Como en todo el organismo, el sistema endocrino también se ve afectado por el paso del tiempo, de manera que las personas mayores también sufren un aumento o descenso de los efectos de diversas hormonas.
El sistema endocrino lo componen múltiples glándulas que secretan unas sustancias, las hormonas, que regulan otros muchos sistemas. Existen órganos diferenciados cuya única función es producirlas, como el tiroides, mientras que otros, como el páncreas, tienen una doble función (en este caso digestiva y endocrina al ser el encargado de producir insulina).
Cambios en el sistema endocrino con los años
Los cambios en la secreción y función de las hormonas a lo largo de los años son sutiles. Lo más destacable es la disminución de la sensibilidad a la acción de la insulina, a pesar de una normal secreción por parte del páncreas, por resistencia de los receptores celulares de la insulina, lo que ocasiona intolerancia a la glucosa y en casos más avanzados, diabetes.
También se producen cambios en las hormonas sexuales, que en la mujer, al producirse la menopausia, son más acusados. La función ovárica está preprogramada en las mujeres desde la etapa embrionaria (hay tantos óvulos para desarrollar en tanto tiempo), de manera que cuando se “acaban” los óvulos cesa de forma bastante brusca el ciclo menstrual habitual y baja radicalmente la producción de hormonas femeninas. Por esto la mujer se vuelve infértil y se deterioran los caracteres sexuales secundarios: se produce un empobrecimiento del vello en las zonas sexuales, se da un cierto grado atrofia genital, así como del tejido mamario glandular, cuyo tamaño puede mantenerse a expensas del tejido graso, y se producen cambios psicológicos y de la libido.
En los hombres se da también una disminución de la secreción de testosterona, pero mucho más lenta y progresiva que conlleva una atrofia de los genitales y dificultades para conseguir y mantener una erección correcta.
En las personas mayores es frecuente ver también una disminución de la capacidad de reacción del tiroides, de manera que al organismo le es más difícil compensar las necesidades del cambio de ritmo metabólico. En ocasiones estas alteraciones son suficientemente intensas como para ocasionar un hipotiroidismo.
La secreción propia de corticoides ante fenómenos que produzcan estrés (tanto físico como psíquico) es menor, lo que disminuye la capacidad de adaptación del organismo.
Estos cambios, junto con las alteraciones en otros sistemas hormonales más específicos que controlan la estabilidad del medio interno y la relación con el ambiente, son parte fundamental de evolución hacia la fragilidad del anciano.