Energía

Durante el primer año de vida y la adolescencia se produce un periodo de crecimiento rápido. A partir del primer año se estabiliza, por lo que el gasto energético es menor. El niño que realiza más actividad física puede tomar más alimentos, aumentando así el aporte de vitaminas y minerales. La actividad física en esta edad es fundamental para prevenir el sobrepeso u obesidad infantil.

Desde el nacimiento hasta los 10 años no se establecen diferencias entre sexos pero, a partir de esta edad las ingestas de micronutrientes recomendadas varían entre chicos y chicas por las diferencias asociadas a la pubertad, cambios de composición corporal y actividad física.

En cambio, en la adolescencia aumentan las necesidades energéticas por el crecimiento rápido y, si no se cubren, pueden aparecer retrasos en el crecimiento (altura inferior a la establecida genéticamente) y en la maduración. Esta etapa coincide con la maduración sexual donde se produce un aumento de talla y peso, así como modificaciones en el porcentaje de grasa corporal y distribución.

Por todo ello, en el adolescente las necesidades energéticas se calculan de forma individual dependiendo de la edad, sexo y actividad física.

Proteínas

Las ingestas recomendadas de proteínas se establecen según las necesidades de mantenimiento del estado de salud más una cantidad adicional para permitir el crecimiento. Durante el primer año, debido a un crecimiento rápido, se recomienda 2gr (proteína)/ Kg (peso). A partir del primer año se reduce la cantidad necesaria por ser el crecimiento más estable a 1 gr (proteína)/ Kg (peso). Con una ingesta adecuada de energía se cubren estos requerimientos de proteínas.

Durante la adolescencia los requerimientos proteicos aumentan para asegurar un crecimiento adecuado y un desarrollo muscular. Se recomienda que el 12-15 % de la energía diaria proceda de las proteínas, mínimo un 12% para cubrir los requerimientos pero sin excederse del 15%, ya que puede tener consecuencias en la salud. A partir de la juventud el requerimiento de proteína se sitúa entorno al 10- 15%.

Grasas

Tanto en la infancia como en la adolescencia se recomienda que el 30% de la energía diaria proceda de las grasas. Aún así, las grasas saturadas (lácteos enteros, carnes grasas, bollería, platos precocinados,) no deben exceder el 10% de la energía total. Tampoco se debe sobrepasar de 300mg de colesterol al día como prevención a posibles patologías en edad adulta.

Hidratos de Carbono

Los hidratos de carbono deben representar el 55-60 % de las calorías totales diarias. Son el aporte energético que se necesita en mayor cantidad para mantener una alimentación equilibrada. Se recomienda aumentar el consumo de hidratos de carbono complejos (cereales, pan, arroz, pasta, patata, legumbres) y no sobrepasar del 10% en azúcares simples (azúcar, zumo de frutas envasados, pastelería, chocolate,).

Vitaminas

En la infancia, con una dieta variada y equilibrada quedan cubiertos los requerimientos de vitaminas. Las demandas de vitamina D están incrementadas debido al crecimiento. Esta vitamina ayuda a la fijación del calcio en los huesos. Se encuentra en la grasa de ciertos alimentos (pescado azul, huevo, queso, leche,…) Su carencia es escasa, ya que nuestra piel la fabrica a través de los rayos solares, pero en lugares sin exposición solar puede darse.

En el adolescente están aumentadas las necesidades de vitamina A (esencial para favorecer el crecimiento), vitamina D (favorece la fijación del calcio para conseguir una masa ósea adecuada), folatos y vitamina B12. La deficiencia de folatos puede darse en adolescentes que no consumen vegetales de hoja verde (espinacas, acelgas, endibia, lechuga,…) en su alimentación habitual y la carencia de vitamina B12 (carne, huevo, lácteos, hígado, pescado azul,…) si se siguen dietas restrictivas vegetarianas.

Minerales

Un aporte adecuado de calcio es fundamental para conseguir una óptima mineralización ósea. Durante periodos de crecimiento rápido se necesita de 2 a 4 veces más calcio que los adultos. Además, consumir el calcio suficiente ayuda en la prevención de caries.

El niño tiene mayor riesgo a sufrir deficiencia de hierro, debido al rápido crecimiento. Por lo tanto, aumentan sus necesidades y, si no se cubren, la deficiencia de hierro afecta a la atención y aptitudes intelectuales. Si se retrasa la introducción de carne roja y de pescado azul en la alimentación del niño pude desarrollar carencias en este mineral.

En el adolescente cobra especial atención el calcio, el hierro y el zinc ya que son esenciales para un crecimiento adecuado y sus necesidades están aumentadas. El calcio se necesita en mayor cantidad para obtener un correcto pico de masa ósea, ya que el 99% del calcio se encuentra en el hueso. En esta etapa, para lograr un aporte correcto se recomienda consumir 3-4 raciones de lácteos al día.

Las demandas de hierro también aumentan porque coincide con la maduración sexual y en el caso de las chicas se producen mayores pérdidas por la menstruación.

El zinc está relacionado con la síntesis de proteínas y en esta etapa se produce mayor formación de tejidos por el pico de crecimiento.

Para lograr un correcto aporte de zinc y hierro se recomienda consumir a diario las 2 raciones de carne, pescado o huevo.