Resumen del contenido
Principales motivos de consulta
- Llanto: el llanto es la manera natural de comunicarse de los bebés cuando tienen alguna necesidad vital o molestia: hambre, frío, calor, sed, pañal sucio… Normalmente, una vez solucionado el problema, el bebé queda tranquilo. El llanto que preocupa a los pediatras y que deber ser un motivo para ir a la consulta es el llanto que no se calma con nada: ni con el pecho, cogerlo en brazos, chupete, balanceo… O bien un llanto que los padres perciben como poco habitual, y que no puede ser consolado como de costumbre. Por otro lado, si su llanto es apagado o débil o inusualmente agudo, tal vez esté muy enfermo. También puede suceder lo contrario: si parece estar molesto y, aunque no llore, se le ve más inactivo de lo habitual y cuesta despertarlo, tiene que ser evaluado por un pediatra.
- Cambios de humor: un bebé contento y tranquilo es poco probable que esté enfermo o, si lo está, no es grave. Si el niño está muy apagado, triste o excesivamente somnoliento deber ser visitado.
- Apetito: es probable que un bebé que se cansa fácilmente de mamar o pierde interés en la lactancia o en la alimentación, esté enfermo. Otros signos de alarma son el vómito y el aumento de regurgitaciones.
- Deposiciones: un bebé sano debe mojar unos seis pañales al día y debe tener un hábito deposicional regular (cada bebé es diferente: unos hacen caquita cuando comen y otros cada cuatro días). Si la barriguita del bebé no está dura, se siente bien y come adecuadamente no debe preocupar. Sin embargo, si el bebé deja de orinar en más de 12 horas o realiza heces blancas, negras o con sangre hay que llevarlo al pediatra.
- Dificultad al respirar: si la respiración del bebé es fatigosa o tiene dificultad para respirar, hay que buscar ayuda de inmediato.
- Fiebre: la presencia de fiebre en un bebé es señal de que está enfermo, pero la fiebre sola no es, por lo general, motivo de preocupación. Un bebé puede tener poca fiebre y estar muy enfermo o fiebre alta y tener una enfermedad leve. Sin embargo, si el bebé tiene menos de tres meses, si la fiebre cuesta que baje con antitérmicos o bien si el niño tiene mal aspecto, hay que ir a visitar al pediatra de inmediato. Si es un niño mayor de tres meses y tiene fiebre pero tiene buen aspecto, está contento y le va bajando la fiebre con las medicinas habituales, obsérvalo durante un día para ver si manifiesta algún otro síntoma y consulta con tu pediatra.
De todos modos, si aún así nos quedamos con dudas, hay que llamar al pediatra. Es importante que los padres estén tranquilos y nunca está de más consultarlo con el especialista. Después de todo, lo estás haciendo por el bien del bebé.
Consejos a la hora de ir al pediatra
Ir al pediatra puede ser un caos, es muy frecuente olvidar las dudas que se habían planteado en casa, no traer el carné de vacunación… Exponemos algunos consejos a la hora de ir al pediatra:
- Llevar siempre la cartilla de las vacunas y el libro de salud.
- Anotar en un papel todas las consultas que se deseen realizar: entre el caos de la sala de espera, el estar pendiente de un niño movido dentro de la consulta o la preocupación de si lo que tiene es grave o no, los despistes son frecuentes
- Vestir al niño ropa que sea fácil de quitar y poner: facilita el trabajo de los papás, la enfermera (en el caso de administrar vacunas) y la exploración del pediatra.
- Llevar un pañal de repuesto: es muy frecuente que los niños ensucien el pañal en los momentos más inoportunos o bien, que la visita se alargue…. Hay que ir preparado.
- Traer su muñeco preferido: dará seguridad al bebé o al niño y lo podrá distraer tanto en la espera a la visita como dentro de la consulta.
- Llevar algo de comer o beber por si la espera es más larga de lo previsto.
- Si el bebé toma pecho, la mamá deberá ir con ropa cómoda para alimentarlo sin problemas antes, durante o después de la visita (no hay nada más consolador para el bebé que darle el pecho tras el mal rato de las vacunas)
- Un pequeño “premio” si el niño es mayor y se ha portado muy bien o ha sido muy valiente.
Cuándo ir al hospital
Los padres deben saber cuándo ir a urgencias de un hospital para que valoren a su hijo. Aquí explicamos las causas más frecuente de urgencias pediátricas:
- Problemas respiratorios: si el niño no puede respirar, hace ruidos inspiratorios o espiratorios o tiene los labios amoratados o la piel muy pálida hay que acudir de inmediato a un centro hospitalario para descartar los diagnósticos más frecuentes: bronquiolitis, bronquitis, asma, laringitis o neumonía.
- Fiebre: de más de una semana de evolución o bien cuando esta se acompaña de manchas rojas (petequias) o con un mal estado general del niño.
- Vómitos y diarrea que no ceden en más de 24 horas, sobre todo cuando se acompañan de signos de deshidratación: ausencia de baba, piel seca, ojos hundidos, somnolencia o irritabilidad y no orinar.
- Traumatismos: en especial los traumas craneales en menores de 5 años, las posibles fracturas en extremidades o los traumatismos abdominales o torácicos de mucha intensidad. Aunque parezca que el golpe haya sido pequeño, si el niño se queja, tiene que ser visitado de urgencia.
- Cortes o heridas en la piel que necesiten sutura (puntos).
- Llanto incesante en el bebé que no calma.
- Sospecha de intoxicación por medicamentos o productos de limpieza, de ingesta de un cuerpo extraño (por ejemplo, tragarse una pila, un alfiler, un moneda…) o lesión ocular.