Las vacunas protegen a los niños de enfermedades peligrosas y potencialmente mortales que, aunque son ahora poco frecuentes, lo son precisamente gracias a esa vacunación. No administrar las vacunas principales a los niños implica someterlos a un riesgo innecesario tanto a nivel personal como a nivel comunitario.

Las enfermedades se han erradicado por la higiene, no por las vacunas

Las mejoras en las condiciones higiénicas contribuyen por supuesto a disminuir la aparición de ciertas enfermedades que surgen de manera cíclica. Sin embargo, se ha demostrado que la introducción de la vacunación masiva ha supuesto un punto de inflexión y han disminuido de manera drástica los casos de enfermedad contra dicha vacuna, gracias a ello muchas enfermedades han sido erradicadas.

Asimismo, las enfermedades contra las que se ha vacunado en épocas más recientes han experimentado un descenso de casos, por ejemplo, Haemophilus influenza B o meningococo C. Mientras que en países donde se ha dejado de vacunar contra ciertas infecciones los casos han aumentado significativamente, como fue el caso de la tosferina en Japón o en Suecia.

Las vacunas pueden causar efectos secundarios graves, enfermedades o ser mortales

Las vacunas son muy seguras y los efectos secundarios que pueden tener son muy pequeños si se comparan con el beneficio sanitario que supone la prevención. Por ejemplo, la vacuna triple bacteriana (DTP) puede causar una encefalitis leve en 1 de cada millón de vacunados, mientras que cualquiera de estas tres enfermedades causa la muerte de 1 de cada 200 niños y una encefalitis grave con secuelas en 1 de cada mil.
Hace unos años surgió una falsa relación sobre la vacuna de la DTP y la muerte súbita del lactante, pero estudios a largo plazo han desmentido científicamente tal afirmación.

Algunas vacunas se han relacionado con el aumento de enfermedades graves

Existe la creencia de que la vacunación está relacionada con la aparición de ciertas enfermedades como autismo, cáncer, Alzheimer, esclerosis múltiple… Se dice que los casos han aumentado desde que se vacuna, pero, en realidad, no se ha podido demostrar que exista ninguna relación entre los programas de vacunación y la prevalencia de ciertas enfermedades. Lo que ocurre es que los métodos de diagnóstico han mejorado y ahora se detectan casos que antes podían quedar sin diagnosticar. Asimismo, el aumento de la esperanza de vida hace que ciertas enfermedades como Alzheimer o demencias sean más prevalentes hoy en día que hace unas décadas.

Recibir varias vacunas a la vez puede ser peligroso

El exponer a un niño a varios antígenos a la vez no supone un trabajo excesivo para el sistema inmunitario. Se está expuesto a antígenos de manera constante durante la infancia, es más, cualquier niño escolarizado está expuesto a catarros, laringitis, otitis, gastroenteritis y otras enfermedades infecciosas leves en mayor proporción que la exposición antigénica que supone la vacunación.

La única precaución que se debe tener al poner dos o más vacunas atenuadas (como la gripe o la triple vírica) es que deben ponerse bien simultáneamente o con cuatro semanas de diferencia entra ambas. Las únicas contraindicaciones absolutas para las vacunas atenuadas (que no para las que no lo son) es que se esté inmunosuprimido o que haya alergia absoluta a algún componente de la vacuna, como la proteína de huevo o ciertas cantidades mínimas de antibiótico que llevan algunas vacunas.

Riesgo de no vacunar

Vacunar a los más pequeños es, de momento, en España una decisión personal, pero cuyas consecuencias afectan a toda la población. Todas las personas vivimos en una comunidad en la cual circulan microorganismos, de manera que si algunas familias, con toda la buena intención, toman la decisión de no vacunar, ponen en riesgo grave a sus comunidades. Las vacunas salvan anualmente las vidas de 3 millones de personas y es un riesgo tomar la decisión de no vacunar a los niños y niñas. Ante cualquier duda consulte siempre con su pediatra, que va a querer siempre lo mejor para sus pacientes.

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Lo que debes saber…

  • Las vacunas salvan anualmente las vidas de 3 millones de niños y es un riego tomar la decisión de no vacunarles.
  • Las vacunas son muy seguras y los efectos secundarios que pueden tener son muy pequeños si se comparan con el beneficio sanitario que supone la prevención.