
La prueba de sensibilidad alimentaria es una herramienta diagnóstica diseñada para identificar reacciones no mediadas por mecanismos inmunológicos clásicos a ciertos alimentos.
Estas reacciones, a menudo catalogadas como «intolerancias» o «sensibilidades alimentarias», no involucran a las inmunoglobulinas E (IgE), que son las principales responsables en las reacciones alérgicas inmediatas, como la anafilaxia o las urticarias, sino que se basan en la medición de los niveles de inmunoglobulinas G (IgG). La IgG es un tipo de anticuerpo que el sistema inmunológico produce en respuesta a la exposición repetida a ciertos antígenos alimentarios.
Las pruebas más comunes se basan en análisis de sangre que miden la presencia de estos anticuerpos IgG, aunque también existen otras metodologías, como las pruebas de diagnóstico por biorresonancia o la electrodermal, pero cabe recordar que no están avaladas científicamente. La metodología más utilizada y respaldada por evidencia, aunque controvertida, es la medición de IgG en sangre frente a un número determinado de alimentos comúnmente consumidos.
¿Cuál es el objetivo de la prueba de sensibilidad alimentaria?
El objetivo principal de estas pruebas es identificar alimentos que pueden estar contribuyendo a síntomas crónicos o de difícil diagnóstico como, por ejemplo, hinchazón, gases, fatiga, dolores articulares, trastornos del estado de ánimo… Los pacientes con dichas molestias y sin un diagnóstico claro a menudo acaban realizando este tipo de pruebas para tratar de identificar qué alimentos podrían estar afectando negativamente su bienestar.
¿Qué diferencias existen con las pruebas de alergia alimentaria?
Es importante destacar las diferencias fundamentales entre las pruebas de sensibilidad alimentaria y las pruebas de alergia alimentaria. Las pruebas de alergia alimentaria están diseñadas para detectar reacciones inmunológicas inmediatas, mediadas principalmente por la inmunoglobulina E (IgE), que pueden resultar en síntomas graves y potencialmente mortales, como anafilaxia, urticaria o asma. Las pruebas de alergia alimentaria, como el prick test (prueba cutánea), el análisis de IgE sérica, y las pruebas de provocación oral controlada, son consideradas estándares en el diagnóstico de alergias mediadas por IgE. Estas pruebas tienen una alta especificidad y sensibilidad, lo que las convierte en herramientas confiables para el diagnóstico de alergias alimentarias.
Resultados y su interpretación
Los resultados de la prueba de sensibilidad alimentaria indican la presencia y el nivel de anticuerpos IgG frente a diferentes alimentos junto con una escala que indica los niveles de IgG detectados: bajo, moderado o alto. Los defensores de esta prueba sugieren que niveles elevados de IgG pueden estar relacionados con síntomas crónicos que sufre la persona que se realiza la prueba, indicando una posible sensibilidad a ciertos alimentos. La estrategia es eliminar dichos alimentos para reducir o suprimir los síntomas relacionados con la sensibilidad alimentaria.
Sin embargo, es fundamental aclarar que la presencia de anticuerpos IgG frente un alimento no necesariamente indica que haya una reacción clínica adversa, de hecho, en muchos casos, la presencia de IgG podría simplemente reflejar una exposición previa a ese alimento y no implica una sensibilidad o intolerancia en sí misma. De ahí la importancia de realizar una correcta interpretación de los resultados bajo la supervisión de un profesional de la salud calificado.
¿Qué fiabilidad tiene la prueba?
La fiabilidad de las pruebas de sensibilidad alimentaria es uno de los puntos más controvertidos en la literatura médica. A diferencia de las pruebas de alergia alimentaria, que están bien establecidas y respaldadas por décadas de investigación, las pruebas de IgG para sensibilidades alimentarias han generado una considerable controversia.
Algunos estudios sugieren que la eliminación de alimentos con altos niveles de IgG puede conducir a mejoras en ciertos síntomas crónicos, como el trabajo publicado en World Allergy Organization Journal, que señala que las dietas de eliminación basadas en IgG pueden tener efectos positivos en personas con síndrome de intestino irritable (SII), aunque los mecanismos de esta mejoría no están completamente claros.
