Resumen del contenido
Es en realidad una variante del penfigoide ampolloso que aparece en las mujeres gestantes. Su importancia radica en que, además de provocar una erupción molesta y potencialmente grave, se asocia con el parto prematuro y con complicaciones en el feto y en el recién nacido.
¿Cómo se produce?
En este tipo de enfermedades, el cuerpo produce anticuerpos que atacan a ciertos elementos de cohesión o sujeción de la piel, provocando despegamiento de la misma en forma de ampollas. No se conoce su causa, ni por qué existe esta variante que aparece en las mujeres embarazadas. Es probable que la distensión abdominal propia del embarazo provoque ciertas alteraciones en la piel, en las que se exponen determinados antígenos o zonas sensibles que desencadenan la respuesta autoinmune y el ataque por auto-anticuerpos.
En el penfigoide, los anticuerpos se dirigen contra zonas de la membrana que separa la epidermis de la dermis, por lo que el despegamiento se produce entre estas dos capas de la piel, provocando ampollas duras y tensas que al romperse dejan heridas y costras.
El penfigoide gestacional es poco frecuente, apareciendo aproximadamente en uno de cada 50.000 embarazos.
¿Cuál es la manifestación clínica?
El penfigoide gestacional se inicia con un intenso picor y enrojecimiento de la piel, sobre la que van apareciendo ampollas agrupadas en anillos o racimos. Lo más común es que comience afectando al abdomen, especialmente la zona alrededor del ombligo. Es más frecuente en la segunda mitad del embarazo o incluso puede aparecer en el postparto. En algunos casos los anticuerpos de la madre pueden atravesar la placenta y provocar que el niño desarrolle ampollas dentro del útero o que las presente al nacer.
¿Cómo se diagnostica?
Un dermatólogo sospechará el penfigoide gestacional por la clínica de prurito y aparición de ampollas en una embarazada o una mujer inmediatamente después del parto, pero el diagnóstico tiene que confirmarse con una biopsia. Esta prueba debe incluir la búsqueda de los anticuerpos que se depositan en la base de la epidermis, mediante una técnica denominada inmunofluorescencia directa. Estos anticuerpos también pueden detectarse en un análisis de sangre.
¿Cómo se trata?
En la mayoría de los casos los únicos medicamentos que pueden controlar la enfermedad y no dañar al feto son los corticoides, por lo que se administran por vía oral a dosis altas, que se van descendiendo progresivamente a medida que se controlan los síntomas. Al emplear corticoides, debe vigilarse que la madre no tenga complicaciones como diabetes o hipertensión, que también son más frecuentes durante el embarazo. Además, hay que prever que el medicamento no cause daños en el niño.
¿Cuáles son los riesgos para la madre y el niño?
Ni la madre ni el niño presentan generalmente un riesgo vital. El recién nacido tiene más probabilidades de ser prematuro, es decir, de nacer antes de tiempo. También tiene más probabilidades de presentar un bajo peso al nacer, debido a alteraciones de la placenta y la de nutrición fetal causadas por la enfermedad o su tratamiento.
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- Conocido como herpes gestacional, causa erupción molesta y se asocia a parto prematuro y complicaciones bebé.
- Inicia con un intenso picor y enrojecimiento de la piel (especialmente en la zona de alrededor del ombligo) y van apareciendo ampollas agrupadas en anillos o racimos.
- Existe más riesgo de tener un bebé prematuro y con bajo peso.