¿Cómo detectar dispraxia en la infancia?
Resumen del contenido
Pediatra, experta en acupuntura y nutrición oncológica. Actualmente lidera la Unidad de Oncología Pediátrica Integrativa del Hospital Sant Joan de Déu Barcelona. Ha sido pionera en España desarrollando la acupuntura infantil como un procedimiento médico complementario, seguro e indoloro. Compagina su trabajo con la docencia.
La dispraxia es un trastorno que afecta a la planificación y a la puesta en marcha de tareas que tengan un componente motor, desde los movimientos a la articulación del lenguaje.
Se cree que hasta un 6% de los niños menores de 11 años podrían presentar algún grado de dispraxia, Daniel Radcliffe, el actor que interpreta en la gran pantalla al famoso mago Harry Potter, sufre dispraxia.
¿Qué es la dispraxia?
Es una alteración psicomotriz poco conocida que ocasiona torpeza, lentitud y dificultad para realizar movimientos coordinados que requieren la participación de diversos grupos musculares: escribir, atarse los zapatos, montar en bicicleta o articular el lenguaje. Por este motivo a la dispraxia también se la conoce como el “síndrome del niño torpe” o “trastorno del desarrollo de la coordinación motora”.
Si nos fijamos en la etimología de dispraxia, “dis-” señala dificultad o anomalía y la palabra de origen griego “praxis” significa práctica, es decir, hace referencia a la dificultad para realizar ciertas tareas.
Tipos de dispraxia y sus causas
Fundamentalmente afecta a la coordinación motora pero los niños que la padecen también pueden tener dificultades en otras áreas, como el lenguaje o el desarrollo emocional. No hay relación entre la dispraxia y el retraso de las capacidades intelectuales. Estos matices nos definen los tipos de dispraxia.
- Dispraxia ideomotora: dificultad entre la secuencia de pensar y realizar una tarea sencilla. El niño presenta dificultades en realizar tareas sencillas que implican un solo paso. Por ejemplo, peinarse.
- Dispraxia ideatoria: dificultad en la cadena de secuencias simples que dan lugar a un acto final más complejo. Por ejemplo, hacer una trenza, abrir una cerradura o atarse los cordones de los zapatos.
- Dispraxia oromotora o del habla: están afectados los músculos fonatorios ocasionando problemas de pronunciación de palabras o sílabas, dando problemas en el habla.
- Dispraxia constructiva: dificultad en la comprensión de las relaciones espaciales entre los objetos. Afectada la capacidad para entender y aplicar las relaciones espaciales. Por ejemplo: meter un objeto pequeño dentro de uno más grande.
En la mayoría de los casos de dispraxia no se sabe su causa. Lo que sí sé sospecha es que podría estar causada por pequeñas lesiones cerebrales en el proceso de maduración de las neuronas. Hay ciertos factores de riesgo que aumentan las probabilidades de que el niño la padezca:
- Anoxia en el momento del parto.
- Prematuridad.
- Consumo de alcohol, tabaco o drogas durante la gestación.
¿Cómo pueden detectar los padres la dispraxia en su hijo?
Es un trastorno que afecta a un 6% de los niños y con mayor frecuencia a los varones (entre un 70 a un 80% de los diagnósticos). Los padres suelen sospechar que a su hijo le pasa algo porque notan dificultades a la hora de que el niño realice tareas sencillas como ponerse los zapatos, abotonarse los botones o lavarse los dientes. Esta situación puede afectar emocionalmente al niño, ocasionando mucho nivel de frustración y baja autoestima.
- Muchas familias detectan este tipo de problemas antes de los 2 años. Al realizar la historia clínica del niño podemos observar dificultades al gatear o retraso en la deambulación y problemas del habla, es decir, el desarrollo motor y del lenguaje de los niños con esta enfermedad es más lento de lo esperado.
- Entre los 3 y 5 años continua la torpeza y la dificultad en realizar movimientos o acciones que requieran una cierta coordinación. Podemos observar que se caen con frecuencia, dificultad para bajar y subir escaleras y pueden presentar aleteo de las manos. El lenguaje suele ser más inmaduro que el resto de sus iguales.
- Entre los 5 y los 7 años pueden observarse ciertas dificultades para comer o vestirse solos. El rendimiento escolar puede verse afectado por presentar problemas de concentración, ser más lentos en acabar las tareas o tener problemas de grafomotricidad.
En la edad adulta, si no se ha tratado en la infancia o bien la persona presenta una dispraxia grave, pueden presentar problemas para tareas tan básicas como conducir o cocinar.
¿Cómo se diagnostica la dispraxia?
Se realiza una evaluación neuropsicológica completa, pasando una batería de pruebas que estudian las adquisiciones motoras e intelectuales del niño. La evolución depende del momento del diagnóstico, la severidad de la dispraxia y la implicación de la familia en el tratamiento.
La terapia psicológica es necesaria cuando existe una dispraxia ideatoria y el logopeda será el encargado de trabajar los problemas del habla si son presentes. No obstante, en todos los casos es necesaria la intervención de la familia para que aprendan a aplicar en casa los ejercicios que el niño necesita. La terapia es bastante sencilla y consiste en repetir secuencias motoras.
El diagnóstico precoz junto con una intervención adecuada mejora muchísimo el pronóstico del niño superando con éxito sus dificultades.
Lo que debes saber…
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- La dispraxia es una alteración psicomotriz poco conocida que ocasiona torpeza, lentitud y dificultad para realizar movimientos coordinados que requieren la participación de diversos grupos musculares: escribir, atarse los zapatos, montar en bicicleta, hablar…
- Se sospecha que puede estar causada por pequeñas lesiones cerebrales en el proceso de maduración de las neuronas.
- El diagnóstico precoz junto con una intervención adecuada mejora muchísimo el pronóstico del niño, que puede superar con éxito sus dificultades.
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