Resumen del contenido
El objetivo principal de los cuidados paliativos al final de la vida es aliviar el sufrimiento y mejorar la calidad de vida, con una atención centrada en la persona integralmente: en su aspectos físico, mental y espiritual y considerando el entorno familiar y sociocultural correspondiente, ya que, si bien la muerte es un fenómeno universal, es vivido por cada persona y su familia de un modo particular e irrepetible.
Comunicación
Cuando se comunica a una persona (mayor o no) y a su familia más cercana que la muerte es una cuestión cercana e inevitable se entra en un periodo especial. No sólo se han de controlar los síntomas, sino que se ha de fomentar el contacto emocional y la comunicación, tanto verbal como no verbal.
Es muy importante respetar al máximo los deseos del paciente mientras sea posible, intentando no infantilizarlo, ni anular sus opiniones con la falsa (aunque bienintencionada) idea de que es mejor protegerlo de la realidad (“no lo soportará”, “se hundirá”, “ya no luchará”). Es su muerte, única e individual, y tiene derecho a vivirla de la manera que desee. Esto no significa que la información tenga que darse crudamente o de forma obligatoria, lo ideal es hacerlo con tacto y, en caso de no desear la información, respetar este deseo.
Para poder llegar a esta situación se ha de contar no sólo con el soporte de familiares y allegados, sino también con el apoyo de un equipo médico competente en este tipo de situaciones y en el que se tenga confianza, que ayude a la toma de decisiones con información veraz e inteligible.
Control de los síntomas
Respecto al control de síntomas, los que más influyen en la calidad de vida son el dolor, el ahogo, la ansiedad, la anorexia o falta de apetito, las nauseas o vómitos, el estreñimiento y otros como tos, hipo o sequedad de boca. Muchos son debidos a la propia enfermedad (oncológica o no), pero otros aparecen por la medicación. Es prioritario controlar estos síntomas para mejorar la situación de los últimos días, en los que el confort es lo principal.
También se debe prestar atención a la esfera emocional y espiritual, dando espacio para la expresión de los sentimientos y los afectos y ayudando a despedirse de los seres queridos. En este aspecto se ha de hacer uso de todos los canales de comunicación que se pueda: hablar, escuchar, tocar, sentir, mirar… Todo vale para dar y recibir cariño, comprensión y apoyo en el momento final de la vida. Esto es válido tanto para la familia y amigos como para el equipo medico.
Equipo sanitario
Las personas que cuidan a los pacientes en situaciones de final de vida han de ser objeto especial de cuidado y protección por parte del entorno familiar y médico. Deben recibir ayuda tanto material (relevos en velar por la noche, ayuda para las movilizaciones, reparto de funciones, etc.) como emocional, ya que suele ser un familiar cercano, que ve cómo su ser querido se muere, a veces tras largos periodos de sufrimiento. Si el principal cuidador se hunde va a ser mucho más difícil la atención adecuada al moribundo.
La comunicación y disponibilidad del equipo sanitario en este momento es esencial y debe ser más alta que antes de iniciar el proceso final. Los cuidadores informales no suelen tener conocimientos sanitarios ni habilidades técnicas; se les debe enseñar y entrenar para la atención del enfermo en tareas que incluyen administración de fármacos, curas de lesiones, higienes en encamados, movilizaciones y transferencias para el confort.
Actualmente se considera que lo más deseable es pasar el proceso de los últimos días y la agonía en el domicilio y el entorno del paciente, cuidado por sus familiares y allegados, ya que el enfermo se siente más acompañado, confortado, con más seguridad y serenidad ante la muerte.
También los seres queridos aceptan mejor el fallecimiento si han colaborado en su cuidado, si han podido despedirse de alguna manera comunicando su afecto. Sin embargo, hay situaciones que son de difícil manejo en el domicilio o con las cuales los cuidadores se ven sobrepasados, o bien el mismo paciente no quiere ser una carga para los suyos; en esos casos se deberá gestionar un ingreso hospitalario para el periodo de los últimos días, sin culpabilizarse por no estar en el domicilio.
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