Por otro lado, la mayoría de los expertos en inmunología y alergología coinciden en que no hay suficiente evidencia científica sólida que respalde el uso rutinario de las pruebas de IgG para diagnosticar sensibilidades alimentarias. De hecho, organismos como la Academia Europea de Alergia e Inmunología Clínica (EAACI) y la Asociación Americana de Alergia, Asma e Inmunología (AAAAI) han emitido declaraciones en contra del uso de estas pruebas como herramienta diagnóstica principal. Estos organismos señalan que la producción de IgG es una respuesta normal del cuerpo a la exposición a alimentos, y no indica necesariamente una sensibilidad o intolerancia alimentaria.
Las pruebas más fiables basadas en evidencia científica para la detección de intolerancias alimentarias y su utilidad como herramientas diagnósticas iniciales son:
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Prueba de hidrógeno en aire espirado (Test de Aliento): es una herramienta ampliamente utilizada para detectar intolerancias a carbohidratos fermentables, como la intolerancia a la lactosa y la intolerancia a la fructosa. Esta prueba mide la cantidad de hidrógeno exhalado en el aliento después de la ingesta de un carbohidrato específico. La producción de hidrógeno en el intestino aumenta cuando ciertos carbohidratos no se digieren correctamente y son fermentados por bacterias en el colon, lo que genera gases que luego se absorben en el torrente sanguíneo y se exhalan. Es especialmente útil como diagnóstico inicial para pacientes con síntomas gastrointestinales recurrentes después del consumo de alimentos que contienen carbohidratos fermentables.
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Coprocultivo y análisis de microbiota intestinal: analiza las bacterias presentes en una muestra de heces para identificar desequilibrios en la flora intestinal, que podrían estar relacionados con intolerancias alimentarias. Los avances en el análisis de la microbiota intestinal han permitido una evaluación más detallada de las comunidades bacterianas en el intestino, lo cual puede ser clave para detectar disbiosis (desequilibrio en la microbiota) y posibles intolerancias alimentarias. Esta prueba es útil en combinación con otras pruebas para un diagnóstico más completo y es particularmente valiosa en casos de síntomas gastrointestinales crónicos.
Conclusión
Las pruebas de sensibilidad alimentaria se han convertido en una herramienta popular entre personas que buscan soluciones para síntomas crónicos no diagnosticados, sin embargo, la evidencia científica en torno a su fiabilidad es limitada.
Es fundamental que los pacientes que consideren realizarse estas pruebas consulten con un profesional de la salud cualificado, que pueda complementar con otras pruebas diagnósticas, ya que cada una de estas pruebas aporta información clave sobre el metabolismo y la digestión de diferentes nutrientes, permitiendo un enfoque terapéutico más específico que ayudará a descubrir la causa de la sintomatología.
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Lo que debes saber…
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La prueba de sensibilidad alimentaria es una herramienta diagnóstica diseñada para identificar reacciones no mediadas por mecanismos inmunológicos clásicos a ciertos alimentos que no involucran a las inmunoglobulinas E (IgE), responsables en las reacciones alérgicas inmediatas, sino que se basan en la medición de los niveles de inmunoglobulinas G (IgG).
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La presencia de anticuerpos IgG frente un alimento no necesariamente indica que haya una reacción clínica adversa, de hecho, en muchos casos, la presencia de IgG podría simplemente reflejar una exposición previa a ese alimento sin implicar sensibilidad o intolerancia en sí misma.
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Algunos estudios sugieren que la eliminación de alimentos con altos niveles de IgG puede conducir a mejoras en ciertos síntomas crónicos. Por otro lado, la mayoría de los expertos en inmunología y alergología coinciden en que no hay suficiente evidencia científica sólida que respalde el uso rutinario de las pruebas de IgG para diagnosticar sensibilidades alimentarias.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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