Resumen del contenido
¿Qué es la placenta?
La placenta es un órgano temporal que se genera en el interior del útero durante la gestación para permitir el desarrollo del feto a lo largo de todo el embarazo.
Inicialmente la placenta envuelve la totalidad del saco, pero a medida que pasan las semanas y el tamaño del embarazo aumenta el tejido queda concentrado en una porción de la pared uterina, teniendo un tamaño al término de la gestación de unos 20 cm de diámetro y 2-3 de grosor, forma redondeada u ovalada, cubierta en la cara fetal por un entramado de vasos que confluyen todos a un mismo punto desde el que se origina el cordón umbilical, de unos 50 cm de longitud media que va a parar al abdomen del feto.
La placenta se puede localizar en cualquier situación de la pared uterina: anterior, posterior, lateral, fúndica (en el fondo uterino). Cualquier posición es buena excepto en la porción baja del útero y sobre el cuello uterino pues hace imposible que el feto atraviese el canal del parto. En este caso, la placenta se llama previa y es indicación de cesárea.
Funciones de la placenta
La placenta tiene tres funciones importantísimas:
- Intercambio de sustancias entre la madre y el feto: por un lado, hace llegar al feto oxígeno y nutrientes para que pueda desarrollarse y por otro lado actúa de filtro depurando los productos de desecho que elimina el feto en su metabolismo, actuando a modo de pulmón y riñón fetal.
- Función inmunológica y de barrera, impidiendo el paso de determinadas sustancias o agentes nocivos y permitiendo el paso de algunos anticuerpos beneficiosos.
- Función endocrina, segregando gran variedad de hormonas muy importantes para que el embarazo pueda desarrollarse con normalidad.
¿Cuándo ha de desprenderse?
La placenta es, pues, un delicado órgano con una función primordial sin la cual el feto no podría sobrevivir y es imprescindible hasta el mismo momento en que el recién nacido sale al exterior. Su desprendimiento prematuro, antes de que el feto esté fuera, podría tener consecuencias catastróficas si no se extrae el feto con extrema urgencia. Esto es una complicación grave del embarazo llamada Desprendimiento Precoz de Placenta.
Por el contrario, una vez sucede el parto es necesario que la placenta se desprenda y salga completamente pues su permanencia en el útero o de un fragmento de la misma ocasionaría sangrados muy importantes. La placenta durante el embarazo está adherida de forma firme pero delicada a la pared uterina, pero después del parto normalmente se desprende de forma espontánea. Después de salir el feto, el músculo uterino se contrae, y debido a su elasticidad sus paredes se reducen a la mitad en su longitud, por lo que la placenta, que no tiene esa elasticidad, se despega pues el tejido sobre el que estaba fijada se reduce.
Ejemplo:
Imaginemos que tenemos un globo hinchado con una pegatina adherida no muy firmemente a su superficie. Al deshinchar el globo la pegatina se desprendería. Así sucede en un parto con una placenta normal.
Placentas anómalas
Pero existen variedades de placentas anómalas, de baja incidencia, afectando uno de cada 2.500 embarazos, que no permiten un desprendimiento normal porque infiltran en grados crecientes de severidad el grosor del músculo uterino.
- Placenta ácreta: está anormalmente adherida a la pared uterina, no existe el plano de separación entre ambos órganos con lo cual al intentar despegarla el útero sangra.
- Placenta íncreta: está tan infiltrada en el interior de las fibras musculares que invade literalmente su grosor siendo imposible su despegamiento.
- Placenta percreta: es el grado máximo y menos frecuente, constituyendo el 5% de estas placentas anómalas.
Placenta percreta
Se produce cuando la placenta invade completamente la totalidad de la pared uterina, traspasándola, y llega a infiltrar órganos vecinos, como la vejiga urinaria, el intestino o el epiplón (pliegue del peritoneo -tejido delgado que reviste el abdomen- que rodea el estómago y otros órganos del abdomen).
En cualquiera de los casos se producirá una profusa hemorragia que requerirá muy probablemente una histerectomía (extirpación del útero) de urgencia tras el parto y muy a menudo transfusiones de sangre para solucionar la emergencia. En el caso de la placenta pércreta además la invasión de los órganos vecinos dificulta de gran manera la cirugía urgente y tiene una importante tasa de mortalidad.
Las cirugías uterinas previas: cesáreas previas, legrados… son factores de riesgo que favorecen este tipo de placentas y es muy difícil diagnosticarlas antes del parto. En caso de sospecha la mejor manera de diagnóstico es la ecografía, y el tratamiento es contar con un equipo preparado para realizar una cesárea e histerectomía a continuación y reponer con hemoderivados la pérdida de sangre si se produce.
Si necesitas una revisión ginecológica durante el embarazo puedes comprar una ecografía doppler para asegurar el bienestar del feto. Esta prueba diagnóstica se practica en la consulta del ginecólogo.
Lo que debes saber…
- La placenta percreta es el grado máximo y menos frecuente de placentas anómalas, constituyendo el 5% de estas placentas.
- En este caso, la placenta ha invadido completamente la totalidad de la pared uterina traspasándola y llegando a infiltrar órganos vecinos, como la vejiga urinaria, el intestino o el epiplón.
- Las cirugías uterinas previas: cesáreas previas, legrados… son factores de riesgo que favorecen este tipo de placentas y es muy difícil diagnosticarlas antes del parto.