Para ello, y especialmente en el anciano, es necesario un alto índice de sospecha, por los rasgos característicos de esta afección en pacientes geriátricos y para evitar la tendencia a confundirla como algo propio del envejecimiento.

Existen instrumentos en forma de cuestionarios o escalas que sirven como herramientas de despistaje, detección y seguimiento, útiles en este grupo de edad, pero que por sí solos no proporcionan el diagnóstico; son una ayuda pero no deben sustituir al interrogatorio clínico.

Historia clínica

El diagnóstico de depresión en el anciano se hace eminentemente a través de la historia clínica. El interrogatorio en estos pacientes presenta unas dificultades añadidas por la frecuente falta de expresividad emocional (muy a menudo cultural), problemas auditivos o de comunicación con el paciente y por la frecuente y errónea asunción por parte del paciente de la tristeza como un estado inherente a la vejez, así como la negación del cuadro como algo patológico.

Entrevista clínica

Así pues, se recomienda para la entrevista clínica acercarse al paciente mostrando empatía, tratarlo con respeto y educación, permanecer próximo física y emocionalmente, hablar claro y lentamente y con el volumen adecuado, prestar gran atención a la comunicación no verbal y dar el tiempo suficiente para las respuestas, sin acabar las frases del paciente, durante la entrevista.

En ésta se realizará una evaluación diagnóstica que debe incluir una historia médica completa: ¿cuándo comenzaron los síntomas, cuánto han durado, cuán serios e intensos son? Si el paciente los ha tenido antes, el médico debe averiguar si los síntomas fueron tratados y qué tratamiento se dio.

El médico también debe preguntar acerca del uso de alcohol y drogas y sobre posibles pensamientos de muerte o suicidio por parte del paciente. Asimismo, la entrevista debe incluir preguntas sobre otros miembros de la familia: ¿algún pariente ha tenido depresión y, si fue tratado, qué tratamientos recibió y qué tratamientos fueron efectivos?

Analítica

También es interesante realizar una analítica general para descartar causas somáticas de los síntomas depresivos, como alteraciones hormonales (en especial tiroideas), hidroelectrolíticas o de sales minerales, del nivel de glicemia, etc. En caso necesario puede pensarse en la realización de pruebas de imagen neurológicas (escáner o resonancia magnética).

Diversas herramientas, como las escalas específicas para valorar la presencia de depresión en el anciano, la autoestima y la ideación suicida, los exámenes psicométricos para valorar las principales áreas de las funciones intelectuales o el posible deterioro cognitivo (memoria reciente, memoria remota, etc.), así como las escalas de valoración funcional, pueden ayudar a establecer con mayor fiabilidad el diagnóstico de depresión, el tipo de depresión que presenta el paciente y su grado de severidad, para así poder ajustar mejor el tratamiento necesario.

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