Demencia vascular
Resumen del contenido
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La expresión demencia vascular hace referencia al deterioro cognitivo global originado a raíz de la existencia de una enfermedad vascular cerebral de tipo isquémico o hemorrágico, siendo necesario un nexo temporal entre ambas situaciones. Es un síndrome de etiopatogenia multifactorial, reflejo de la gran heterogeneidad de la patología vascular cerebral.
Se considera que un 10% de las muertes en los países desarrollados está en relación con los accidentes vasculares cerebrales o ictus, que suponen además un motivo muy importante de discapacidad, sobre todo en ancianos.
El 80% de los accidentes vasculares cerebrales son de naturaleza isquémica con origen aterotrombótico o cardioembólico y cerca del 20% es de tipo hemorrágico. Además, representa la segunda causa de demencia, con el 20-30% de los casos.
Factores de riesgo
Los principales factores de riesgo para el desarrollo de patología vascular cerebral son bien conocidos, como la edad avanzada, la hipertensión arterial, la diabetes mellitus, las dislipemias, el tabaquismo, el alcohol y la fibrilación articular. El control adecuado de estos factores debería conllevar una reducción en la incidencia y la prevalencia de la demencia vascular.
Diagnóstico
En las pruebas complementarias de imagen (escáner cerebral, resonancia magnética nuclear) o neuroimagen, se aprecian las imágenes características de este tipo de demencias y que se corresponden con las lesiones en el cerebro. Según las áreas afectadas, así será el tipo de demencia desarrollada.
Síntomas
Las lesiones en el tejido cerebral que clásicamente se relacionan con la demencia vascular son los infartos del córtex cerebral, los infartos lacunares (pequeños infartos con efecto sumativo) y la afectación isquémica difusa de la sustancia blanca cerebral. Estas alteraciones afectan a las áreas de integración de los actos comunes (praxis), manejo del lenguaje, cálculo, almacenamiento de memoria y coordinación visual y espacial.
Clínicamente, a diferencia de la demencia producida por la enfermedad de Alzheimer (gradual y de inicio insidioso a lo largo del tiempo), la demencia vascular generalmente tiene un inicio brusco y suele avanzar a saltos (empeoramiento clínico con cada suceso cerebro-vascular que sufra el paciente), con una relativa preservación de la personalidad y de la memoria.
Los pacientes con esta enfermedad también suelen tener afectada de un modo temprano la capacidad de la marcha, con otras alteraciones motoras y síntomas de incontinencia urinaria temprana (ambas poco frecuentes en la enfermedad de Alzheimer hasta fases más avanzadas), así como una mayor labilidad emocional y tendencia a la depresión. En general, la característica fundamental es que sus síntomas dependen de la localización de las zonas cerebrales dañadas, que suele ser irregular.
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