Abuelos y nietos
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Las relaciones entre las personas mayores y los niños ya no son las que tradicionalmente se habían dado, lo que refleja el cambio que tanto unos como otros han experimentado en la sociedad occidental de un tiempo a esta parte.
¿Qué entendemos por abuelos?
Actualmente, la imagen que los niños suelen tener de sus abuelos (y de las personas mayores en general) es más dinámica y vital que la que se tenía antaño. Además, esta percepción va cambiando y se va configurando a partir de las experiencias que comparten con ellos. Así, entre los 8 y 10 años, los mayores son vistos como una prolongación de los padres; entre los 10 y 12 años, como personas autónomas y entre los 11 y 14 años pasan a considerarse, incluso, como “colegas”.
Una relación cambiante
Esta relación de complicidad con los abuelos es uno de los aspectos que más se diferencia de otros momentos de nuestra historia y que surge como consecuencia de los cambios sociales, que repercuten de forma especial en la estructura familiar. En este sentido, fenómenos como la aparición de nuevos modelos de familia o la incorporación de la mujer al mercado laboral, han favorecido las relaciones de igualdad, en las que los abuelos y los nietos comparten más actividades e intereses. No obstante, también aquí los modelos son diversos, pues las relaciones con los abuelos que viven lejos, especialmente si son de una población rural, suelen ser más distantes y en ellas la imagen que los niños tienen de las personas mayores se asemeja más al modelo tradicional de transmisor de valores.
¿Qué papel juegan en la familia?
Los abuelos juegan un rol importante en la familia, y en ella desempeñan muchas e importantes funciones que tienen que ver con el desarrollo y crecimiento del niño. Esto contribuye a establecer vínculos y crear lazos afectivos, que favorecen su desarrollo y aprendizaje.
El hecho de vivir cerca del domicilio familiar y de disponer de más tiempo que los padres facilita un contacto más continuo y cercano que resulta enriquecedor para las dos generaciones y que se concreta en la realización de actividades de cooperación inter-generacional voluntaria como la narración de cuentos, la transmisión de conocimientos e historias, la participación en proyectos de los jóvenes…
Además, la presencia del abuelo en ciertos momentos puede ser muy beneficiosa para el niño y para el joven, si es capaz de aportarle serenidad, ternura y un tiempo de calidad. Por ello pueden llegar a convertirse en un elemento básico de apoyo cuando aparecen problemas dentro de la familia. Un ejemplo de esta ayuda es la que ofrecen los abuelos que cuidan a sus nietos, a los que les hacen de “canguros”, y que facilita la conciliación familiar y laboral de los progenitores.
Potenciar la relación
Las relaciones entre generaciones son solidarias y proporcionan ayuda en ciertos momentos vitales que son decisivos para su desarrollo. Por ello es importante fomentarlas, ya que favorece la integración entre las diferentes generaciones, además es una forma de educar a los niños y jóvenes en el respeto hacia los mayores y una forma de que éstos entiendan mejor a las generaciones jóvenes. Además, está demostrado que se reduce el conflicto social. En definitiva, las relaciones entre los niños y las personas mayores no sólo son buenas y positivas, sino que se han de potenciar: “ni un niño sin abuelo, ni un mayor sin un niño”.
Los efectos positivos de las relaciones inter-generacionales son claros para ambos grupos:
- Para las personas mayores supone un claro beneficio a nivel mental (disminución de la depresión y ansiedad, posible retraso en la aparición de deterioro cognitivo), desarrollan habilidades sociales y potencian cualidades como una mentalidad más flexible, así como la empatía. Las personas mayores, además, se dan cuenta de que pueden intercambiar conocimientos y experiencias con ellos, siendo agentes transmisores de su pasado, y de la cultura popular a veces olvidada o desconocida por los pequeños. Se sienten aceptados, se consideran útiles, y ganan seguridad en sí mismos.
Los jóvenes mejoran el rendimiento académico y fortalecen su autoestima y optimismo. En cuanto a su actitud hacia las personas mayores, al relacionarse con ellos se forman una idea más positiva, sin estereotipos, y respetan más a los adultos en general. Reducen las conductas antisociales, fortalecen las relaciones con la familia y con los compañeros y amigos más cercanos, limitan las conductas de riesgo para la salud y participan más en actividades físicas. Reconocen valores como el respeto, la amistad, la tolerancia, la paciencia o la generosidad. Por otro lado, observan sentimientos y situaciones de soledad, aislamiento o enfermedad, y conocen parte de su historia local y familiar más reciente.
- Entre los 8 y 10 años, los mayores son vistos como una prolongación de los padres; entre los 10 y 12 años como personas autónomas y entre los 11 y 14 años pasan a considerarse, “colegas”.
- Los abuelos juegan un rol importante en el desarrollo y crecimiento del niño: contribuye a establecer vínculos y crear lazos afectivos.
- Hay que fomentar las relaciones entre generaciones ya que es una forma de educar a los niños y jóvenes en el respeto hacia los mayores.
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