Obesidad infantil: qué es y cuáles son sus riesgos
Resumen del contenido
Pediatra, experta en acupuntura y nutrición oncológica. Actualmente lidera la Unidad de Oncología Pediátrica Integrativa del Hospital Sant Joan de Déu Barcelona. Ha sido pionera en España desarrollando la acupuntura infantil como un procedimiento médico complementario, seguro e indoloro. Compagina su trabajo con la docencia.
La obesidad infantil es la enfermedad por nutrición más frecuente de los países desarrollados y va en aumento. La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera la obesidad como la “epidemia del siglo XXI”. En España, afecta al 16% de los niños menores de 14 años. La preocupación principal actualmente es la evolución de la obesidad infantil a obesidad del adulto. Más que un problema genético es familiar, ya que en muchas ocasiones al bebé obeso le preceden unos padres y hermanos también obesos. En estos casos la causa es clara, toda la familia come en exceso y no se realiza actividad física de forma habitual. Es un problema de sobrealimentación y hay que reeducar a todos los miembros de la familia.
Las consecuencias físicas y emocionales de la obesidad nos preocupan. Sobre todo, el aumento alarmante de diabetes tipo 2 en los niños.
¿Qué es la obesidad infantil?
La obesidad infantil es un trastorno metabólico que se traduce en una acumulación excesiva de grasa corporal que se debe a una ingesta excesiva acompañada de poco gasto energético (poca actividad física).
La medida que nos indica el grado de obesidad es el Índice de Masa Corporal (IMC) que se calcula dividiendo el peso en kg, entra la talla al cuadrado expresada en metros. Existen tablas donde se puede comparar el IMC del niño o niña con el resto de la población de su misma edad. Si el valor está por encima del percentil 95 se cataloga de obeso. Si se encuentra entre los percentiles 85-95 se dirá que el niño tiene sobrepeso. El sobrepeso es la antesala de la obesidad, por lo que se debe prevenir.
La causa más frecuente de la obesidad infantil es la falta de equilibrio entre el gasto energético y las calorías diarias ingeridas en la dieta. Es decir, la sobrealimentación acompañada del sedentarismo. Los malos hábitos alimentarios se transmiten de padres a hijos por lo que es común que todos los miembros de la familia estén obesos. Los cambios radicales del estilo de vida han favorecido el sedentarismo y unos hábitos nutricionales que han aumentado el consumo de azúcares (bollería y chucherías) y grasas (bollería, comida precocinada y comida rápida).
Tan sólo en el 5% de los casos hay una enfermedad hormonal o hereditaria que produce obesidad: enfermedades endocrinológicas (hipotiroidismo, hipogonadismo, hiperinsulinemia o hipercorticismo) o alteraciones del hipotálamo (síndrome de Prader Willi).
El lactante obeso
Es muy difícil reconocer al niño menor de tres años obeso y, las diferentes sociedades de expertos, no se ponen de acuerdo en los criterios para definirlos. En lo que sí hay un consenso unánime es en la importancia de la prevención de la obesidad en la infancia. La mayoría de bebés gorditos recuperan un peso equilibrado cuando empiezan a moverse: arrastre, gateo y primeros pasos.
Prevención
En la prevención de la obesidad hay dos factores sumamente importantes en los primeros meses de la vida:
- Promocionar la lactancia materna exclusiva en los seis primeros meses de la vida y promocionar la lactancia materna prolongada, hasta los dos o años o más (según desee el bebé y la mamá).
- No introducir alimentos (distintos a la leche) antes de los cuatro meses de edad.
- No endulzar los alimentos ni ofrecer bebidas dulces (zumos envasados, bebidas carbonatadas…) a los niños.
- Evitar los alimentos procesados (cereales hidrolizados) o las papillas preparadas a favor de una alimentación casera y equilibrada, baja en sal, grasas y azúcar.
El niño obeso
Estos son los factores de riesgo en infancia que pueden favorecer la obesidad en la edad adulta:
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- No realizar actividad física
- Realizar actividades sedentarias
- Ofrecer al niño mayor ración de comida de la que es adecuada para su edad
- Abuso de bebidas dulces en lugar de agua
- Lactancia artificial
- Abuso de azúcares refinados (dulces, bollería, golosinas…)
- No seguir una dieta equilibrada en el núcleo familiar
El cambio de hábitos en el contexto familiar es clave para instaurar pautas de vida saludable tanto en lo que alimentación como a actividad se refiere. Los padres deben ser un ejemplo para sus hijos, es la mejor manera de enseñar buenos hábitos desde la niñez. Todos los estudios que se han realizado para prevenir y tratar la obesidad infantil se focalizan en la responsabilidad paterna. Educar a los padres para que den lo mejor a sus hijos, esa es la mejor estrategia de salud pública en el tema del sobrepeso y la obesidad.
- La obesidad es un trastorno multifactorial, es decir, participan muchos factores como la genética o las políticas sanitarias (que no podemos modificar) y los hábitos alimentarios y físicos (de los cuales somos responsables).
- En el niño la situación es más complicada porque ninguno de sus condicionantes está bajo su control: es responsabilidad de sus padres.
- Abusar de los azúcares refinados y hacer poco o nada de ejercicio son dos factores de riesgo que, desde la infancia, pueden favorecer la obesidad del adulto.
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