Obesidad infantil y publicidad, ¿cómo afecta?
Resumen del contenido
Diplomada en Nutrición Humana y Dietética, especializada en nutrición pediátrica y deportiva. Con más de 15 años de experiencia profesional en hospitales, clínicas y empresas de salud. Redactora de contenidos y coautora de diferentes libros de divulgación sobre alimentación.
La obesidad infantil es una de las epidemias de los países desarrollados y, lo que es aún más preocupante: los casos de obesidad aumentan año tras año entre los más pequeños. Si hace 30 años la obesidad era casi inexistente, hoy en día afecta al 15% de los menores en los países desarrollados.
En los últimos años son varios los colectivos profesionales que han relacionado la obesidad infantil y la publicidad. Y son muchas las evidencias científicas que demuestran la gran influencia de la publicidad en la alimentación de los menores. Según la revista médica The Lancet, que dedicó un artículo a la epidemia de la obesidad, donde se destaca una cifra muy elevada, los niños reciben 7.500 impactos al año de mensajes que les dicen que consuman productos considerados no saludables.
La publicidad infantil no está regulada, sólo auto-controlada, por ello no existe una normativa que impida que dichas acciones se lleven a cabo. Si se cumplieran los consejos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), deberían retirarse ¾ partes de los anuncios, ya que el 82% de los que publicitan alimentos procesados, ricos en azúcares refinados, sal y grasa saturada, van destinados a los niños, frente al 33% de la publicidad dirigida a la población adulta sobre los mismos alimentos.
¿Qué quiere decir publicidad auto-regulada?
En nuestro país la publicidad se rige por la auto-regulación, es decir, el gobierno apoya los códigos de auto-regulación creados por la propia industria alimentaria, sin que haya ninguna legislación que los controle o exija que cumplan recomendaciones concretas. Se confía en la “buena fe” del sector para realizar un correcto código de práctica siguiendo directrices que regulan el contenido ético de las campañas de marketing, pero no supervisa ni la cantidad de veces que se emiten los anuncios ni la calidad nutricional de lo publicitado.
La industria alimentaria se excusa en que no obligan a comprar sus productos, que la gente libremente escoge lo que compra, aunque la evidencia científica muestra que las personas reciben una gran influencia por factores ambientales como el precio, la distribución en masa o la intensa publicidad, entre otros.
Y entonces, ¿por qué los niños son el objetivo?
Los niños no tienen el juicio necesario para discernir entre qué es adecuado y qué no. Además, son muy susceptibles a lo que les gusta. Es realmente sencillo captar su atención y atraerlos hacia un producto concreto; basta con incluir colores llamativos, regalos o dibujos impresos de sus personajes favoritos.
Entre los adolescentes, es más efectivo utilizar personajes públicos a los que admiran o relacionar el producto con emociones positivas. En otras ocasiones se resaltan propiedades nutricionales muy positivas como, por ejemplo, “rico en vitaminas y minerales”, para darle un halo de producto saludable, que haga creer a los padres que no es un producto tan malo, cuando casualmente se trata de productos considerados poco saludables.
Productos más habituales utilizados en el marketing infantil
Los dulces suelen ser uno de los alimentos estrella: galletas, cereales de desayuno azucarados, bollería, helados y otros lácteos, batidos, cacao, chocolate, chucherías…
Otro de los grupos habituales es el que engloba la llamada “fast food” o comida rápida, aperitivos salados, refrescos, bebidas azucaradas… Por lo general, todos ellos son alimentos ricos en calorías, de baja calidad nutricional, alto contenido en azúcar, grasa y sal.
Relación televisión y obesidad infantil
Varios son los estudios que muestran la relación directa entre las horas frente al televisor, ordenador o tablet, y la ingesta calórica. A más horas frente a este tipo de dispositives, mayor ingesta de calorías y mayor peso. Se calcula que 1/3 de los niños con sobrepeso y obesidad no lo serian si no estuvieran expuestos a la publicidad alimentaria.
¿Qué se debería hacer?
Mientras las autoridades españoles no tomen medidas, aún más debemos proteger a los pequeños de este tipo de publicidad con consecuencias dañinas para la salud. Estas son las medidas que podemos tomar:
- Reducir las horas de televisión e internet reduce el sobrepeso y la obesidad.
- Las comidas, cuando se realizan con la familia, son un buen momento para compartir y dar ejemplo. Son varios los estudios que muestran que los niños que comen con familiares consumen más frutas y verduras que los niños que comen solos.
- Potenciar el consumo de alimentos saludables: frutas, verduras, legumbres, pescado… y ofrecerlos de maneras vistosas, coloridas y divertidas, fáciles de comer, para que les resulten más apetecibles.
- Más mercado y menos supermercado: en los mercados encontramos menos alimentos procesados y más alimento real, y evitar la exposición a alimentos procesados reduce su consumo.
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- Los niños reciben 7.500 impactos al año de mensajes que les dicen que coman productos que no son saludables.
- Si se cumplieran los consejos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), deberían retirarse hasta ¾ partes de los anuncios.
- Es realmente sencillo captar su atención y atraerlos hacia un producto concreto. Basta con incluir colores llamativos, regalos o dibujos impresos de sus personajes favoritos.
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