En los ancianos hay una disminución de las necesidades energéticas. Se calcula que éstas disminuyen un 10% cada década a partir de los 60 años, pero en general no hay demasiadas diferencias respecto a los adultos más jóvenes en cuanto a las necesidades de nutrientes.

Factores que afectan a la nutrición

En las personas mayores se presentan ciertos cambios biológicos, psicológicos y sociales que interfieren en el proceso de alimentación y obtención de los nutrientes. Se pueden resumir de la siguiente manera:

  • Problemas dentales y de encías, que a menudo comportan pérdida de piezas dentarias y dificultad para la masticación.
  • Disminución de la producción de saliva.
  • Alteración de la detección de los sabores; en especial se pierde el sabor salado, siendo el dulce el que más se conserva.
  • Enlentecimiento de la motilidad del tubo digestivo, que comporta saciedad temprana, digestiones lentas y tendencia al estreñimiento.
  • Alteración en la secreción de varias hormonas que regulan la sensación de apetito.
  • Disminución del gasto energético, con lo que hay una menor necesidad de ingesta calórica.
  • Presencia de enfermedades que limitan tanto la apetencia por la comida (por ejemplo, depresión) como la posibilidad de obtenerla (artrosis que dificulta el deambulación para ir a comprar).
  • Cualquier problema que limite la posibilidad de obtener los alimentos o prepararlos, si es que no se cuenta ningún cuidador o red de ayuda.
  • La toma de medicaciones que disminuyan la sensación de apetito, por si mismas o porque provocan boca seca, nauseas, estreñimiento, etc.
  • Aislamiento social, vivir solo; no apetece cocinar.
  • Dificultades económicas; sencillamente no hay dinero para mantener una dieta correcta.

Cuándo existe desnutrición

Si por uno o más de estos factores se produce un desequilibrio y/o déficit en el aporte y la disponibilidad de los nutrientes, se presenta un cuadro de desnutrición. Se calcula que ésta se da en el 5% de los ancianos que viven en su domicilio, entre el 17 y el 44% de los ingresados en unidades hospitalarias de patología aguda y entre el 50 y el 80% de los mayores institucionalizados en residencias.

Esta desnutrición puede ser por falta del mínimo de calorías preciso (energética), por menor ingesta de proteínas o por menor aporte de macro o micronutrientes (hierro, calcio, vitaminas, etc.). Dependiendo del elemento que sea deficitario, variarán las consecuencias de dicha carencia.

Consecuencias de la desnutrición

En líneas generales se presenta perdida de peso a expensas de masa muscular, alteración de la función inmunológica, perdida de masa ósea, dificultades en las funciones de reparación (por ejemplo, de heridas y llagas), deshidratación, problemas en las funciones renal, hepática y cardíaca, e incluso en las funciones mentales superiores. En definitiva, hay un aumento de la fragilidad del anciano, que empeora el pronóstico y evolución de enfermedades crónicas, y aumenta el riesgo de complicaciones, ingresos hospitalarios o en centros residenciales, aumenta la posibilidad de dependencia de terceros y aumenta la mortalidad en general.

Por todas estas consecuencias es muy importante que las personas mayores, sus cuidadores y su entorno se aseguren de una correcta ingesta de agua y nutrientes, teniendo en cuenta las necesidades especiales e individuales de cada paciente.

Recuerda que para cualquier consulta relacionada con la alimentación MAPFRE Salud cuenta con los mejores especialistas en dietética y nutrición.

CALCULA TU PRECIO