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Desarrollo emocional de los 18 a los 24 meses

Niño jugando con un cochecito
2 Min de lectura
Toma conciencia de la separación de los padres y, aunque le encanta explorar el medio que le rodea, le cuesta más separarse de sus progenitores (a diferencia de la fase anterior donde alejarse de ellos sin casi temor era la norma).
Doctora Esther Martinez
Nº Colegiado 080837747 | Licenciada en Medicina y Cirugía. Especialista en Pediatría con Formación en Alergología de  | Web

Pediatra, experta en acupuntura y nutrición oncológica. Actualmente lidera la Unidad de Oncología Pediátrica Integrativa del Hospital Sant Joan de Déu Barcelona. Ha sido pionera en España desarrollando la acupuntura infantil como un procedimiento médico complementario, seguro e indoloro. Compagina su trabajo con la docencia.

En torno a este hecho puede ser normal que durante el primer año de guardería el niño apenas llore y, al empezar el segundo curso a los dos años, se deshaga en llanto cuando los padres lo dejen en la clase.

También es típico el llanto al dejarlo a dormir ya que esto lo percibe como una separación. En estos casos es muy recomendable que el niño tenga un «consuelo» que puede ser un muñeco blandito que le acompañe durante la noche (simboliza la presencia de los padres y le aporta seguridad)

Las rabietas

En torno a los dos años empiezan las rabietas. Los niños, que todavía no controlan sus emociones, estallan ante cualquier contratiempo que no cumpla sus expectativas.

Las rabietas son estallidos emocionales, una forma natural de comunicarse del niño a esta edad. A través de ellas, el niño expresa lo que quiere y es una herramienta alternativa al lenguaje, que es todavía muy precario a esta edad. Las rabietas también manifiestan las dificultades que el niño tiene para controlar su propia conducta. Es algo temporal y no hay que reforzarlas sino enseñar al niño nuevos recursos para comunicarse.

Consejos:

  • Mantener la calma. El adulto y el que es capaz de controlar las emociones es el progenitor, no nos podemos poner a su altura ni gritar porque no sirve de nada.
  • Aceptar las rabietas como algo normal y que forma parte de su desarrollo. Decirle que «no» es fundamental para su desarrollo y va a ayudar a hacerse más independiente y a forjar una identidad propia.
  • No prestarle demasiada atención y animarle a que cuando se calme hablarás con él.
  • Cuando se calme, felicitarlo, decirle que así de tranquilo y sin gritar puede contarle que le preocupa o qué quiere.
  • Hacer borrón y cuenta nueva, tras una rabieta que ya ha pasado los padres no deben seguir enfadados o castigarle con cosas imposibles como «te voy a tirar todos los juguetes a la basura».
  • Si el motivo de la rabieta es porque se le está negando algo que no toca en ese momento no se debe ceder ante el llanto y los gritos del niño, porque sino fomentaremos esta conducta como herramienta segura que utilizará el niño para conseguir lo que desea.

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Publicado por Dra. Esther Martínez
- 3 Nov, 2021
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