Los factores de riesgo de la cardiopatía isquémica son muy diversos, y de un modo genérico se dividen en dos grupos: modificables o no modificables.
Los factores de riesgo no modificables de la cardiopatía isquémica son la edad, el género y la genética del paciente.
Los factores de riesgo modificables son aquellas circunstancias que pueden conducir a la aparición de la enfermedad y cuya existencia depende del propio paciente. En estos factores de riesgo el estilo y los hábitos de vida del propio paciente son importantes para su disminución. Se dividen en dos grandes grupos, según su impacto ante el desarrollo de la enfermedad, diferenciando entre factores de riesgo mayores y menores.
Factores de riesgo modificables mayores
Factores de riesgo modificables mayores de la cardiopatía isquémica son:
- La hipertensión arterial mal controlada: los cambios que se dan en la pared arterial debidos a la existencia de una presión arterial excesiva prolongada en el tiempo favorecen la disminución de la luz del vaso y dificultan el paso de sangre a través de él, dificultando el aporte de oxigeno a los tejidos. En el caso del corazón aparecerá una isquemia ante aumentos leves o moderados de la demanda, que se puede manifestar como angina o como infarto de miocardio. Por ello, se considera de gran importancia el control estricto de la tensión arterial a corto, medio y largo plazo, incluso en edades muy avanzadas de la vida.
- La diabetes mellitus mal controlada: el aumento de la cantidad de glucosa circulante en sangre favorece la aparición de cambios en la pared arterial en un sentido similar al de la hipertensión arterial, produciendo unos efectos finales análogos. El riesgo aumenta de modo exponencial en el caso de que ambos factores de riesgo estén presentes. Así, el control de las cifras de glucemia en los pacientes con diabetes es fundamental para evitar la aparición de cardiopatía isquémica a todas las edades.
- La dislipemia mal controlada: consiste en la alteración de las concentraciones de grasas en la sangre (especialmente el colesterol total, sus derivados y los triglicéridos). El depósito de estos componentes en la pared de los vasos arteriales también ocasiona el estrechamiento gradual de su luz, en el mismo sentido que la hipertensión arterial o de los cambios causados por el mal control de la diabetes. Así, seguir una dieta saludable baja en grasas saturadas y azúcares refinados será de gran importancia en la prevención de la cardiopatía isquémica.
- El tabaquismo: el hábito tabáquico aumenta el riesgo de padecer cardiopatía isquémica y se considera que contrarresta la efectividad de los tratamientos contra esta enfermedad. De este modo, el abandono total del hábito tabáquico, aun en edades avanzadas, redunda en una disminución de la aparición de cardiopatía isquémica en los pacientes de todas las edades.
Factores de riesgo modificables menores
Como factores de riesgo modificables menores de la cardiopatía isquémica caben destacar:
- Control de la obesidad y reducción del sobrepeso.
- Realización de ejercicio físico regular (como mínimo tres sesiones semanales de unos 4 minutos) y evitación de la vida sedentaria.
- Consumo de una dieta saludable (dieta mediterránea), rica en vitamina C, carotenos, frutas y verduras, con alimentos variados y reduciendo la ingesta de grasas saturadas (de origen animal) y aumentando la proporción de grasas insaturadas (de origen vegetal).
- Control y reducción del estrés.
Los factores de riesgo de cardiopatía isquémica se asocian a menudo entre ellos, dando como resultado una potenciación de sus efectos. La realización de controles de salud que puedan detectar la presencia de hipertensión arterial, diabetes mellitus, dislipemia, tabaquismo y encaminados al control de los factores mayores y menores de riesgo de la enfermedad serán esenciales para realizar una correcta prevención primaria y secundaria de la enfermedad.