Los niños pasan por diversas etapas de crecimiento y aprendizaje, lo cual puede provocar mayores o menores dificultades para alimentarse de forma correcta, según el momento que esté viviendo.
En un inicio, nuestros hijos no entienden de dietas equilibradas, pero conseguiremos que su alimentación sea correcta si seguimos desde el principio, sobretodo dos premisas. Evitar que se creen perjuicios y aversiones infundadas hacia los alimentos, e introducir en su dieta una variedad suficiente de alimentos.
Para conseguirlo podemos tener en cuenta unos cuantos consejos que nos pueden facilitar la tarea:
- Presentar los alimentos de forma atractiva, con diferentes texturas y colores. Eso no significa que siempre acabemos recurriendo a frituras, rebozados, empanados, salsas, etc. ¡Las verduras y las frutas tienen multitud de colores y texturas, aprovechémoslo!
- Para introducir un alimento nuevo en su dieta, será mejor ofrecerlo al principio, cuando se tiene más hambre.
- No dejar de dar un nuevo alimento, porque el niño/a lo rechace las primeras veces. Vayamos probando diferentes formas de cocción y presentación para que se vaya acostumbrando al nuevo sabor.
- Procurar que el niño o niña coma siempre acompañado. Los adultos también comemos mejor acompañados, para ellos aún es más importante.
- Favorecer que los pequeños estén tranquilos y cómodos, y que por tanto coman mejor, mediante un ambiente distendido en la mesa.
- Tan pronto como sea posible incorporar al niño/a a la rutina familiar, comiendo a las mismas horas y los mismos alimentos.
- Tratar que nuestros hijos se sientan participes del acto alimentario, pudiendo comer solos, sirviéndose ellos mismos, etc. Aunque se les caiga la comida y se manchen.
- Más adelante incentivar a participar también en la compra y preparación de la comida. ¡Siempre resulta más atractivo y divertido comer algo que tu mismo has preparado!
- No hay que presionar a los niños/as, deben comer a su ritmo. Los adultos sabemos bien que las prisas no son buenas, aunque nos resulte difícil procuremos no transmitírselas a nuestros hijos.
- No presentar nunca la comida ni como un premio, ni como un castigo, la alimentación sirve para nutrirnos, no se debe asociar a sentimientos positivos o negativos.
- Animar a nuestros hijos a que prueben todos los alimentos. Ellos se ven influidos por su entorno, familia, amigos, colegio, publicidad… y a menudo tratan de imitarnos. Si nuestra alimentación es correcta, es mucho más sencillo que la suya también lo sea.
- Comprender que los niños/as no siempre terminen toda la ración de alimento que les hemos servido. Si no tienen más hambre retiraremos la comida y esperaremos a la siguiente ingesta para volver a ofrecer alimentos. No debemos dar otros alimentos que les gusten más con tal de que coman, ello contribuiría a una alimentación monótona y desequilibrada solo a base de los alimentos que ellos escojan.
- Evitar que tomen a menudo patatas fritas, snacks, golosinas, refrescos, etc. Son alimentos calóricos pero poco nutritivos, y van a saciar a los chicos/as dificultando que en las horas de comida, coman como es aconsejable que lo hagan.
- Procurar que no se salten ninguna comida, especialmente el desayuno, que es esencial para un buen redimiendo físico y psíquico durante el día.