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Aunque la mayoría asocia la palabra depresión a la edad adulta, lo cierto es que 5 de cada 100 adolescentes en nuestro país sufren este trastorno. Se trata de un problema serio que no por producirse en una persona joven es menos importante.
La depresión es un trastorno que puede presentarse en la adolescencia y que dificulta la capacidad del joven para seguir con su rutina diaria y quiebra los cimientos de su relación con familiares y amigos. Por ello, es importante que los padres de chicos adolescentes estén atentos y puedan detectar signos de un posible estado depresivo en sus hijos. Sin embargo, éstos pueden resultar difíciles de diferenciar de los habituales altibajos anímicos, presentes y normales en dicha etapa evolutiva.
¿Cuáles son los signos de alerta?
Existen una variedad de indicios que pueden observarse en la conducta de los adolescentes y que podrían estar indicando la presencia de un trastorno depresivo. No obstante, como se ha comentado anteriormente, muchos de estos comportamientos pueden ser perfectamente normales a dicha edad, sobre todo si se presentan de forma aislada y no prolongada en el tiempo. Por ello, ante la existencia de sospechas por parte de los padres, siempre resultará necesario consultar con un profesional de la psicología que evalúe el caso en concreto.
Algunos de estos signos a tener en cuenta son:
- Sentimientos de tristeza, lamentos y llanto frecuente, sin motivo aparente.
- Escribir, leer o escuchar música sobre temas tristes y melancólicos, sobre la falta de sentido de la vida o con un enfoque pesimista y desesperado.
- Falta de higiene y descuido en el aspecto físico.
- Baja energía, aburrimiento y apatía generalizada. Puede mostrar una actitud desanimada y negativa, sin ilusión ni motivación por la realidad que está viviendo.
- Dejar de realizar actividades físicas, sociales o culturales o limitar las que antes le resultaban agradables o eran de su interés.
- Aislamiento social, que les lleva a dejar de pasar tiempo con amistades y familia, y que va acompañado generalmente de una percepción de que los demás no le prestan la suficiente atención ni le comprenden.
- Dificultad para tomar decisiones y afrontar situaciones adversas.
- Baja autoestima : suelen presentar sentimientos de culpabilidad, junto a una elevada autocrítica y una pobre autoestima. Un adolescente depresivo puede sentirse fracasado, incapacitado y culpable de circunstancias vitales negativas por las que está pasando en ese momento.
- Presencia de determinados síntomas físicos, como mareos o vómitos, y frecuentes dolores, principalmente de cabeza o barriga.
Cambios en los estudios, el sueño y la alimentación
En el entorno educativo puede aparecer una bajada significativa del rendimiento académico, con dificultades para la concentración y la atención en clase. En este caso, es frecuente mostrar desinterés ante los estudios y no asistir de forma regular al centro educativo, junto a una actitud que puede ser conflictiva con profesores y compañeros.
Además, suelen producirse cambios significativos en los patrones del sueño y la alimentación. En cuanto a los primeros, las manifestaciones pueden consistir en acostarse muy tarde, tener dificultades para conciliar el sueño por la noche y para levantarse por las mañanas, padecer inquietud con frecuentes despertares, tener somnolencia durante todo el día, etc. A nivel alimentario, pueden aparecer determinados comportamientos relacionados con una pérdida significativa del apetito o una ingesta compulsiva de comida. Asimismo, muestran tendencia al abuso de alcohol y drogas como forma de evasión del estado de ánimo depresivo y en búsqueda de un alivio momentáneo de su situación.
¿Cómo actuar?
En caso de que los padres de un adolescente sospechen que su hijo pueda estar padeciendo síntomas depresivos, es importante ante todo buscar la ayuda profesional de un psicólogo. Al mismo tiempo es fundamental el apoyo que el joven pueda recibir de familiares y amigos para mejorar su estado. Algunas indicaciones que pueden tener en cuenta los padres y contactos próximos al chico son las siguientes:
- Fomentar un fuerte vínculo emocional con el joven. Es importante que éste se sienta querido y valorado.
- Mostrar interés por su vida, sus experiencias, su estado de ánimo, etc. Mantener conversaciones fluidas y frecuentes con el adolescente y ofrecerle ayuda y apoyo en aspectos que puedan estarle preocupando o que no sepa cómo afrontar son acciones importantes para superar la situación.
- No desatender nunca una amenaza o un intento de suicidio.
El papel de los padres
Hay que tener en cuenta que muchos jóvenes con síntomas depresivos no han desarrollado la suficiente madurez para tomar conciencia de que tienen un problema y que en muchas ocasiones tampoco sabrán dónde ni cómo pedir la ayuda adecuada. Por ello es importante que los padres puedan orientarles y ofrecerles el apoyo necesario, a la vez que colaboran en el tratamiento psicológico más adecuado para cada caso.
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Lo que debes saber…
- La depresión dificulta la capacidad del joven para seguir con su rutina diaria y quiebra los cimientos de su relación con familiares y amigos.
- Ante la existencia de sospechas por parte de los padres, siempre resultará necesario consultar con un profesional de la psicología que evalúe el caso en concreto
- Síntomas: puede aparecer una bajada significativa del rendimiento académico, suelen producirse cambios significativos en los patrones del sueño y la alimentación…