Resumen del contenido
Aproximadamente hasta el 95% de las úlceras por presión son evitables, por lo que la necesidad de la prevención es la prioridad principal, mejor que centrarse solamente en el tratamiento de las úlceras ya establecidas.
Todo paciente encamado en su domicilio debe incluirse en un programa de atención domiciliaria y ser objeto de una valoración geriátrica integral. El programa deberá cumplir el objetivo de realizar actividades de asistencia, prevención, promoción y rehabilitación de la salud para conseguir el mayor grado de independencia del paciente, la potenciación del autocuidado, la educación del cuidador y una mejora de la calidad de vida en el contexto domiciliario.
Consejos para la prevención
Todos los pacientes que se consideren con riesgo de desarrollar úlceras por presión deben tener un plan de cuidados escrito y personalizado de prevención con un abordaje integral que valore tanto la piel como el estado nutricional y la hidratación del paciente.
Valoración inicial del estado de la piel
Identificar el estado de la piel, valorando sequedad, excoriaciones, eritema, maceración, fragilidad, temperatura e induración, sensación de picor o dolor y prominencias óseas (sacro, talones, tobillos, codos y occipucio) para identificar precozmente signos de lesión.
Cuidados generales
La prevención debe iniciarse en todo paciente que se considere con riesgo, pero sobre todo ante la observación de eritema no blanqueante (rojez localizada de la piel que no desaparezca tras 5 minutos sin presión) mediante sistemas de alivio de la presión, productos protectores de la piel tipo ácidos grasos hiperoxigenados y apósitos hidrocelulares (actúan como esponjas que alivian la presión sobre salientes óseos). Se debe prestar especial atención a los siguientes puntos:
- Cambios posturales frecuentes, cada dos horas y si está sentado recolocarlo cada hora.
- Cuidados para disminuir la humedad. La incontinencia duplica el riesgo de aparición de úlceras.
- Prevenir la fricción, el cizallamiento y el corte (sequedad excesiva, falta de higiene, malnutrición y deshidratación, arrastre)
- Estimular la actividad y el movimiento del paciente, tanto activo como pasivo
- Las superficies de alivio de la presión disminuyen la incidencia de aparición de ulceras como almohadones, cojines y colchones antiescaras, de diferentes materiales y sistemas (de borreguito, látex, de aire con presión alternante, etc.)
- Apósitos hidrocelulares, no adhesivos, de forma específica para talón, adaptables y/o recortables para zona nasal, alrededor de sondas o gafas de oxígeno.
- Si el paciente tiene la piel seca, utilizar cremas hidratantes.
- No se aconseja hacer masaje sobre las prominencias óseas ejerciendo presión, ni tampoco amasar la musculatura, pues sólo se conseguirá debilitar más la piel.
Valoración nutricional
El control y valoración de la nutrición del paciente anciano va a hacer que el riesgo de desarrollar ulceras disminuya y que en caso de que aparezcan, su curación sea más rápida y con menos complicaciones.
- Controlar la ingesta de alimentos adecuando la dieta a los deseos individuales del paciente o su condición de salud y estimular la ingesta de líquidos. La dieta del paciente con riesgo de desarrollar úlceras deberá garantizar aporte mínimo de calorías y proteínas, así como vitaminas y minerales (como ácido fólico, vitamina B12, hierro y otros oligoelementos).
- En caso de que la dieta habitual del paciente no cubra estas necesidades se debe recurrir a suplementos hiperproteicos de nutrición enteral oral para evitar situaciones carenciales.
Consejos para el paciente y el cuidador principal
El cuidador habitual del paciente dependiente e inmóvil es el personaje más importante en la prevención de las ulceras por presión. Su educación sanitaria y su colaboración son vitales en este sentido. Se debe prestar atención especial e insistir en los siguientes puntos:
- Cambios de posición frecuentes, más cuanto más peso; como regla general, cada 2 horas en encamados y cada hora en sedestación. El uso de material antiescaras (cojines, colchones) puede alargar estos intervalos, pero no deben ser sustitutos de los cambios posturales.
- El paciente debe reposicionarse por si mismo a intervalos frecuentes, en caso de poder movilizarse por sí solo animar al paciente a hacerlo.
- No arrastrar la piel por las sabanas al reposicionar o elevar al paciente. Son mejor los dispositivos de ayuda como trapecios o grúas, alzamiento con entremetida u otras alternativas. Se debe entrenar a los cuidadores a una buena mecánica para evitar lesiones al paciente y a sí mismo.
- Mantener la ropa del paciente limpia, seca y sin arrugas.
- Evitar colocarlo sobre las úlceras ya existentes.
- Inspeccionar la piel de forma sistemática y mantenerla limpia, seca e hidratada.
- Utilizar agua tibia y jabones neutros en la higiene diaria y secado meticuloso sin fricción.
- Usar cremas hidratantes, evitar colonias, alcohol o talco, ya que provocan y facilitan la sequedad cutánea.
- Lubricar la piel con ácidos grasos hiperoxigenados varias veces al día, con masaje circular suave sin presión en zonas de riesgo, aprovechar los cambios posturales o de pañal para su aplicación.
- Vigilar las protuberancias. No hacer masajes con presión sobre las prominencias óseas.
- Si el paciente tiene incontinencia, se ha de evitar la humedad, ya que provoca maceración y edema de la piel. Usar pañales de absorbencia y talla adecuadas a la cantidad de micción y corpulencia del paciente; un pañal de mayor absorbencia no significa menos cambios.
- No usar flotadores u otros dispositivos no específicos.
- Evitar levantar el cabezal de la cama más de 30º, manteniendo la espalda recta con almohadones, ya que se aumentan las fuerzas tangenciales y de cizallamiento en la zona sacra.
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